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Lo mejor de lo que va de 2018

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Lo mejor que va del 2018

Balance

El equipo de Espectáculos elige lo que más le impactó en el primer semestre del año

El lugar común indica sorprenderse por cómo pasa el tiempo. Es decir, ya van seis meses de un 2018 que se está yendo como demasiado rápido. La excusa es así de trivial: ya que pasó medio año, ¿por qué no calmar la ansiedad que siempre nos genera el balance de fin de año, con un pequeño avance de medio tiempo? Así, cada uno de los integrantes del equipo de la sección Espectáculos eligió lo mejor de lo que nos entretuvo hasta ahora. Es un buen plan compartirlo y que los lectores aporten sus buenos momentos en cine, música, teatro, plástica, redes sociales, y todo ese universo que nos ocupa el cada vez más escaso ocio.

Pablo Staricco

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La primera mitad del año me dejó emociones fuertes en el cine, lugar que considero mi segunda casa. La primera película responsable de ello, y de hacerme lagrimear, fue Coco. La animación de Pixar no solo ganó un premio Oscar, sino que también se ganó un lugar en mi corazón con su historia sobre la familia, la muerte y el recordar a los seres queridos. La otra experiencia cinematográfica memorable fue la del chasquido. El gesto, sencillo y hecho con dos dedos, fue todo lo que el estudio Marvel necesitó para darle a Avengers: Infinity War uno de finales más impresionantes del año. Fue imposible no quedar boquiabierto. ¿La mejor parte? Cada vez queda menos para la continuación. Otra grata sorpresa en el cine fue La noche que no se repite, el debut de los maragatos Aparicio García y Manuel Berriel. Con un relato de comedia negra y sin filtro sobre esas veladas en las que todo sale mal, el policial fue como aplicarle un desfibrilador al cine uruguayo. Ya era hora. Fuera de la sala, también hubo otros fenómenos a destacar. Mientras que el rap uruguayo agarró a varios de nosotros por los oidos, el regreso de los Arctic Monkeys con su sideral Tranquility Base Hotel & Casino no deja de asombrarme hasta hoy. También hubo muchos aniversarios, pero el más significativo fueronlos 1000 números alcanzados por Action Comics, la historieta en la que nació Superman. Un suceso muy divertido se dio a fines de enero, en pleno verano, con la etiqueta de Twitter #RemakesUruguayosque me dio varias horas de diversión. La consigna salió de mi amigo y colega, Nicolás Tabárez, y consistió en publicar una imagen de un personaje o situación uruguaya y asociarla con una película. Durante días se dio una bola de nieve con mezclas que iban desde el fútbol hasta la política, siempre con el cine en primer plano. ¡Debería volver!

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Fernán Cisnero

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Las mejores cosas que me dio el cine en lo que va de 2018. El final (y todo el resto) de El hilo fantasma. El primer plano (largo) de la madre llorando el nido vacío en Lady Bird. Psychedelic Furs, el plano (largo) de Elio llorando y las palabras de su padre en el final de Llámame por tu nombre. La escena que empieza con luz roja cubriendo a Churchill durante su primer discurso, y termina con la toma aérea de la guerra que se cierra en un primer plano del ojo de un soldado caído en Las horas más oscuras. La mala onda implícita de Jean Luc Godard, el vínculo de Agnes Varda y JR y el pelo de Varda en Visages Villages. El experimento nuevaolero sobre el heroísmo que se mandó Clint Eastwood en 15:17 Tren a París. Lo que hace llorar Coco. El neorrealismo de colores flúo de The Florida Project. La escena en la que Katherine Graham decide publicar la noticia a pesar de la advertencia de un montón de hombres que la rodean en The Post y la reconstrucción del hotel Overlook de El Resplandor en Ready Player One; las dos son de Spielberg. El montaje revelador del último capítulo de la brillante Big Little Lies. La inusitada complicidad de los antagonistas de 3 anuncios por un crimen. La contundencia política de Avengers: Infinity War. Cosas viejas como Taking Off de Milos Forman (quien murió en abril) o redescubrir el Bergman de Juventud Divino Tesoro, Noche de circo y Tras un vidrio oscuro. El blanco y negro oscurísimo de Amantes por un día y la grosera ternura de No me las toquen. Y Brad Bird dibujándome a Edna en mi estropeado estuche de los lentes, después de hablar de cine y de Los increíbles 2 en la sede de Pixar; eso fue tremendo.

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Rosalía Souza

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El 2018 ha sido avasallante y todavía queda la mitad. Cubro plástica, por lo que no puedo dejar de hablar de las exposiciones que vi este año, y menos puedo dejar de hablar de las xilografías de Petrona Viera que el Museo Nacional de Artes Visuales expuso a comienzos de año. Fue la oportunidad de conocer una faceta diferente (y hermosa) de una de las artistas más importantes de nuestro país. En cuanto a relevancia, a esas noticias que le dieron un poco más de vuelo mediático a las exposiciones, está Trilogía: Colombia, México, Uruguay. Sura sacó a relucir su colección de arte y pudimos ver en el Museo Nacional un bodegón en colores estridentes de Botero, el retrato de Isolda en pañales de Frida Kahlo, una sandía de Rufino Tamayo, así como obras de Diego Rivera, María Izquierdo. Yendo a otro espacio, una de las cosas más interesantes que tiene la ciudad hoy en día, es la historia contada a través de acuarelas del Museo Histórico Cabildo.

Por fuera de las exposiciones, como buena parte de mi generación, tengo una seria adicción a las series, y en esta lista no puedo dejar de mencionar la segunda temporada de La Casa de Papel. Esperada, traumática. Y el final u2014alerta spoileru2014 que nos dejó sin aliento con la muerte de Berlín.

Fue un golpe duro. 

No escribo de música y mis nociones en ese campo son de mero fanatismo. Pero creo que Rosalía (y no porque sea mi tocaya), tiene que figurar en esta lista. Es que con su u201cMalamenteu201d las nuevas generaciones descubrimos el encanto que puede tener el flamenco. Además, tengo que destacar el hecho de no ser fanática de los superhéroes, pero haberme emocionado con Avengers: Infinity War u2014sé que a muchos les pasóu2014.

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Carlos Reyes

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Hay dos espectáculos de teatro que se disputan el primer puesto de u201clo mejor de los primeros seis meses del añou201d, y son bien distintos, incluso opuestos. La siempre creativa Marianella Morena ofreció en la Zavala Muniz Ella sobre ella, una propuesta de alto impacto, desbordada. Un piso más arriba, en la Sala Delmira Agustini, Richard Riveiro sorprendió con Barranca, apostando al humor, el ingenio y la ternura. El artista tomó la tragedia de Florencio Sánchez, y la analizó mientras le extrajo comicidad.
Ambos montajes toman el camino del metadiscurso, pero lo recorren de manera muy diferente. Y uno y otro espectáculo abordan la cultura uruguaya, y juegan con dos tiempos históricos (el presente, y más de un siglo atrás), para armar un reflexivo salón de espejos. 

Morena lo hace a un ritmo alocado, desde un ambiente que remite a la fiesta electrónica y a la tecnología digital. Riveiro inscribe su obra en el viejo circo, en un escenario con candilejas, lleno de candor. Y pese a que juega mucho con la ingenuidad, Barranca no es un espectáculo ingenuo, y ese es uno de sus grandes méritos, tanto que puede ser considerado el mejor de este primer semestre.

Smiley podría ocupar el tercer lugar del podio. No tanto por el texto (que es bueno), ni por las actuaciones (que están muy bien), ni por el montaje (que es creativo), sino por la sencillez y la ausencia de prejuicios con que está abordado el tema de la pareja homosexual, a través de un show de boliche, que tiene humor y despierta mucha empatía en el público, más allá incluso de los asuntos de género.

Lugar número cuatro: Los puentes de Madison. Seguramente más de uno se decepcionó de no ver a Facundo Arana y a Araceli González como se los pudo ver mil veces en la tele. No: la dupla ofreció un serio teatro de texto, muy bien dicho, con buenas voces y buena dicción, algo que siempre hay que aplaudir porque escasea. Y es impresionante el peso que tiene la palabra bien expresada, para comunicar una historia, más cuando se trata de una historia de amor. Vida íntima de una muñeca, de Sandra Massera, puede ser elegido para el quinto puesto: el uso de muñecos a escala humana fue realmente acertado.

Los puentes de Madison
Los puentes de Madison. Foto: Difusión

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Belén Fourment

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Esta selección arranca con el Carpool Karaoke de Paul McCartney, que es todo emoción. No importa que no entiendan inglés, no importa qué tan bien les caiga el conductor James Corden: lo único que importa es la lección de grandeza del inglés y esas canciones que sólo mejoran con el tiempo. Es sencillamente hermoso. Además, me estremecí con el video de u201cThis Is Americau201d de Childish Gambino, una patada de realismo y una obra de arte en sí mismo. Me obsesioné con la versión original de u201cNothing Compares 2 Uu201d cantada por Prince (hubo días en que no escuché otra cosa), y me rendí ante la belleza de Llámame por tu nombre, una película de esas inolvidables. Y también, aunque no tenga nada que ver con la relevancia artística de estas últimas, me reí hasta no poder más con las historias de Instagram de La Faraona (y sí, me incomodé con otras).

En lo local hay mucho para elegir. Están los discos de Arquero y AFC como impulso para el rap local y prueba de lo elevado de su nivel. Está Emiliano Brancciari como tuitero activo, que desde su lugar de figura popular del rock uruguayo, se la pasa recomendando música nacional (también extranjera). Y están tres shows que me quedaron grabados en la memoria: el de David Byrne en el Teatro de Verano, de otro tiempo, de otro mundo; el de Buenos Muchachos con la presentación de su último disco; y el de Gabo Ferro, a guitarra, voz y corazón en la Zitarrosa.

Pero lo mejor del año hasta ahora, es que el feminismo sea tema de charla en todos los ámbitos, inclusive el cultural. La canción u201cBrujasu201d de Eli Almic, la integración paritaria de Falta y Resto con una canción contra la violencia de género, el videoclip que hizo Miss Bolivia con celebridades para su tema u201cParen de matarnosu201d, la llegada del feminismo al panel de Intrusos, y que en Hollywood las mujeres sigan rompiendo el silencio, está por encima de cualquier obra de arte, cualquier disco, cualquier película.

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Nicolás Lauber

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Este esel año de Tiffany Haddish. Comenzó como presentadora de las nominaciones a los Oscar, donde confundió nombres y comentó las películas candidatas. Otro personaje que ha explotado ha sido La Faraona y tengo que reconocer que esperaba sus "¡aguas aguas!", con comentarios sobre la pelea entre Morena y Jorge Rial.

En cuanto a las series, American Crime Story: Versace ha sido lo mejor en cable. Una historia compleja, bien actuada y contada de manera original. Otra serie que me obsesionó fue Luis Miguel: la serie. Más cerca del culebrón que de las series tradicionales, esta producción tiene a Oscar Janeada como el padre del cantante, un personaje tan atractivo como detestable. Fue de lo más jugoso de la serie.

En cuanto a películas, destaco Aniquilación y Pantera negra. La primera, de Netflix, tiene el sello de Alex Garland, de los mejores realizadores de ciencia ficción de los últimos años, que en esta oportunidad (antes dirigió Ex Maquina) tiene a Natalie Portman como protagonista de la historia sobre alienígenas. Por su parte, Pantera negra, presenta una historia independiente del universo de Marvel. Muy bien actuada (Michael B. Jordan le da humanidad y villanía a su personaje) y con una magnífica dirección. La escena del casino, en una sola toma, es de lo mejor del año.

Por último, destaco la producción local La bella durmiente. El Ballet Nacional del Sodre ha demostrado tener la capacidad para interpretar uno de los ballets clásicos, que además contó con un vestuario muy moderno de Agatha Ruiz de la Prada. Así se generó una yuxtaposición entre modernidad y clasicismo, en un espectáculo brillante.

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