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Juan Leyrado: "Este gobierno actual no tiene la cultura entre sus objetivos"

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Juan Leyrado

ENTREVISTA

El actor argentino fue premiado el sábado en el marco del festival de cine Piriápolis de Película

El sábado pasado en el Argentino Hotel, en el marco del festival Piriápolis de Película, Juan Leyrado recibió el Premio Municipio de Piriápolis. Horas antes de la ceremonia, el artista habló con El País sobre su carrera y los cambios a los que desafía en el presente.

-¿Te sorprende un homenaje en Piriápolis?

-Un poco sí, aunque es un lugar que está en mi mapa personal, no solo por el festival, sino porque soy un fan de Uruguay. Suelo andar por estas zonas con mi familia, y también soy bastante conocido en Uruguay, por la televisión y por el teatro.

-Tú estás haciendo en Buenos Aires Un enemigo del pueblo, en una versión que ha sido muy comentada. ¿Ves posible que la obra venga a Montevideo?

-Tengo unas ganas que me muero. Yo he venido con muchas de las obras en las que trabajé. Ojalá podamos venir con esta obra porque es extraordinaria. Por lo que me dicen, me parece que hay problemas de costos, que los impuestos son altos, y a la producción no le rinde. Yo vengo como sea. Pero el comentario que me han hecho es que no cerraba económicamente. Por ahora no da. 

Juan Leyrado
Juan Leyrado, un reconocimiento más a su carrera. Foto: Francisco Flores

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-Vos trabajaste en la segunda temporada de Un gallo para Esculapio. ¿Habrá tercera temporada?

-Dios quiera que se haga, está por verse. Fue muy lindo participar. En Argentina siempre hay un público para ese tipo de trabajos, pero nosotros hemos perdido mucho mercado. No hubo una política fuerte para que se haga producción. Es muy caro producir en Argentina. Los países muy desarrollados en ese terreno hacen todo lo posible para colocar su material, y nosotros en Argentina no tenemos una defensa importante de lo que producimos. Hoy en mi país las producciones son mínimas, habiendo tantos actores, técnicos y demás. En el gremio el porcentaje de desempleo es de más de un 80 por ciento, incluyendo a actores conocidos.

-Si comparás los tiempos en los que vos hacías Alta comedia, por ejemplo...

-En realidad, desde la recuperación de la democracia hubo todo un impulso, que se fue sosteniendo. Era otro mundo. Estaba Alejandro Romay, que era un loco y hacía producciones todo el tiempo. Y así en todos los canales. Y después ingresó Pol-ka, para hacer cosas maravillosas. Y estaba todo dado para seguir creciendo en ese terreno. Con el gobierno pasado, hubo un impulso, pero tal vez se necesitó más tiempo: pero se podía haber hecho más. Y este gobierno actual no tiene la cultura entre sus objetivos. Y en todo eso, nosotros dando vueltas, como cualquier trabajador.

-¿Y temáticamente cómo lo ves?

-Yo creo que hay una crisis mundial de temas. Por un lado es como si hubiera muchos temas: en tu celular nomás ves un montón de cosas. Pero es todo como muy de golpe, sin profundizar. Yo busco mucho para el teatro, y cuesta mucho encontrar. Por eso se reeditan tanto cosas de antes. Creo que hay una crisis al respecto, que tiene que ver con que hoy es muy difícil sentarse con tiempo a escribir una obra. Porque entra en juego el apuro, la evaluación si conviene, y cómo conviene hacerla. Y si va a salir por Netflix o no. Y todo eso le llega al autor, porque el productor le va diciendo lo que conviene. Creo que todo eso distrae a la creatividad.

-Y en cine ves que también pasa eso.

-Creo que nos estamos buscando todos. Y en esa búsqueda nos quedamos en algunos lados, no tenemos claro como es. Vos antes en una obra podías más o menos contar cómo era tu lugar, tu familia. Y lo armabas. ¿Cómo hacés para contar eso hoy? Vivimos en un abanico de sensaciones, de estímulos. Donde más que pensar, somos pensados. Hoy es como que fuera desapareciendo el pensamiento propio. Esa es la sensación que tengo.

-Vos tenés una voz colocada naturalmente.

-Sí, yo no trabajé para lograrlo, mi padre tenía una voz así. Yo tengo la voz colocada naturalmente, y por lo tanto es algo de lo que no me tengo que preocupar a la hora de actuar. Eso es algo que en los actores jóvenes no se ve mucho. Yo creo que el no respirar bien, el no escuchar al otro, el apurarse en decir las cosas, la ansiedad, hace que la voz a veces no se integre con lo que se está queriendo decir.

-¿Qué te llevó a ser actor?

-Creo que fue el hecho de no querer ser adulto. No quería dejar de jugar. Aunque cuando lo decidí no lo pensé así. Después me di cuenta. Cuando tenía unos 14 años, sentí que el mundo de la adultez que se me presentaba me iba a quitar la parte lúdica. Yo era un chico bastante solitario. Pero cuando descubrí que había algo que se llamaba teatro, fue por casualidad. Yo no había ido con mi familia al teatro. Cuando entré por primera vez al teatro fue para trabajar. Y para mí fue un grupo de pertenencia, gente que seguía jugando. Y entendí que el teatro era una manera de legalizar el juego frente a la sociedad. Creo que ser actor te permite jugar sin quedar como una persona demasiado rara. La sociedad admite que uno pueda jugar a ser otras personas, siempre que haya un escenario.

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