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Tres días en la ciudad que se llenó de gente de teatro

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Victoria Rodríguez

Estuve ahí: 2° feria de artes escénicas de treinta y tres

La capital olimareña vivió una intensa actividad cultural en esta segunda edición de la Feria de Artes Escénicas

La ciudad de Treinta y Tres, a primera vista, no parece haber cambiado demasiado en relación a 20 años atrás, por marcar un lapso. La plaza principal tiene ahora unas luces de colores que de noche le dan un efecto raro, y “Felices los cuatro”, de Maluma, suena sin parar. Pero superada esa primera impresión, la plaza parece conservar su silueta de siempre. Hace muchos años que cerró el bar London, y esa ausencia se extraña, pero ahora hay un par de lugares para comer, más de diseño. La gente del lugar explica que los cambios de la ciudad se notan más hacia las afueras. Allí, en la capital olimareña, del viernes al domingo pasados tuvo lugar la 2° Feria de Artes Escénicas, que reunió a gente de teatro, nacional y extranjera, en busca de correr un poco el eje del circuito escénico hacia el Interior.

El viernes 13, Pepe Vázquez y Julio Calcagno se presentaron en el Teatro Municipal: Aeroplanos fue el primer título de los seis que se dieron en el festival. Y el espectáculo estuvo muy bien elegido, dado que Pepe Vázquez es oriundo de Treinta y Tres, pero a su vez el público del lugar lo recibe como a alguien que llega de Montevideo. Incluso como un olimareño que triunfó en la Capital. Evidentemente, las capitales departamentales tienen su circuito cultural de ciertas dimensiones, y asombra la cantidad de público que pueden convocar las obras que visitan la ciudad.

Los espectáculos se presentaron en dos salas, que de algún modo reflejan la realidad cultural que viven hoy el departamento y su capital. Por un lado, el viejo Teatro Municipal de Treinta y Tres, cuyo edificio conserva algo de la gloria de otros tiempos de la cultura uruguaya, y también expresa el paso del tiempo, y quizá hasta el declinar de las artes escénicas del lugar. De todos modos, el teatro sigue conservando su encanto, y está siendo mejorado en su infraestructura, aunque no cuenta con un equipo técnico permanente que atienda las necesidades del escenario.

Otras obras se dieron en el Centro Democrático, un enorme lugar en plena refacción, que aunque todavía está sin terminar demuestra las mejoras que en infraestructura cultural se están llevando adelante en el departamento. Allí se improvisó un escenario y una platea, y se vieron cosas interesantes, como Trombo, un obra llegada desde Brasil.

Es curiosa la admiración con que se recibe en el interior a los artistas que van desde Montevideo. La comunicadora Victoria Rodríguez presentó su obra plástica en el marco de la Feria, y fue saludada por un grupo de admiradores, que insistían en sacarse fotos con ella. “Todo bien, pero miren también los cuadros”, comentó la actriz con buen humor. Y los cuadros de Rodríguez son interesantes de ver, dado que tienen un componente decorativo, y están hechos con buena técnica.

La Feria abarcó diversos tipos de modalidades, entre ellas un taller del fotógrafo Alejandro Persichetti, quien trabajó junto a fotógrafos en cómo sacar todos de espectáculos. Más allá de lo netamente artístico, el encuentro tuvo su fuerte en las rondas de negocios. En un enorme salón, junto a unas mesas se ubican los programadores de sala, del Uruguay y algunos extranjeros. Y los productores de espectáculos tienen breves reuniones con ellos, para presentar los distintos espectáculos que están promoviendo. En pocas horas se hacen decenas de contactos, teniendo además la posibilidad de programar giras, es decir, que un productor acuerde con varias salas un circuito.

Mientras todo eso ocurría a nivel oficial, la capital departamental también vivía su cultura alternativa: el viernes hacia las 20.00, por ejemplo, el premiado escritor olimareño Gustavo Espinosa, junto al profesor Nilo Berriel, salían al aire con su programa de blues por la radio comunitaria Utopía. Y en la noche del sábado, en el boliche Porfiado, se dieron cita las dos culturas, la oficial y la alternativa, a brindar y tomar cerveza artesanal, mientras se mostraban al público las fotos tomadas por Persichetti y su equipo.

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