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Antonio Gasalla cumplió años: "Cumplo 80 y la vida sigue, lo tomo como es"

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Antonio Gasalla

Entrevista

El capocómico argentino habla de su vida en la pandemia, de cómo se ve haciendo cine, de qué le parece el teatro en la pandemia, de su educación como actor y por qué no le gusta MasterChef Celebrity

Antonio Gasalla
Antonio Gasalla cumplió 80

"Ya he cumplido tantos años en mi vida que lo vivo normalmente”. Antonio Gasalla está con ganas de hablar. Ayer, martes 9, cumplió 80 años y el número redondo amerita uno de esos balances que suelen hacerse en las fechas especiales.

Cómicos hay unos cuantos, capocómicos algunos y un puñado de comediantes estelares. Antonio Gasalla ocupa otro status en ese escalafón. El actor es la última estrella del humor argentino con rango de celebridad. Comparable a Niní Marshal o Alberto Olmedo, Gasalla escribió páginas destacadas en la historia de la comicidad nacional. En una televisión que enterró el formato y un teatro en crisis pandémica, el agradecido género del humor, tan complejo de llevar a cabo, hoy es una asignatura pendiente en la industria del entretenimiento.

El palacio de la risa, Gasalla en pantalla, El mundo de Antonio Gasalla y tantos otros títulos, lo convirtieron en la figura referencial del humor televisivo. En sus programas desfilaban esos personajes que radiografían, con desborde, buena parte de la miseria, las debilidades y los laberínticos recovecos de la raza humana. La fóbica y temerosa Soledad Dolores Solari, la empleada pública Flora siempre atenta a la corruptela y desnudar la burocracia estatal, la abuela que retrata la realidad de un grupo etario no siempre atendido, la manipuladora Yolanda lista para manejar a su gusto el orden familiar desde una silla de ruedas, la periodista Edith enfocada en reflejar conflictos insólitos, y tantos más. Algunas de esas criaturas, como la famosa abuela popularizada en Esperando la carroza, nacieron en sus innumerables temporadas teatrales en el Maipo.

En esta charla habla de su carrera, su formación y sobre cómo está viviendo la pandemia.

—¿Cómo toma esto de cumplir 80?

—Cumplir años en distintos momentos no es lo mismo. Cumplo 80 y la vida sigue, lo tomo como es.

—Desde hace bastante tiempo, la televisión no le da espacio al humor. ¿Por qué?

—No lo puedo decir yo, que estuve tanto en televisión. En los últimos días escuché que algunos canales están pensando hacer mejores programas, porque lo que quedó adentro de la televisión son propuestas muy elementales.

—Sus personajes femeninos, desde el lenguaje de la farsa y la caricatura, interpelaban las miserias sociales. ¿A qué apelaba para poder componerlos y llegar al alma de ellos?

—Si uno es autor, no tiene que plantearse “cómo voy a hacer” o “qué voy a hacer”, tiene que salir naturalmente para luego corregir. Tampoco hay una sola manera de actuar. Cuando hacía televisión, me llevaba todo el día grabar uno de esos personajes. Terminaba a las ocho o nueve de la noche y ya me ponía a pensar en lo siguiente.

—En los últimos meses, Master Chef Celebrity es el programa más visto de la televisión argentina. ¿A qué atribuye el fenómeno? ¿Por qué cree que las audiencias se inclinan por una competencia de cocina?

—No sé si Master Chef Celebrity tiene tanto público. Están tratando con gente que no cocina muy bien. Cuando el participante lleva el plato para que lo evalúen es tremendo, pero se divierten, se ríen. Si me decís que la gente que está cocinando ahí sabe cocinar, me parece un horror. Hubieran puesto a una mujer de familia que sepa cocinar, porque los que van, no saben.

—Antes de la pandemia ya era casi nula la ficción en televisión. ¿Se revertirá la tendencia?

—Que vuelva todo. Que se hagan teleteatros, los dramas a la noche, los programas de preguntas y respuestas.

—¿Cómo transita la pandemia?

—Fue una situación obligada, fue terrible estar todos encerrados. Pero, repito, mucha gente dejó de usar el barbijo y así es como después terminan internados 10 o 15 días. Pasó con gente que está trabajando en la calle Corrientes. Estar encerrados o tener que usar barbijos hizo que todo cambie mucho.

—¿Extraña trabajar? ¿Qué le gustaría volver a hacer: cine, teatro, televisión? ¿Cómo quisiera regresar a la actividad?

—Como está hoy día el teatro, no volvería. Otra cosa sería hacer una película.

—El film Dos hermanos narraba una historia conmovedora donde Graciela Borges y usted estaban espléndidos en sus caracterizaciones. ¿Le interesaría protagonizar un material con esos matices sensibles?

—Hablé bastante con Graciela Borges en los últimos dos años, pero el cine no es mi fuerte. A mí me cuesta pensar en una película. Así como puedo pensar en un escenario y ver qué pongo y qué hago, en cine siento una especie de falta de práctica. Con Graciela hablamos y volveremos a hablar cuando ella regrese de su casa de campo para ver si hacemos algo.

—¿Por qué el cine no es un lenguaje transitado por usted con asiduidad?

—El cine me cuesta mucho. Hacer las escenas sueltas es una técnica muy distinta a las otras formas de actuación.

—Aunque sin las esperas del cine, usted hablaba de todo lo que le insumía grabar sus programas, donde sus personajes requerían de una importante caracterización física. Ese también era un ritmo demoledor.

—Cuando uno es joven y adora su profesión, lo puede hacer. Por suerte, había egresado de la Escuela de Arte Dramático, había tenido como profesoras a María Rosa Gallo y a mucha gente importante.

—Aquella era una formación integral que incluía aspectos éticos de la profesión.

—Teníamos que llegar a las cinco de la tarde y nos quedábamos hasta la una de la mañana. En la escuela no se podía gritar ni hablar fuerte, uno aprendía formas que te quedaban para siempre.

—Disciplina.

—Y sí. Uno hablaba con gente importante como Alfredo Alcón o Inda Ledesma. Cuando comencé en televisión hice un programa con Inda Ledesma. Nunca había hablado con ella ni ella conmigo, pero me largó todo lo que tenía dentro para poder hacer lo que teníamos que hacer. Así es como las cosas se ponen en movimiento.

—¿Siente nostalgia por aquella industria del entretenimiento de su adolescencia y juventud?

—Eso en este país se ha cortado. Se ha cortado el enorme movimiento artístico que teníamos, lo teatral, la música. Hoy es difícil. Vas a un teatro y le sacaron una fila por medio, quedan dos butacas juntas y tres que no están. A veces, quiero ir al teatro porque me interesa algo, pero siento que me voy a distraer más viendo al público, a la gente.

—¿Cómo ve al país?

—Es difícil hablar de la Argentina. La Argentina tiene muchos vaivenes, vueltas. En mis años he visto dictaduras de lo peor. Tenías que salir corriendo porque venían dos militares, uno con una navaja y otro con un banquito, para pelarte la cabeza.

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