LANZAMIENTO

En una probable gráfica para representar la discografía de J Balvin, la curva ascendente encuentra un punto alto en Energía y un despegue exponencial con Vibras —la consolidación del alcance global—, amplificado luego con OASIS en colaboración con su colega Bad Bunny. Colores, lanzado hace un par de semanas, representa una meseta, y eso no necesariamente tiene una carga negativa. En vez de volver a proponer riesgo y diferencia, lo que el colombiano hizo para su flamante álbum fue poner toda su carne al asador.

Para todo lo experimental, multicultural y ambicioso que fue Vibras, recargado de featurings y de sorpresitas, Colores es un disco que podría volverse un clásico del género. Nadie sabe hacer reggaetón como J Balvin, y para prueba, 10 temas a los que es imposible resistirse.

Pero hay algo más. Si después de abrir la cancha el colombiano vuelve a su zona de confort, es porque ya llevó el reggaetón por todos lados. Porque ya se vistió de embajador y llevó al mundo un ritmo latino que hoy no precisa de mayores estrategias musicales para ser entendido en cualquier lugar.

En Colores, las estrategias son de marketing. J Balvin se alió al artista japonés Takashi Murakami, figura en el arte contemporáneo, que creó una flor para cada color del disco, es decir, para cada canción, y esa estética vibrante construyó toda una nueva identidad/marca artística alrededor de Balvin. La apuesta visual también hizo que se desarrollara un videoclip por tema; no se han estrenado todos aún, pero hay algunas cosas interesantes.

Los pilares de Colores son, entonces, la presentación visual en forma de estallido de colores —la campaña promocional incluyó además unas entrevistas en vivo en Instagram, entre J Balvin y varios famosos—, y una contundente dosis de reggaetón de perreo obligatorio. De punta a punta, el disco está pensado para bailar con beats seductores sobre los que se concentra la atención, y que alcanzan para dejar de lado letras sencillas, en las que se repiten las temáticas que giran en torno a una mujer o varias, en plan más romántico o pasional y en algún momento, cosificador (“Negro”).

El disco se abre con un teclado chillón que funciona como riff en “Amarillo”, un statement del colombiano en el que avisa que lo suyo es básicamente “pasarla rico”. El ritmo tiene una dinámica cambiante que estimula esa fiesta sin fin, cortesía del productor Sky, y se pega con un reggaetón puro y duro como “Azul” y después con “Rojo”, donde el gran atractivo es la melodía vocal bien pegadiza y que invita al canto.

El detalle de que “Amarillo”, “Azul” y “Rojo” sean el tridente inicial es, claro, un guiño a su Colombia natal. Y que el final sea con “Blanco” y un enfático “Made in Medellín”, completa la reivindicación de su país.

Colores tiene canciones intrascendentes como “Rosa” o “Gris”, más allá de que esta suma unas guitarras acústicas como para alterar un poco la sonoridad de sintes y beats y programaciones. Y tiene otras como “Verde”, cargada de afrobeat; “Negro” en una veta más trapera y “Arcoiris” que es la más mestiza de todas y se cierra con un fragmento de “Chan Chan” de Buena Vista Social Club. Pero ninguna es tan buena como “Blanco”, que fue el primer corte y cierra por todo lo alto un disco que no sorprende pero sí confirma las habilidades de J Balvin a la hora de hacer la música de la fiesta. Seguro podría haberlo hecho mejor, pero cuando estos colores suenan uno se olvida un poco de la situación actual, y eso no es poca cosa. Para las preocupaciones, el perreo viene bien.

Ficha

J Balvin

DiscoColores

¿Está online?Sí, y tiene varios videoclips

¿Está bueno?Sí, viene bien para bailar