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Marcelo Irachet: "Muchas veces las redes sociales son como una jungla"

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Marcelo Irachet. Foto: Marcelo Bonjour

ENTREVISTA

El periodista de Canal 4 habla de su carrera, sus más de 30 años en Telenoche, repasa alguna anécdota y cuenta por qué no tiene redes sociales

Marcelo Irachet. Foto: Marcelo Bonjour
Marcelo Irachet. Foto: Marcelo Bonjour

Tiene 61 años y 31 de carrera en Telenoche, donde ha cubierto todos los temas, y en los últimos meses ha sido el conducir el noticiero de Canal 4. Su actual rutina laboral comienza en la tarde y se extiende hasta que finaliza el informativo central.

Marcelo Irachet nació en Buceo y siempre vivió en Montevideo. Divorciado y con dos hijos, Irachet hincha de Peñarol, pero simpatizante de Huracán Buceo, estudió comunicación en la UTU, siendo alumno de la primera generación de esa carrera.

Si bien la mitad de su vida ha estado frente a la pantalla, dice sentirse un bicho de la radio. “Son dos medios absolutamente diferentes, pero siempre me encantó la magia de la radio”.

Marcelo Irachet. Foto: Marcelo Bonjour
Marcelo Irachet. Foto: Marcelo Bonjour

Voz de locutor nunca le faltó, pero dice que la magia de la televisión lo encandiló un poco. “Me había fijado como un objetivo en su momento dar el pase a la televisión, y se dio. Estuve unos años en Canal 5 hasta que se dieron cuenta que era fantástico y me llamaron de Canal 4, donde estoy hace 30 años. Soy como una especie de mueble al que no quieren vender”, dice el periodista, entre risas.

Su llegada a Canal 4 fue gracias a Avedis Badanian, quien llegó a ser gerente de Telenoche. “Fue quien dio el visto bueno para que llegara y no dejé de aprender con él”, recuerda.

No le gusta hacer notas policiales, lo que no quiere decir que no lo haya hecho por circunstancias del trabajo. “Dedicarme a esos temas, nunca me gustó”, dice.

“Soy un afortunado. Me siento un tipo afortunado y agradecido, porque he hecho absolutamente de todo”, dice, y es cierto. Desde hablar con la vecina en la feria, cubrir un incendio, temas de Parlamento o de política, Irachet tiene una vida trabajando en la calle y frente a las cámaras de Canal 4.

Marcelo Irachet. Foto: Marcelo Bonjour
Marcelo Irachet. Foto: Marcelo Bonjour

—¿No extrañás estar en la calle?

—Ahora no tanto, pero fue cuestión de acostumbrarse. Estuve 28 años, pero por la pandemia se hizo una reorganización en la metodología de trabajo con una serie de medidas bien tomadas para reducir los posibles contagios, hizo que se armaran grupos y me quedé adentro. Extrañé mucho porque toda la vida mamé la calle y me sentía más cómodo haciendo un móvil con todo el ruido o que pasara alguien y que te grite algo, a estar con otro tipo de salidas al aire. Pero me fui acostumbrando y acá estoy. Esto es relativamente nuevo para mí, porque nunca estuve en estudios permanentemente, y hasta me empezó a gustar. Por eso no me puedo quejar.

—También has estado en la conducción de Telenoche. ¿Cómo te has sentido en ese rol?

—Ya lo había hecho antes, pero ahora se ha dado con más frecuencia. Cuando Daniel (Castro), el conductor natural de Telenoche no ha podido estar, me ha tocado estar al frente, pero no me siento conductor. Y cuando lo hago, trato de ser como soy y hacer lo que me gusta: contar noticias. Parece mentira, y uno a veces no se da cuenta, pero cuando se prende la lucecita roja, de repente hay 100.000 personas mirándote, y para un tipo que aunque no parezca soy retraído, es mucho.

—En estos años el informativo pasó de tener menos de una hora de duración, a casi tres. ¿Cómo viviste ese cambio?

—No sé si queda bien lo que voy a decir, pero a mí no me gusta un informativo de dos horas. Es mi forma de ver y quienes así lo decidieron tendrán sus motivos, pero esto de las dos horas surgió como una necesidad imperiosa cuando llegó la pandemia. Había un hambre por la información, y había noticias de gran avidez todos los días. No digo que ahora no estén, pero se extendieron los tiempos y quedó. Soy de la idea del noticiero de una hora con los temas del día, pero supongo que son temas que no domino y hay una necesidad de la gente por informarse, que ha llevado a esta extensión. A algunos les gustará, a otros no, yo prefiero un noticiero más breve, corto, pero por algo tenemos dos horas de informativo. Y aquí estamos poniéndole el pecho a las balas.

—¿Hacer televisión era la meta cuando recién comenzaste?

—No, quería ser locutor. Me fascinaba la radio de chico, escuchaba música y pensaba que ser el presentador de un programa de música era estar todo el día tomando café y escuchando lo que a mí me gusta y hablar algo, y es mucho más que eso. Ingresé en la radio, aprendí muchísimo y fueron surgiendo otras inquietudes y oportunidades y aquí estoy. Este es un trabajo que me ha dado muchas satisfacciones.

—¿Y enojos?

—Todos los días. El día que no me caliente, no voy a poder trabajar más. Porque esto es tan distinto a fabricar sillas o hacer algo medio rutinario. Acá lo rutinario puede ser tener un horario, pero luego tiene eso que todo cambia. Siempre van a haber roces o discusiones legítimas entre profesionales, pero me sigo calentando como el primer día.

—¿Y qué te calienta?

—No llegar a tiempo, porque soy muy ansioso. Soy el tipo que si están los platos para lavar, me gusta lavarlos ahora, porque eso de levantarme de la siesta para lavarlos, no. En todo soy medio ansioso, aunque no lo parezca, y acá trabajamos en un grupo donde todos tienen su parte y algunos somos más veloces o lentos que otros, y eso me causa ansiedad. También me calienta sobremanera revisar cinco o seis veces algo que escribí, y que igual salga con una letra cambiada. Me calienta equivocarme. Tampoco soy de tener redes, no tengo ni Twitter ni Instagram, no me gusta porque me caliento, entonces prefiero no estar ahí. Igual alguna cosa leo, y la gente que opina sin saber es hiriente. Uno trata de ser lo más objetivo posible, respeto mi trabajo muchísimo, pero muchas veces las redes sociales son como una jungla. Y no me morfo ni que está todo divino, tampoco eso de que está todo mal.

—Hoy el presidente hace los anuncios por Twitter. ¿Cómo te sentís con la nueva dinámica de la política?

—Eso es un nuevo factor al que me ha costado acostumbrarme. No soy de las redes, y tampoco soy tecnológico, soy un tipo de lápiz y papel. Eso de que un periodista se escriba por Whatsapp con un ministro es como de locos, pero hoy la comunicación es así.

—¿Cómo se trabaja la objetividad periodística en estos tiempos de redes?

—En esta profesión tenés que ser lo más objetivo posible. Es imposible la objetividad absoluta porque ante un mismo tema, dos periodistas lo van a tratar de manera distinta, con su propio matiz. Uno trata de ser lo más objetivo posible, pero también cada uno le pone su impronta a la forma de transmitir la noticia, por más fría que sea. Al decir los temas de una manera, uno le está poniendo subjetividad. Es una tarea que a mí me apasiona y no me arrepiento de haber agarrado para este lado de la comunicación.

—¿Siempre te gustó cubrir los temas de política?

—Nunca estuve en política y nunca me llamó la atención. Nunca milité. Mi papá era comerciante y mi mamá empleada, y nunca estuvieron vinculados a nada de la política. Creo que nunca fueron a un acto político, pero termino cubriendo política porque las circunstancias me llevaron a que de repente en la salida de la dictadura hacia la democracia había una avidez por el consumo de noticias políticas. Trabajaba en radio, no teníamos un gran equipo, éramos tres y había que ir a cubrir las convenciones de los partidos, de todos. Eso me llevó a profundizar en esos temas, porque era lo que la gente quería ver, y me fui quedando. Hice parlamento, gobierno y parece que no lo hacía tan mal que me fui quedando para esas coberturas.

—Has estado en todos los gobiernos. ¿Cuál fue el primer gran acto que cubriste?

—Transmití el Acto del Obelisco (27/11/1983), qué viejo estoy (risas). Ese acto fue mi primera transmisión, y estábamos saliendo de un gobierno militar. Pasé por todo lo que hemos atravesado los uruguayos, siempre trabajando y en mi interior guardo como un tesoro el hecho que jamás tuve un inconveniente con nadie. Hice cobertura en los dos períodos de Sanguinetti, Lacalle padre, Batlle, los tres períodos del Frente Amplio, y nunca tuve un drama. Creo que he llevado bien ese vínculo, el respeto entre el reportero y la autoridad, y capaz que me fue bastante bien porque estuve en todos los gobiernos sin inconvenientes.

—Y te has mantenido activo.

—Mantenerse en este medio no es algo menor. Por eso agradezco todos los días, porque uno trabaja en lo que le gusta y he podido criar a mis hijos trabajando en lo que a uno le gusta. No se puede pedir nada más.

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