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Universos que al final se integran

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Obra: la serie de Luhrmann está a la altura de sus trabajos. Foto: Difusión

La segunda parte de The Get Down ya está en Netflix.

The Get Down, la serie del cineasta Baz Luhrmann sobre los inicios del hip hop en el Bronx de fines de la década del 70, ya tiene su segunda parte en el servicio de streaming Netflix. Son cinco episodios de una hora, que pasan volando entre música, artes marciales y una historia de amor.

En esta segunda parte se retoma la historia de Ezekiel (Justice Smith) y Mylene (Herizen F. Guardiola), los protagonistas que al final de la primera parte, y gracias a una genial presentación en vivo y al ofrecimiento de un contrato discográfico, vieron que una carrera musical no era un sueño irrealizable. Pero el camino al éxito tampoco es sencillo.

The Get Down es una serie que todavía no ha conseguido el reconocimiento que merece, en parte porque a la primera temporada le faltó la extravagancia que caracteriza a Luhrmann, quien quedó opacado por los efectos visuales (una genial reconstrucción de Nueva York), y también por la historia, ya que no parecía tener un camino seguro. Son las mejoras en esos puntos débiles lo que salvan a esta segunda temporada, ya que ahora sí aparece esa impronta del australiano.

En esta, la historia, la edición y la manera de contarla es más vibrante, gracias a que Luhrmann logró unir mejor los universos que aparecen: jóvenes, adultos, músicos, políticos, artistas y gánsteres.

Es que The Get Down presenta una mirada a esa época de ebullición cultural y social, no sólo con el surgimiento del hip hop, la escena punk y los grafitis como telón de fondo. Esta segunda parte avanza y comienza a integrar mejor el escenario delictivo de ese barrio donde los criminales eran los gobernantes.

También hay una mirada a la doble vida que llevan casi todos los protagonistas. Desde Ezequiel, quien se encuentra entre su trabajo en Manhattan y su vida en el Bronx, entre un futuro en Yale y el hip hop. Mylene también está en ese cruce de caminos, aunque lo suyo es algo más personal, ya que se divide entre ser la hija del predicador y una estrella disco, con ropas ajustadas y canciones pegadizas. Ni siquiera el gran Shaolin Fantastic (Shameik Moore), tal vez el único personaje que tiene claro lo que quiere ser, puede salir de sus inseguridades, atrapado entre la música y el mundo criminal de Fat Annie y Cadillac (un genial Yahya Abdul-Mateen II).

Así, esta entrega de The Get Down gana en profundidad, sin olvidarse de que es un entretenimiento donde la música y el baile son los protagonistas. A esto se agregan las escenas animadas (una novedad en la serie) que, como si se tratara de un cómic, muestran algunos aspectos de esa cultura que era más que solo música.

La temporada confirma que The Get Down es de las mejores series de la actualidad, aunque no tenga la popularidad que sí tienen otras series de Netflix. Quizás por esto último, Luhrmann ya anunció que dejará la televisión y volverá al cine. La pantalla chica es un universo que le resulta ajeno, aún cuando The Get Down está al ninvel de sus mejores películas, como Romeo y Julieta, Moulin Rouge o El gran Gatsby.

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Obra: la serie de Luhrmann está a la altura de sus trabajos. Foto: Difusión

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