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El amor tiene un tejido imprevisible

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Daniel Day-Lewis y Vickie Krieps

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Esta película de Paul Thomas Anderson es una de las candidatas a Mejor película del Oscar 2018 y llega el jueves a la cartelera uruguaya

Daniel Day-Lewis y Vickie Krieps
Daniel Day-Lewis y Vickie Krieps, el diseñador y su musa en una historia de amor llena de complejidades. Foto: difusión

No abundan las protagonistas en las películas de Paul Thomas Anderson, pero las mujeres siempre están ahí. Sus presencias son, en general secundarias pero notorias: la (incestuosa) madre sustituta y culposa de una estrella porno (Julianne Moore en Boogie Nights), unas entre tantas historias en Magnolia (Moore, Melore Waters) o provocadoras de reacciones masculinas (Emily Watson en Embriagado de amor; Gwyneth Paltrow en Sydney: Juego y prostitución).

En ese grupo juega el personaje de Vickie Krieps en El hilo fantasma, la última película de Anderson que se estrena este jueves en Uruguay. Krieps, una actriz luxemburguesa, no es una de las seis nominaciones al Oscar que tiene la película: mejor actor (Daniel Day-Lewis); mejor actriz secundaria (Lesley Manville); mejor vestuario (Mark Bridges); mejor música original (Jonny Greenwood); mejor director y mejor película.

Alma -y que su nombre remita a Hitchcock (así se llamaba su esposa) es una referencia que explicita otras- es una camarera devenida musa, esposa y amante cómplice de Reynolds Woodcock (Day-Lewis), un modisto caro de la Londres de la década de 1950. El tipo tiene el humor, la pasión y el egoísmo de un genio y una celadora fiel en su hermana Cyril (Manville), quien lo conoce, lo contempla y defiende. Es la criada Mrs Danvers de la Rebeca de Hitchcock.

Alma empieza siendo una figura modosa (una modelo más de un Barba Azul que las usa y las desecha) pero a medida que escala en el agreste camino de los afectos de Woodcock se vuelve una amenaza al negocio y la estabilidad familiares. Es así presentado, un melodrama tradicional con algo de Douglas Sirk procesado a través de cierta tortuosidad que otro expatriado estadounidense, Joseph Losey, desplegó en, por ejemplo, El sirviente. Algunos han visto, con razón, vestigios de un fetichismo muy Buñuel.

Tráiler de El Hilo Fantasma
Vea el tráiler de El hilo fantasma

Pero aunque el personaje de Krieps gana en riqueza e inquietud al avanzar la historia este es territorio de Day-Lewis, en su segundo protagónico en la tapa más viril de la filmografía de Anderson: había sido el ambicioso Daniel Plainview en Petróleo sangriento. Como aquel petrolero insaciable que enfrentaba a un falso profeta para juntos simbolizar el lío interno del capitalismo, este Woodcock representa otra virilidad aunque la misma abnegación, la misma autoaceptación con sus imprudencias, los mismos excesos.

Los otros protagonista masculinos recientes de Anderson analizan otras relevancias de lo “macho” y los dos tienen la cara de Joaquin Phoenix (el otro compinche del director): Freddie Quell en The Master y Larry “Doc” Sportello en Vicio propio. Y habría que sumar al Lancaster Dodd que hace Philip Seymour Hoffman en The Master y quizás al Barry de Adam Sandler en Embriagado de amor.

Hay algo de imprevisibilidad en Woodcock -el costurero de la clase alta, capaz de montar un imperio con la ayuda de esa suerte de madrina malvada que es su hermana - que lo diferencia de esos otros personajes.

Day-Lewis no ha explicitado claramente por qué eligió ésta como su despedida del cine. En todo caso, es un personaje que él mismo construyó: aunque no figura en los créditos, participó directamente en un guión que llevó años de trabajo. Su Woodcock está inspirado en el diseñador catalán Balenciaga.

Es un personaje lleno de capas que Day-Lewis consigue mostrar con sutilezas. Está lleno de vida (el desayuno gargantúa cuando ellos se conocen) pero la presión de sus rutinas y el recuerdo de una madre de aparición fantasmal lo han convertido en un ermitaño. Nada es lo que parece.

La película no tiene director de fotografía -un rubro de Anderson que acá decidió atribuir el mérito compartido entre el director, el iluminador, el camarógrafo y sus equipos- y en ese sentido apuesta todo a la puesta en escena, más que a los movimientos de cámara. Eso es una diferencia en Anderson que, como su admirado Robert Altman, hasta ahora había dado trascendencia a la caligrafía elaborada de, por ejemplo, los planos secuencia (la presentación de los personajes de Boogie Nights, por ejemplo). Acá los planos son estáticos, aprovechando lo más básico del cine: actores en un decorado vistoso, explícito, movimientos de cámaras necesarios, nunca redundantes.

Es, en ese sentido, la película más “estática” de Anderson, el director que mejor conjuga la tradición clásica y sus derivaciones en una línea que, grandes rasgos lo une con William Wyler, Stanley Kubrick, Sam Peckinpah, Altman y Martin Scorsese. Sería el único representante en activo de ese legado. Su independencia le dio un prestigio propio que lo ha llevado a trabajar con grandes actores, grandes presupuestos para historias no siempre tan tradicionales. El hilo fantasma es su primera película que transcurre fuera de Estados Unidos y casi exclusivamente en interiores.

La música de Greenwood (el guitarrista de la banda Radiohead, en su quinta colaboración con Anderson) combina un uso de lo moderno integrado a la banda sonora diegética y de lo clásico para puntuar escenas. El diseño de producción de Mark Bridges es necesariamente bello.

Y, además, incluso en su severidad, El hilo fantasma no es capaz de esconderle su vocación de comedia de enredos en la que, como en todas, aprendemos que lo único que nos hace mejores es el amor.

Ficha

Estreno: 22 de febrero

Estados Unidos, 2017. Título original: Phantom Thread. Dirección: Paul Thomas Anderson. Guion: Paul Thomas Anderson. Montaje: Dylan Tichenor. Música: Jonny Greenwood.

Diseño de producción: Mark Tildesley. Dirección artística: Chris Peters y Adam Squires. Decorados: Véronique Melery. Vestuario: Mark Bridges.

Con: Daniel Day-Lewis, Vicky Krieps, Lesley Manville. Duración: 130 minutos. 

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