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Migue Granados: "Mi laburo nunca fue manejar el tren, sino tirarle piedras"

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Migue Granados. Foto: ESPN.

ENTREVISTA

Este viernes, Migue Granados estrenará "Playroom", su nuevo programa para ESPN. Antes de la primera emisión, el argentino habló con El País sobre su forma de hacer humor

Migue Granados está listo para comenzar una nueva etapa. Además de conducir Últimos Cartuchos junto a Martín Garabal, el programa de radio de Vorterix que todas las mañanas llega a Uruguay a través de transmisiones por YouTube, el humorista estrenará su propio programa en ESPN. Se llama Playroom, se verá todos los viernes a las 22.00 y será filmado desde su casa. Cada emisión estará basada en entrevistas a distancia, música en vivo y juegos. También habrá espacio para una tribuna virtual y se presentará numeroso material para redes sociales.

Antes de la primera emisión de Playroom, el argentino habló con El País sobre su estilo de hacer humor.

—Hoy estrenás Playroom, tu nuevo programa en ESPN. Ya habías trabajado en el canal durante cinco temporadas de #Redes. ¿Cómo se dio tu regreso?

—Hasta el año pasado estuve en #Redes, pero antes de que hicieran el refresh del elenco dije que no iba a participar porque este año iba a hacer School of Rock, una comedia musical que al final no se hizo por la pandemia. Mi idea era volver a ESPN después de School of rock porque, por más de que volví locos a todos, querían que volviera. Como al final no se hizo la obra, me llamaron para ver si me copaba con algo y me encantó. Playroom lo hago desde mi casa y en este momento tengo tres módems de internet y cuatro cámaras, así que si me llega a salir un tumor en el ojo es por este home-theatre de radiación (se ríe). Está bueno tener entrevistas que me interesan, porque este no es como un programa de televisión que te viene el campeón de Tetris, que me chupa un huevo. Acá tengo un grupo de producción que conozco hace un tiempo, y que los re quiero, y entonces lo hago con invitados que me copan. En el programa de hoy vamos a tener a Fabricio Oberto, que lo amo y que es campeón de la NBA; tenemos a Ricardo Darín, que siempre me copó y es un cague de risa; y en el cierre tocamos con Ciro Martínez, de los Persas.

—Este va a ser tu primer programa propio en televisión. ¿Cómo te vas a enfrentar al rol de conductor?

—Mi laburo nunca fue manejar el tren, sino tirarle piedras. Acá estoy medio en la misma porque si me como la de conductor pierde un poco la gracia. Además estoy en mi casa, así que va a ser una charla divertida, con juegos y boludeces. Aunque esté al frente, no me salgo de ese rol y no suelto la idea de poder molestar, que es lo que me gusta. Además, eso lo que esperan de mí, sino hubieran llamado a otro. Iré aprendiendo a conducir, pero como ya se sabe que tengo otro perfil no me preocupa. En radio soy conductor, pero en realidad son charlas más que conducción. Es divertido jugar a hacerse el conductor, y capaz los que están del otro lado me dicen: “¿Che, qué te haces?”, me bajan del pedestal y me cago de risa. Está bueno.

—Recién dijiste que en el canal se espera que molestes. Tu estilo de hacer humor se basa en decir lo que pensás sin preocuparte por la posibilidad de que alguien se ofenda. ¿En qué momento sentiste que habías conseguido esa libertad?

—No es algo que esperaba, fue algo que pasó. En un momento me di cuenta de que laburaba de mí, que está buenísimo porque me pagan por ser yo (se ríe). Pero a la vez es un castigo y una bendición. Hay días que no tengo ganas de hacerme el simpático ni de ser gracioso, pero la gente que cuenta conmigo está esperando eso. El otro día grabamos un programa con Scola y cuando terminamos me dijeron: “Che, fue muy serio”, pero cuando hablás con Scola es como estar en una charla TED, no da hacer chistes. Me di cuenta de que tengo habilitado el tema de la joda, que me pone como una especie de ser inimputable. Eso está bueno hasta cierto punto, porque a veces me lo creo y me regalo porque tuiteo algo que es una guasada y lo levantan en un portal, pero si lo borro soy un cagón. Una vez puteé a los meteorólogos y me escribió la Asociación de Meteorólogos para que decirme que pidiera disculpas, entonces es medio mentiroso. Uno piensa que es inimputable, pero hay un margen que te achica: mientras más te siguen es menor porque más gente se ofende o hay más gente que no te quiere. Igual eso de ser inimputable es un superpoder porque nunca traté a un jefe como a un jefe.

—En Uruguay se te conoció por tu trabajo en Sin Codificar y ahora por el programa Últimos Cartuchos. ¿Sentís que los uruguayos se identifican con tu manera de hacer humor?

—Sí, igual para mí el uruguayo está muchísimo menos deconstruido que el argentino. Lo digo porque le gusta más reírse con la puteada, por lo menos es lo que veo cuando voy. También se hacen chistes en radio como “qué buen culo” o “qué buenas tetas”. Cuando soy más de putear entro en esa bolsa de la gente a la que también le gusta Yayo. También me tienen linkeado con Sin Codificar, cosa que agradezco toda la vida y que me encanta, pero después te das cuenta de que no se adaptan tanto a otra cosa. Con Últimos Cartuchos se conoce otra cara. A mí lo que me causa gracia son la cosas que no corresponden decir, las cosas que molestan. Si no lo hago yo, me divierte que lo haga otro. Más que el chiste, me causa más gracia saber cómo se llegó. En ESPN tengo el techo muy bajo con eso porque es Disney, pero en Uruguay cuando fuimos a hacer shows la gente se caga de risa. Uruguay para mí es mucho mejor país: siempre nos ganan en algo... la reputa madre (se ríe): o tienen menos casos de coronavirus, o legalizaron la marihuana y el aborto. A nivel social siempre están adelantados. Me encanta Uruguay, que es una provincia nuestra (se ríe).

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