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Laura Novoa, la actriz que venció el prejuicio y ahora brilla en el "Cantando"

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Laura Novoa

Entrevista

Novoa a menudo asociada a exitos cinematográficos y televisivos cuenta cómo fue integrarse al programa más exitoso del momento y que se ve en La Tele a las 22.45

Laura Novoa
Laura Novoa en el Cantando

Laura Novoa se reconoce un poco obsesiva en su trabajo, tanto que se ocupa de cada detalle, de la ropa que va a lucir, el maquillaje y los accesorios que más le convienen. Por ejemplo, para la segunda gala del Cantando 2020 (que en Uruguay se emite de lunes a viernes a las 22.30 por La Tele), buscó a quien la vistió para la obra de teatro El casamiento, de Witold Gombrowicz.

Novoa, una de las grandes actrices argentinas de su generación, asegura que otros fueron más prejuiciosos que ella cuando aceptó ser parte del certamen. La cuarentena por la pandemia de coronavirus la agarró en plena mudanza y con un maravilloso panorama laboral: estaba haciendo Si la cosa funciona, en teatro, a dos días de empezar a filmar una película y con una serie de televisión en carpeta para fin de año. Todo se desvaneció, pero ella siguió con su otra actividad: el coaching. En esta charla la actriz habla de cómo se siente en este programa de canto, de feminismo, de mujeres y de amor.

—Pocos te imaginaban en el Cantando, ¿se te había cruzado por la cabeza ser parte de ese show?

—Todos los porqué los explicó Nacha (Guevara) en su primera devolución. Tenía tanto miedo y estaba tan asustada que cuando habló Nacha algo me hizo clic en el corazón. Soy de estudiar y esforzarme mucho hasta que hay un momento mágico y Nacha lo resignificó: tiene que ver con el desafío de buscar espacios nuevos que nos vuelvan a interpelar. La cuarentena me agarró en un principio de año que hacía años que no tenía: estaba haciendo teatro, a dos días de filmar una película que me tenía como protagonista y con una serie de televisión para fin de año. Además estaba un poco estresada porque me mudé en marzo, a las dos semanas anunciaron la cuarentena y yo estaba sin las lamparitas en la casa, y así sigo. Al principio sentí un enorme bache y lo único que seguí haciendo fue coacheo. Lo hago desde hace muchos años y me llegó de una manera inesperada.

—¿Qué fue lo primero que pensaste?

—Tengo algo un poco místico con esta profesión y siento que los personajes vienen a uno para aprender algo. Respetuosamente pensé qué era lo que venía a decirme esta oportunidad de trabajo, en principio, y además considero que el trabajo dignifica. Tengo la sensación de que siempre que estoy a punto de retirarme, cosa que me pasa seguido (risas), pero ahí aparece algo nuevo.

—¿Por qué pensás en retirarte?

—Desde lo lúdico. Pintaba un año genial de trabajo, llegó la pandemia y estaba en casa sin verle la vuelta. Cuándo vamos a volver a hacer teatro, que aprueben protocolos de cine, que las productoras vuelvan al ruedo porque sino están fundidas le pegan en el palo. Con el tiempo entendí que aprendí mucho más en trabajos en los que sentía más miedo que esperanza. Entonces agradecí el trabajo. Fantaseo con jubilarme haciendo coaching porque es un trabajo más artesanal y privado, muy lejos de la exposición que es algo que me cuesta. Cuando me convocaron estuve tres días bastante neurótica porque me asustaba dar este salto enorme, pero me animé. Confieso que es complicadísimo ensayar por Zoom, casi sin conocer al otro. Pero tengo un equipo maravilloso: mi compañero Patricio Arellano y la coach, Sol Bardi, y mi ángel de la guarda es Katie Viqueira, maestra de cantantes a la que llamé antes de aceptar y le dije: “Una buena coach sabe buscar otra buena coach, te pido que hagamos una clase y me digas crudamente si pudo hacer esto o no”.

—¿Y qué te dijo?

—Y me dijo que sí. Justamente en esta cuarentena tomé clases de canto, de guion, estoy haciendo yoga todos los días porque me gusta investigar sobre eso. Hice todo lo que siempre dejaba pendiente por falta de tiempo. No me aburrí, todo lo contrario, más bien no me alcanzaban las horas del día. Las primeras semanas fueron la nada misma y después pensás cómo hacer de éste un tiempo de sembrado para poder salir más fuerte, tener oportunidades y ver qué nos viene a decir la pandemia. Me ocupaba de todo eso y además de mis papás, porque me mudé a dos cuadras de su casa. Ellos no salen así que les llevamos las compras y también les limpiamos la casa. Un laburazo que les dejé armado a mis hermanos (risas). También les daba clases de yoga porque no pueden dejar de moverse y entonces caminan por la casa, tienen todo un circuito. Y ahora todo es un caos porque no puedo hacer más que cantar las 24 horas del día.

—¿Qué te dijeron tus padres y tus hijos, Mora (19) y Franco (14)?

—Fui la menos prejuiciosa de todos. Me sorprendieron mucho las actitudes de los demás. Mis padres, creo que por el miedo, me dijeron: “Pero no lo vas a hacer, ¿no?”. Y acepté porque está bueno, hoy tengo el diario del lunes, pero en ese momento no sabía dónde me metía y hoy lo estoy disfrutando, me saco la joggineta, me peino, me maquillo, me visto y me voy a jugar un rato; no de actriz, pero le pega cerca porque es como si me hubieran llamado para hacer un musical. Es parte de lo que amo hacer. Después hay otro costado que no conozco y espero no salir lastimada del evento, pero creo que no va a pasar. Por ahora, estoy conectada con la mitad del vaso lleno.

—¿Preparás las previas? Son parte importante del show y el jurado las tiene en cuenta para las calificaciones.

—Hago lo mismo que hago con un personaje: estudio muchas horas por día. La coach me tuvo que parar diciendo que no ensayamos los fines de semana. Si fuese por mí, ensayo cinco horas diarias, pero me dijeron que son dos. Estudio la canción, imagino el acting - porque me gusta la dirección-, después buscamos la ropa, el maquillaje y el peinado, y con todo eso armado voy y no preparo ninguna previa. Tengo la suerte de que el jurado es teatrista. Cuando Nacha me habló supe que entendía todo. Lo mismo con Pepito (Cibrián) y Moria (Casán). A Karina, la Princesita la conozco menos y es de otro palo.

—Alguna vez contaste que le tenés un poco de fobia a la exposición, ¿aprendiste a manejarla?

—Es verdad que me incomoda la exposición. Es como la canción de Silvio Rodríguez, “Sueño de una noche de verano”: “han echado basura en mi verde jardín”. Siento que la vidita privada de cada uno es de cada uno, en donde la peleamos todos, yo siendo madre, argentina, mujer, feminista, comprometida. No me asusta el desafío. En el Cantando me siento en una familia de artistas y si el jurado dice que no les gustó, qué puedo retrucar. Después de tanto esfuerzo y tanto miedo, en el momento en que pisé la pista pensé: “Puedo estar acá sin que me duela la panza”. No lo sufrí. La pasé super bien.

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