De Frankestein hasta hoy, un género que deja mucha ganancia.
Luke Scott sale esta semana de la sombra de su padre, Ridley Scott, con su debut como director con Morgan, una versión moderna del "científico loco", un tema que Hollywood ha abordado desde hace más de un siglo.
Desde que la empresa del inventor Thomas Edison hizo la primera película de Frankenstein en 1910, los directores han contado historias con moraleja sobre la locura de la humanidad "jugando a ser Dios" para crear la vida.
Dejando a un lado las más de 70 películas basadas en el libro de Mary Shelley para encarnar a Frankenstein, muchos otras películas han abordado la ética de la bioingeniería, desde Metrópolis en 1927 hasta Jurassic World el año pasado.
"Apelar a películas con la temática del hombre jugando a ser Dios perdura por la naturaleza humana", dice Shawn Robbins, analista del portal especializado en la industria del cine Boxoffice.com. "El cine, y la ficción en general, son formas de arte escapista, pero los personajes que se creen capaces de lograr lo imposible a través del poder superior de la creación pueden inspirar historias provocadoras que se quedan contigo incluso después de salir de la sala".
Las versiones modernas de la historia de Frankenstein, conocidas en los círculos académicos como películas de "biología artificial" son grandes negocios.
Un grupo de investigadores en Viena analizaron 48 pelícudesde 1920 hasta 2010 para un estudio titulado "Frankenstein 2.0: Identificando y caracterizando a los ingenieros de la biología artificial en películas de ciencia ficción".
Los expertos determinaron que esas películas hicieron cerca de 14.000 millones de dólares, cifra ajustada al día de hoy.
El género tuvo su era dorada en la década de 1990 con filmes como Especies, La isla del Dr. Moreau y Alien: La resurrección, reflejando los temores estadounidenses sobre la clonación. Jurassic Park de Steven Spielberg es el gran éxito del género. Desde entonces no ha parado de recurrise a la figura del científico loco como.
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