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"The Eddy", la miniserie de Netflix que tiene a Damien Chazelle entre sus directores

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The Eddy

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Hoy lega a la grilla de la plataforma de streaming, una historia que transcurre en una París llena de jazz y en la que participa el ganador del Oscar por "La La Land"

The Eddy
The Eddy, una miniserie de Netflix

Las miniseries hechas por directores prestigiosos de cine cuentan con una larga tradición que tiene como hitos el Berlin Alexanderplatz de Fassbinder, Escenas de una vida conyugal de Bergman y Decálogo de Kieslowski. 

The Eddy, que hoy estrena Netflix, está lejos de esos antecedentes probablemente porque uno de sus directores, Damien Chazelle, está lejos de esos maestros, aunque es uno de los grandes cineastas estadounidenses en actividad. Tampoco, a diferencia de aquellos antecedentes, es un proyecto personal.

Sin embargo tiene el interés de ver cómo se adapta a ese lenguaje, el director más joven en ganar un Oscar: Chazelle tenía 31 años cuando se hizo con el premio por la magnífica La La Land.

The Eddy, de hecho, se integra a una, por ahora tetralogía sobre el jazz que Chazelle inauguró ya en su ópera prima, Guy and Madeline on a Park Bench, un musical romántico y en blanco y negro que incluía a un trompetista de Boston. Lo siguió con la intensa Whiplash sobre baterista que aprende de la peor manera el rigor de su oficio y la continuó precisamente con La La Land, sobre romance de actriz con pianista fundamentalista del jazz que soñaba con tener su propio club.

The Eddy -que es el primer proyecto de Chazelle después de la incomprendida Primer hombre en la luna- precisamente gira alrededor de un músico de jazz que tiene un club en la París contemporánea.

Aunque cada uno de los episodios está centrado en uno de los personajes, todo tiende a girar alrededor de Elliot Udo (Andre Holland, el de Luz de luna, la película que le ganó el Oscar precisamente a La La Land), un pianista neoyorquino prestigioso y que se niega a tocar debido a una pérdida fuerte en su vida. Mientras, regentea su propio club de jazz, The Eddy, en un barrio parisino de los no muy turísticos.

Las cosas no van todo lo bien que deberían ir y Elliot debe lidia con Farid (Tahar Rahim), un socio con vínculos peligrosos, la cantante (la polaca, Joanna Kulig, la de Cold War) de la banda estable y con la que tiene una relación bipolar, y Julie (Amandla Stenberg), la hija adolescente recién llegada de Estados Unidos. Alrededor de eso, corre una historia criminal, digamos, que incluye mafiosos y otros personajes de temer, y algunas historias de personajes que, al comienzo, se presentan secundarios pero, a juzgar por los nombres propios con los que están titulados los episodios, tendrán su propio desarrollo.

Todo ese paquete está salpicado por canciones de un jazz tradicional y a la vez contemporáneo que parece ser el que le gusta al director. Es un estilo que no le caería del todo bien al pianista que interpretaba Ryan Gosling en La La Land. Otra línea argumental parecería la consolidación de esa banda que, aunque parece sonar fenómeno, no termina de convencer a los especialistas.

La miniserie está hablada en inglés y francés (muchas veces combinados en una misma oración) y árabe. Muestra un París de barrio bajo, nocturno y cosmopolita que tiene su propio carácter y temperamento.

Técnicamente, The Eddy no es un proyecto exclusivo de Chazelle, sino una conjunción de talentos importantes. Alí están, además de él, el showrunner Alan Poul, el guionista ganador de un Bafta, Jack Thorne (y que es algo así como el creador de la miniserie) y el productor musical Glenn Ballard, quien además de un montón de éxitos, lleva ganados seis Grammy.

De hecho, Chazelle solo dirige los dos primeros episodios y probablemente haya sido mano de obra contratada y uno más en ese plantel de notables. Sin embargo, su promocionada presencia, es la razón de toda la expectativa que ha venido generando la miniserie.

Chazelle, eso sí, le da a sus capítulos todo el aire cinematográfico que se espera de su nombre. En ese sentido, ese ritmo de cinema verité con la cámara en mano, evidente en un largo plano secuencia inicial que nos mete en el universo de la miniserie.

Ese mismo recurso, que tiene tanto del cine de John Cassavetes como de la nouvelle vague francesa, le da a esos dos primeros episodios, una distinción que no suelen tener los productos de ese rubro. Aporta una apariencia de improvisación jazzística al producto y la duración de los capítulos, poco más de una hora, se acerca al porte de una película.

Los otros episodios, los dirigen Houda Benyamina, Laila Marrakchiy Poul, el showrunner, todos experimentados directores de televisión pero, se supone, sin la personalidad del cineasta estrella. Eso deja a la serie sin la novelería de ver qué hace Chazelle con ese material y más dependiente del desarrollo de la historia, lo que en esta clase de productos suele ser un riesgo. Todos los episodios están escritos o coescritos por Thorne que, todos dicen, es una garantía.

Así, a juzgar por los dos primeros episodios, la miniserie combina números musicales, el vínculo entre un padre y su hija, un toque de policial y Paris. Como en una buena banda de jazz, cada uno va a tener oportunidad de lucirse, de mover la historia y demostrar su vida propia.

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