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Yayo: el arte de contar buenos chistes

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El humor irreverente de Yayo cruza el Río de la Plata

Todos se acuerdan de José Carlos Guridi como aquel cordobés que sin cambiar la expresión decía groserías a modelos hasta llevarlas prácticamente al llanto. Pero Yayo es más que ese personaje. Estudió Economía en la Universidad Nacional de Córdoba, mientras que se presentaba en bares y teatros chicos para "despuntar el vicio".

Casi sin querer terminó en Videomatch en 1995, aunque a Marcelo Tinelli, el dueño del circo, no lo convencía mucho. Luego cambió su perfil y se fue hacia algo más chabacano. Ahí explotó su fama con sketches como el de "El Cuarteto Obrero", que hoy tienen millones de visitas en YouTube.

Desde hace dos años hace Peligro: Sin codificar, donde compone personajes para todo público. Es que el horario del domingo al mediodía —aunque acá se emita los viernes a la noche— tampoco le permite mostrar ese costado de él. Pero, en los shows que dará el viernes 16 y el sábado 17 en el Teatro Metro volverá a ser ese Yayo chabacano.

—¿Cómo fue que te metiste en el humor?

—Por un grupo del colegio secundario, éramos seis o siete que queríamos despuntar el vicio supuestamente artístico y se da la casualidad que todo ese mismo grupo se va a estudiar a Córdoba capital. Ahí cada uno estudiaba su carrera y de paso en los tiempos libres nos juntábamos a boludear y cuando nos dimos cuenta teníamos una hora y media de huevadas. Entonces fue cuestión de a nimarse y subirse en algún pub o teatrito chiquito. Y así arrancamos.

—Córdoba también es como una cuna de la comedia, ¿no?

—Sí, es como un criadero importante. Está en el centro del país, entonces recoge todo lo que es el anecdotario del interior y de Buenos Aires también. Ahí es donde se va templando esta casta de humoristas. Cualquiera en Córdoba puede hacer comedia.

—¿Cómo te cambió la vida entrar en la televisión?

—En principio me tuve que dedicar al humor a full, no podía hacer otras cosas que estaba haciendo. Ahí fue cuando dejé Economía. Y lo otro es que te encontrás con esa sorpresa que de un día para el otro sos conocido y hay que aprender a manejar eso. Uno que siempre fue de hacer lo que uno quería, andar por los lugares que uno quería, salir los días que uno quería, ya tanto no lo puede hacer. Pero es lo más gratificante de esto, sin que vos te des cuenta, la gente te ve.

—¿Te molesta que te paren y te pidan chistes?

—No, no. Pero es algo que no tenía en cuenta, porque en la tele yo lo hacía porque es lo que me gusta, no para hacerme famoso. Si uno tiene claro que esto es la consecuencia de lo que uno está haciendo, bienvenido sea y muchas gracias. Tal es la magnitud de esa consecuencia que yo ahora a Uruguay voy con algo que se gestó 15 años atrás y el público lo mantuvo vivo. En el fondo tengo un agradecimiento eterno.

—Hubo un cambio del tipo de humor que hacés, sobre todo en la tele, con el correr de los años.

—Videomatch viró para ese lado, más puteador, pero yo hacía 10 años que estaba haciendo otro tipo de cosas. Lo que pasa es que nunca había tomado la trascendencia de esto, eso hizo que se borrara lo que venía haciendo.

Eso cambió principalmente por el horario, domingo al mediodía. Mucho de lo que estamos haciendo ahora en Sin Codificar ya lo habíamos hecho antes.

—Conviven en vos los dos aspectos, ¿te censurás?

—Es variada la cosa. A la hora de sentarme a laburar no pienso por qué lado va a ir la cosa, sino por el lado que le gusta a uno y le gusta al equipo de trabajo. Por ahí vira para el lado más absurdo o inocente, pero por otro lado nos podemos ir al carajo. No nos ponemos filtro en ninguna de las dos variantes.

—Algo que me gustaba de tu época de Videomatch era esa característica de poner una cara neutra y decir un montón de insultos.

—Eso ya quedó exclusivo en el teatro, encontró ahí su departamentito para vivir este tiempo. Ahí no hay filtro, no hay límites. El que quiere ir a ver eso va, el que no quiere no va y el bicho vive tranquilo ahí adentro de ese formato.

—¿Cómo es ese bicho?

—No tiene filtros. Es lo que lo ha llevado a ser conocido por la gente: canciones, monólogos y chistes. Es todo lo que no se ve en la televisión.

—"El Cuarteto Obrero" fue de tus mayores éxitos, ¿te sorprendió en el momento?

—Bueno, justamente, fijate que estamos hablando de algo que tiene más de 15 años y yo gracias a eso conocí prácticamente toda América Latina. Ahora es la cuarta o quinta vez que voy a Uruguay, por eso tengo un agradecimiento eterno a la gente.

—También es bastante llamativo que llegara a todas las clases sociales, géneros y edades.

—Muchas veces, a la salida del teatro veía a la abuela de 74 años, el rolinga con el flequillo y lleno de aros, y la familia tipo con los nenes de 12 años. Eso no lo entendíamos. O por ejemplo, de haber hecho shows en las peores bailantas del país y de ahí hacer una fiesta de 15 en el Teatro Alvear que es lo más top de Buenos Aires. Fue algo que entró en todos lados, si lo hubiéramos querido pensar así no nos salía.

—YouTube tuvo jugó un papel importante para que esos chistes se mantuvieran vigentes.

—Claro, eso fue posterior. El aire fue la gran explosión y las visitas lo mantuvieron vivo. En mi caso, bienvenido sea porque sinceramente no recuerdo que ninguno haya subido el material a las redes, lo ha subido la gente. Nosotros hacemos nuestro laburo diario y de repente nos enteramos de que hay un video con 25 millones de visitas.

Para reírse con viejos y nuevos éxitos.

El humorista cordobés se presenta con el espectáculo "Yayo... y Qué? Tomá!" en el Teatro Metro.

En él hará los personajes más groseros, que en el programa "Peligro: Sin Codificar" quedaron de lado, debido a que se emite al mediodía.

Gracias a la demanda del público ha recorrido America Latina con el show, que incluye monólogos, canciones y chistes.

También incluirá éxitos como el "El Cuarteto Obrero".

Las entradas están a la venta en Red UTS y van desde los $ 510 hasta los $ 1260.

SABER MÁS

TRES PERSONAJES DEL HUMORISTA.

Cámaras ocultas - Videomatch.

Las hizo de todo tipo, con canciones, en ronda de chistes. Generalmente las víctimas eran modelos que se encontraban haciendo una suplencia ficticia en un programa y debían lidiar con Yayo. Durante las cámaras ocultas estaba acompañado de parte del "dream team" de Videomatch: Freddy, Listorti, Larry de Clay y Sebastián Almada, que hacían de inocentes.

Antónimo - Sin Codificar.

El comediante ya había demostrado su calidad para hacer canciones absurdas con "El Cuarteto Obrero" en las que cantaba canciones románticas muy poco ortodoxas. En Sin Codificar presentó a Antónimo Contreras, un hombre que cantaba canciones populares pero de forma inversa. Uno de sus mejores temas era "El conocido de pelo corto" ("El extraño de pelo largo").

Hablemos... - Sin codificar.

"Una verdadera papelera de reciclaje de la ignorancia" decía Yayo a veces al abrir "Hablemos sin saber". Imitando el formato de programa con panelistas, él oficiaba de conductor descontracturado y planteaba problemáticas sobre las que Migue Granados, Natalia Natalia (Juan Carlos Araújo), Edgardo Beltrán (Walter López), Juan Faerman y Rafael Aguete opinaban cosas disparatadas.

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