teatro

carlos reyes

Alguien dijo una vez que una obra de teatro está más cerca del cuento que de la novela. En alguna medida es cierto, dado que la pieza teatral y el relato breve suelen ser consumidos de un tirón, mientras que la novela lleva tiempo leerla. Sin embargo, a veces el teatro toma dimensiones novelísticas, cuando un argumento cobra una dimensión temporal enorme y contiene muchos personajes y numerosas vueltas de tuerca. Así es After Electra, que la Comedia Nacional acaba de estrenar en Sala Verdi.

Fue en realidad una sorpresa reencontrarse con el nombre de la dramaturga inglesa April de Angelis en la cartelera de teatro, autora que el año pasado había aportado un texto de interés: Bichos de teatro. Y en ambas obras, muy distintas, se repiten algunos elementos, entre ellos su mirada sobre la mujer y los prejuicios que a veces tuvo y tiene que enfrentar. Y en los dos textos la autora exhibe cierto trasfondo humanístico, y una reflexión profunda sobre las artes. En el caso de Bichos de teatro, una visión histórica sobre la mujer en la escena londinense. Ahora, en After Electra, una meditación sobre una pintora que lucha por su arte, en tensión con su familia y su entorno social. Estamos ante una dramaturga culta, original en los temas que trata y cómo los encara.

En esta versión uruguaya, la feliz sorpresa fue la incorporación de Myriam Gleijer al elenco oficial para esta obra. La actriz, de extensa trayectoria, da muy bien en esa pintora atormentada, que al final de su vida decide suicidarse, desencadenando una serie de episodios, llenos de vitalidad escénica. Gleijer interpreta acertadamente el decaimiento de su personaje, la vejez y sus sinsabores. Y el elenco de la Comedia da vida al plantel de ricos personajes que, cada uno desde su lugar, forman parte de la vida de esta pintora. La trama de nexos entre los personajes es fecunda y apretada, y demanda concentración del espectador para seguir paso a paso todas las idas y vueltas. Es cierto que a varios integrantes del elenco oficial le costó salir de sus zonas de confort, y saltar más hacia sus respectivos personajes. Pero el conjunto es muy bueno, y la eficaz escenografía lo enmarca bien. Eso sí: es una obra para público habituado a ver teatro, porque demanda seguir con calma un par de horas de representación.