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Texto desesperado para cuatro actores

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El espectador joven, que a veces está menos familiarizado con un texto como Fin de partida, se ríe intermitentemente, desde el asombro, y desde la identificación con algunas frases geniales.

El espectador más conocedor con el texto lo escucha atento, concentrado, quizá buscando no reír tanto para no de desatender. Beckett vuelve a ofrecer un recorrido escénico rico en situaciones, en relaciones humanas, dando mucho para ver y meditar.

Quien ha visto actuar a Pepe Vázquez en otra oportunidad (miles lo han visto miles de veces, a lo largo de su larga y variada carrera) puede suponer algunos de los modos en que el actor resolverá su personaje, lleno de material para actuar. Pero, de todos modos, verlo es un placer, y una sorpresa, dado el sentido humano que le imprime a esta nueva creación. Su risa, su mueca ingenua, su nerviosismo, puede que queden grabados en la memoria del espectador.

Junto a él, Rogelio Gracia hace también un trabajo escénico maravilloso, con mucha expresión corporal, con un juego muy interesante al trabajar con los objetos, al encarar el delirio, o al comportarse medio como un zombi. Como buen conocedor del escenario, Beckett da a cada personaje su momento de mayor lucimiento, que estos actores aprovechan con mucho oficio. Y el autor brinda también la posibilidad de mucho trabajo corporal, otro asunto enriquecedor.

La obra tiene esa otra dupla clásica (Nagg y Nell), en esta ocasión encarnados por Héctor Spinelli y Susana Anselmi, que aportan un gran trabajo que redondea la calidad del elenco. En ese sentido, Denevi, un gran director de actores, hace andar a los cuatro con gran libertad y precisión, elementos que la platea agradece con su aplauso. Y también con la risa que surge salpicadamente de algunos puntos de la sala, por separado. A veces ríen solo uno o dos, cosa que da un efecto también gracioso.

Fin de partida es una obra llena de estímulos, que habla de un mundo en descomposición, que el espectador seguramente no tomará como totalmente ajeno. La sumisión, las relaciones de dependencia patológica, son aspectos clave de este universo que se deshace, que se apaga.

Visualmente la puesta podría ofrecer más. La escenografía no brinda mucho a los ojos del público, descansándose en algunos lugares comunes de ese rubro técnico. Junto a ella, las luces (fundamentales en Beckett), tampoco logran darle potencia estética al conjunto, que se disfruta por el texto y las actuaciones, pero con algunos límites a la hora de haber concebido todo los objetos que hay sobre el escenario. Porque por más que pinte un mundo de declive, nada hubiera impedido una escenografía estéticamente creativa.

Fin de partida [***]

Autor: Samuel Beckett. Traducción y dirección: Jorge Denevi. Elenco: Pepe Vázquez, Rogelio Gracia, Susana Anselmi y Héctor Spinelli. Escenografía y vestuario: Nelson Mancebo. Iluminación: Eduardo Guerrero. Sonido: Alfredo Leirós. Teatro: Sala Hugo Balzo, del Auditorio Nacional Adela Reta, Mercedes y Andes. Funciones: De jueves a sábados a las 21:00, domingos a las 18:00. Hasta el domingo 22 de mayo inclusive. Entradas, Tickantel, $ 400.

CRÍTICA - TEATRO

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