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Tío Aldo llega a La Tele con "Poné Play" y se confiesa: "Necesitaba un envión televisivo"

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Tío Aldo. Foto: Estefanía Leal

ENTREVISTA

El simpático personaje interpretado por Pablo Fabregat habla sobre el estreno del formato internacional que se estrena mañana en La Tele

Desde su irrupción, en 2003 el Tío Aldo se convirtió en un personaje, divertido y verborrágico que se mueve tanto en la radio como en el teatro. Desde mañana en La Tele también se pondrá al frente Poné Play junto a los cantantes Fata Delgado y Soledad Ramírez. Es un formato internacional surgido en Australia en 2016 que se convirtió en un éxito en todo el mundo. Para el Tío Aldo es, luego de algunas incursiones como invitado, su llegada como conductor a la televisión.

El tío Aldo nace cuando Pablo Fabregat era estudiante de comunicación y a su profesor, Gustavo Rey se le ocurrió que hiciera un personaje de humor, “porque vio que tenía algo de gracioso cuando yo quería hacer periodismo”, dice Fabregat quien nunca miró stand up (sigue sin hacerlo) y no tenía cultura de teatro. Pero como quería llegar a los medios decidió hacerle caso a su profesor.

Tío Aldo. Foto: Estefanía Leal
Tío Aldo. Foto: Estefanía Leal

Hacer Poné Play, es una oportunidad para que el Tío Aldo adquiera gustos musicales, y si bien el formato es de entretenimiento, dice que es distinto mirarlo por televisión que participar en el estudio. “Cuando lo mirás por televisión decís qué fácil, estos son unos burros, no saben nada. Uno mismo lo dice, pero cuando estás ahí en el estudio con los nervios, quedando pegado porque no metés una, sos un desastre. Por suerte hay gente que mete y mete”, dice.

El Tío Aldo siempre ha sido muy locuaz. Eso se debe a la cantidad de eventos que ha hecho en su carrera. “A veces esos eventos son con tema libre y hay que bancarse una hora y ser gracioso. Por suerte la vida se encargó que tenga mucha información irrelevante de todos los tópicos. Eso ayuda al oficio”, dice.

Tío Aldo. Foto: Estefanía Leal
Tío Aldo. Foto: Estefanía Leal

Esta charla no es con Fabregat, sino con su alter ego en su primera entrevista con El País.

—¡Era hora! Después de varios años haciendo radio y teatro Aldo llegó a la televisión. ¿Qué se siente?

—Es una especie de revancha después de algunos pilotos desafortunados y de años de escarceos en La culpa es nuestra y Consentidas y algún otro curro más cortito donde recibí el vilipendio de la teleaudiencia. Digo que es una revancha porque en 2008, por ahí, hice un éxito en Saeta que fue Se mira y no se toca, un programa de cámaras picarescas que era como aquel Solo para reír de Gustaf, pero con sátiros. Era otro Uruguay: pasaron 12 años pero parece que fueran 36.

Tío Aldo (Pablo Fabregat). Foto: Archivo
Tío Aldo (Pablo Fabregat). Foto: Archivo

—La música es uno de sus grandes amores pero ¿tuvo que aprender mucho de esos géneros que usted desprecia para el programa?

—Es un formato musical donde tuve que estudiar y abrir mi espectro musical porque conocía mucha de mi cultura, el melódico, el bolero y acá hay mucho pop y rock. Entonces me tuve que empapar mucho de información para poder agregar algo, así la gente puede jugar también en su casa y llevarse algún bocadillo de algo para comentar después.

—¿Pidió una mano a alguien para ampliar sus conocimientos musicales?

—Mis gustos son muy limitados, pero por suerte mi manager, Pablo Fabregat, tiene otros gustos musicales y con un coaching frenético pude adquirir conocimientos de estilos que yo desprecio como el rock, el rock pesado o el pop. Pero es muy amplio el espectro del programa, de Andrea Bocelli a Bola Ocho o La Furia o Laura Pausini. El espectro es desde los años 50 hasta ahora

Pablo Fabregat
Fabregat, desde su personaje Tío Aldo. Foto: Difusión

—En definitiva, ¿en qué consiste Pone play?

—El formato es muy sencillo porque todo el mundo puede jugar mientras lo mira. Cada episodio es independiente y se enfrentan tres por equipo. Un participante juega con el Fata Delgado y el otro con Sole Ramírez y en cada equipo hay un famoso. Son seis o siete juegos siempre de conocimiento musical, y la idea es saber quién es el artista o el conjunto que canta los temas. Todos los juegos van sumando puntos en lo que parece ser una tabla anual, y quien gana llega al último desafío donde en vez de jugar por puntos, lo hace por plata.

—¿Los famosos se prestan para el juego?

—Algunos ayudan, otros son un lastre. Algunos parecían que iban a bailar con tapones de algodón en los oídos, porque no meten una. Hay otros que tienen una cultura musical impresionante.

—Junto con esos sacos blancos, usted ha hecho del pluriempleo un estilo de vida ¿Cómo se siente manejando todos estos rubros simultaneamente?

—Le agradezco a La Tele porque en Del Sol me ningunean y los inmorales, los lacras de La mesa de los galanes me dan cinco minutos a la semana, con suerte. Ojalá vayan presos, porque no valoran la experiencia. Y yo soy una especie de referente entre los clásicos de los que hacen shows como Petru Valensky, Diego Delgrossi, Marcel Keoroglián, Cucuzú, Gustaf, Maxi de la Cruz pero como me metí en esta cosa de milagro, me he quedado prendido como una estalactita. Pero claro, me faltaba un envión televisivo porque estaba languideciendo y espero que este programa pueda servir, pos-pandemia, para que a los incautos se les ocurra que soy una hermosa presencia para animar cualquier tipo de festejo, llámese cumpleaños, despedida de solteros, velatorios o fiestas empresariales.

Pablo Fabregat en su show como el Tío Aldo.
Tio Aldo. Foto: Archivo

—¿Cómo es la relación con el Fata Delgado y Sole Ramírez?

—A Sole Ramírez la tenía junada porque Mala Tuya me encanta, es un grupo fenomenal y el Fata Delgado es nuestro Johann Sebastian Bach, es casi el rey de la plena. Se ha embanderado con la causa popular y anda diciendo que sabe lo que quiere la gente. Pone al público en un brete y se nota que ambos están estudiando y se están preparando para no quedar en offside y que la gente los linche. Por eso han aumentando su conocimiento. Y si bien al principio van a parecer medios chaucha, van a ir aprendiendo, y cada uno tiene su lado. El otro día, por ejemplo, Sole mencionó a alguien cuya existencia desconocía, una tal Billie Eillish, y no sabía si era hombre o mujer. Me aclaró que era una dama. Y el Fata, cuando se trata de plena es un asesino, es Alejandro Jasa y Eduardo Britos juntos: un ser humano formidable.

—Usted es muy exigente pero no se puede quejar porque está bien acompañado en el programa.

—Sí, los dos son muy divertidos, bailan, cantan y les gusta más la joda que el chivito. Y está bueno que haya algo de algarabía en el estudio para que eso se transmita a los hogares, y lo bueno es que un programa donde la gente juega y no demoramos para entregar la plata. Acá se juega a un ritmo frenético y en el último juego todos apoyan para que se lleven la mayor cantidad de plata, unos 50 mil pesos. No está mal.

—Estuvo trabajando mucho por Zoom. ¿Cómo fue la experiencia?

—Hacer un show por Zoom es de las cosas más indignas que puede hacer un ser humano. Soy un mercenario y no me importa nada. Igual es una situación muy extraña aunque después uno se adapta y con que veas dos o tres caritas, que en la pantalla se ven como una foto carnet, es horrible porque no sabés si se están riendo de vos o porque tienen un video abierto en otra página. Igual es una experiencia interesante porque uno conoce tecnologías nuevas, formas nuevas, es como una especie de capacitación laboral donde uno encima cobra. Y me ahorro la nafta y los tiempos de viaje, porque si tenés que viajar desde Santiago Vázquez a El Pinar se te caen las lágrimas.

show

Además de tele y radio, una función en Aerosala

—Estas semanas va a estar muy ocupado. Además de radio y televisión tiene una función en Aerosala. ¿No se siente un aprovechador de la situación?
—Sucede que esta función ya estaba arreglada de antemano. No es que soy un advenedizo que se aprovecha de las circunstancias de salir en la televisión. La fecha estaba pautada para la semana pasada, pero por los brotes de Covid se tuvo que posponer para este miércoles a las 21.00. Aparte es una sala preciosa que hicieron en el Aeropuerto de Carrasco. Tiene distanciamiento, mesitas de a dos para ir con la pareja o alguna amistad. Se puede comer algo, así que es un hermoso programa . Es una hora y media de paliza verbal que podrá ser acompañada por algo para comer y tomar, todo en un mismo lugar.

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