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Rosalía Alonso habla de "Cambalache", la serie sobre tango que llega a TNU

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"Cambalache". Foto: Difusión.

ENTREVISTA

Este martes a las 21.30 se estrena "Cambalache", una serie de ocho episodios, en TNU. Sobre su inspiración, Rosalía Alonso habló con El País.

"El tango es un sobreviviente. Parece que no va a seguir, pero siempre esta latente”, le dice a El País Rosalía Alonso, la escritora y directora de Cambalache. La serie que se estrena este martes a las 21.30 por TNU —y que también irá los jueves, a la misma hora— retrata la evolución del género rioplatense. Se trata de ocho capítulos que analizan el cambio de los estereotipos del tango a través del relato de 60 entrevistados.

“Son capítulos unitarios que se pueden entender, pero si ves los ocho hay un hilo narrativo”, explica Alonso. Además de abordar la evolución del género, también hay espacio para una mirada personal de la cineasta, que es bailarina amateur de tango desde hace 15 años. “Al momento de contar historias, uno traza un recorrido muy personal de quiénes fueron estando en mi camino, junto a otros que fueron apareciendo mientras investigábamos”, explica.

Y ese abordaje, tan cercano como cálido, queda establecido en el primer episodio, titulado “La historia”. “Al comienzo me presento y cuento que me acerqué al tango a los 8 años cuando bailé ‘El día que me quieras’. Me quedó en la cabeza hasta que un profesor de sociología dijo que bailaba tango y me interesé por aprender”, relata Alonso. Luego se da paso a un resumen de la historia del género: desde su punto de partida hasta los 2000, cuando se formó la generación de la que integra la cineasta.

“Yo nací en 1987, pero somos una generación posdictadura y siento que quedaron unos vestigios que se viven y que llevaron a que se dejara de bailar el tango”, explica. “Eso dio paso a que mucha gente se interiorizara en el tema y se preguntara qué pasó”.

A través de la palabra de los entrevistados, valioso material de archivo y de registro documental, Cambalache se propone ahondar en esta cuestión bajo el aporte de las personas que forman parte de la comunidad tanguera. “Nuestro objetivo es acercar a la gente que no esté cercana al tango y poder dar contexto y generar diálogo entre generaciones”, dice.

Luego de "La historia", los otros siete capítulos invitan a sumergirse en los aspectos esenciales del tango: “Las voces”, “La música”, “El baile”, “Las letras”, “Las orquestas”, “El bandoneón” y “El género”. En cada uno se aborda el rol de la mujer a lo largo de la historia. “El tango ha tenido varios mojones: Gardel, las grandes orquestas y Piazzolla. No pienso en decirte que esta es la era de las mujeres, porque la historia se construye entre ambos, pero sí hay una participación cada vez más fuerte que antes era invisibilizada”, dice.

Y eso queda claro en los capítulos dedicados a la música y las orquestas: Alonso entrevista a varias mujeres que componen y dirigen orquestas. “Las voces femeninas siempre se destacaron como intérpretes, pero no como compositoras. Es importante investigar qué pasó y ver cómo ha cambiado la construcción de las masculinidades”.

Esa mirada se traslada al cuarto capítulo, dedicado al baile, uno de los espacios donde más se nota el cambio de roles. “Es una forma de romper ciertas normas sobre las que estamos construidos y preguntarnos por qué dos hombres o dos mujeres no podían bailar juntos”, comenta.

“Me gustaría que las personas que vean Cambalache se interesen por seguir conociendo el tango. Si eso pasa, es un objetivo cumplido”, concluye.

"cambalache"

La construcción de un abordaje íntimo

“Me costó mucho porque no estaba muy segura”, admite Rosalía Alonso sobre la mirada personal sobre la que se construye una parte de Cambalache. Sin embargo, las instancias de talleres los festivales Detour y Doc Montevideo, la ayudaron a convencerse.

“Me ayudó mucho la mirada objetiva de las personas que me decían que me metiera más. Parte de hacer Cambalache es porque hay un cariño genuino, entonces eso puede aportar una mirada más personal”, comenta sobre la serie que incluirá lengua de señas en cada uno de sus ocho capítulos.

“Me pasaba de llegar a la casa de alguien que conocía para hacer la entrevista y mientras hablábamos nos dábamos cuenta de que ya nos estaban filmando. Creo que eso estuvo bueno porque ayudó mucho a construir el relato. El equipo fue muy colaborativo y después de cada entrevista nos íbamos a conversar para pensar qué nos llamaba la atención de cada diálogo. Todo ese trabajo de estar más involucrado en el camino se dio así y es más personal”, dice.

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