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Así es "Argentina, tierra de amor y venganza", el drama de época de El Trece que se puede ver en streaming

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Argentina, tierra de amor y venganza. Foto: Difusión

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La superproducción de época está disponible para ver en Cablevisión Flow

El pasado no fue un año más para El Trece. El canal argentino tuvo rating desparejo y perdió reiteradamente la pelea con Telefé, y tuvo conflictos en la órbita de ShowMatch (problemas con los pagos, cambios de productora y la caducidad de un formato que supo dar mucho rédito). Además, Juan Darthés, protagonista de Simona, una de sus últimas ficciones de prime time, fue denunciado por violación, situación que de alguna manera repercutió en la empresa.

Para cambiar la pisada, el canal apostó todas sus fichas a Argentina, tierra de amor y venganza, un nombre largo y grandilocuente que resume el espíritu de esta telenovela de época, que para Uruguay está disponible en Cablevisión Flow. Tiene como elementos una inversión económica importante, una dupla de guionistas con éxitos a cuestas (Carolina Aguirre y Leandro Calderone), y un elenco lleno de caras conocidas y mediáticas.

Están Benjamín Vicuña y Eugenia “China” Suárez, pareja en la vida real pero no en la ficción; Gonzalo Heredia, Fernán Mirás, Andrea Frigerio, Virginia Innocenti y como frutilla de la torta, el español Albert Baró, que por acá se hizo conocido como coprotagonista de la serie catalana Merlí, que está en Netflix y se ve por TV Ciudad.

Estrenada el 11 de marzo, Argentina, tierra de amor y venganza, rebautizada “ATAV”, transcurre en la década de 1930 y aunque en el fondo es una historia de, como avisa el título, amor y venganza, tiene todo un contexto social en el que el país es la tierra prometida de un montón de migrantes que huyen de Europa y de la guerra.

El puntapié inicial para todo este culebrón lo da Torcuato Ferreyra (Vicuña) con una traición imperdonable a su compañero en el campo de batalla, Bruno Salvat (Baró). Ferreyra se queda con lo más preciado de Salvat —sus propiedades, su dinero y su hermana— y llega a Argentina, para construir su imperio. Tras sus pasos vendrá, tiempo después y con poco en los bolsillos, el propio Salvat, que quiere vengarse y recuperar a Julia, ahora prostituta en una red de burdeles que maneja Torcuato Ferreyra.

Las vueltas de la vida harán que el justiciero español se enamore de la flamante prometida del villano, Lucía Morel (Delfina Chaves), y de más está decir que ese amor, aunque prohibido, será correspondido. Porque Morel aceptó el compromiso con el hombre más rico del lugar, porque su familia está llena de deudas, su padre tiene que hacer un tratamiento caro por una enfermedad, y su madre es malísima y la manipula a niveles preocupantes.

Entre un montón de personajes secundarios, la otra línea argumental relevante tiene que ver con Raquel Zimmerman (China Suárez), una polaca que llega engañada a Argentina para encontrarse con que la promesa de un marido es, en realidad, el anzuelo para obligarla a prostituirse. Pero antes de que empiece su calvario, en el barco, conoce a Aldo Moretti (Gonzalo Heredia), que trabaja justamente para Ferreyra —el malo, el traidor y el magnate de la red de burdeles—, y que se enamorará de ella de inmediato.

En sus primeros capítulos, todos disponibles en el servicio Cablevisión Flow, la telenovela mostró logros y falencias, y dejó servida una trama que tiene en Zimmerman, su vínculo más fuerte con la historia real. Su personaje está inspirado en Ruchla Laja Liberman, una inmigrante polaca que en Argentina fue presa de una red de trata de blancas, que luego terminó desmantelando gracias a las denuncias que realizó.

En cuanto a logros, el principal tiene que ver con la reconstrucción de época a nivel de vestuario y escenografía. Además, las actuaciones de Vicuña y Baró sobresalen del resto y la de Chaves, debutante en un papel protagónico de tira diaria en horario central, no desentona. Y hay cuestiones arquetípicas que trascienden el tiempo y están puestas sobre la mesa, como la trata de personas, la lucha de clases y la inmigración, además de la homosexualidad reprimida y los estereotipos de belleza, que tienden un lazo hacia la actualidad.

Sin embargo, habrá que ver cómo avanza esta telenovela para ver qué le aporta al debate feminista. Hasta ahora, este relato de época ha puesto en pantalla a mujeres oprimidas y relegadas por un sistema patriarcal, pero sabiendo el final de la historia de la polaca, o prestándole atención al diálogo del personaje de Morel, se puede esperar que al final sea las mujeres las que se impongan.

En cuanto a las falencias, hay dos cuestiones claves: tanto los diálogos como la música incidental que se utiliza (al margen de que el tema central es de Abel Pintos) no tienen nada que ver con la época, y bien podrían ser parte de una historia situada en el siglo XXI. Y hay actuaciones que hasta lo que se ha visto, no dan con la tecla, como la de Suárez.

Pero en el fondo, Argentina, tierra de amor y venganza tiene los condimentos que han tenido las clásicas y exitosas telenovelas argentinas. Eso y la apuesta ambiciosa, son dos ganchos para el público que todavía disfruta de los formatos televisivos más convencionales. Porque no sólo de series vive la gente.

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