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Un teatro que sabe sorprender

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Un montaje hecho con poco que dice mucho. Foto: M.Fernández Russomagno.

El absurdo es y ha sido un arma de doble filo a la hora de llevarlo a escena, tanto desde el surrealismo o el dadaísmo, como desde todos los movimientos estéticos posteriores que se han valido de él. Y ha dado textos y espectáculos magistrales, como Esperando a Godot, y también ha aburrido al público por medio de obras obvias, o directamente sin sentido.

Afortunadamente Stella Rovella logra en Una aldea mirando al sur llevar a escena un argumento en el que lo absurdo enriquece la trama y sus muchos sentidos.

El espectador tiene mucho para sorprenderse en este montaje numeroso en actores, que parte de la novela El arrancacorazones, de Boris Vian. Y la versión logra el difícil tránsito del libro al escenario, aprovechando las muchas situaciones del relato para hacer un espectáculo picado en acciones, ágil, de escenas variadas.

Una mujer que detesta a su marido tiene tres hijos en un único parto, muy bien resuelto desde el punto de vista escénico. A partir de allí se va dibujando la vida de un poblado desalmado, en el que todo puede ser comprado y vendido: el remate de ancianos, por ejemplo, está entre uno de los pasajes divertidos y crueles del conjunto.

La madre tiene, entre otras manías, una sentido excesivo de protección de sus hijos, desde donde se pinta desde las formas de educación hasta la sensación de inseguridad que se vive en un mundo en el que los valores han ido dando paso al valor de las cosas.

Rovella, una directora cuya notoriedad en este medio está por debajo de su talento y su dedicación al teatro, ofrece al espectador no solamente un buen texto, lleno de ideas provocadoras, que invitan a divertirse mentalmente y a reflexionar. También lo lleva a escena con economía y buen lenguaje teatral, apelando a mucha libertad en la dirección: hay escenas que están fantásticamente resueltas, con elementos mínimos de utilería, y mucho ingenio para manejarlos. El estilo actoral del elenco recorre un registro también de interés, dado que el absurdo no ahoga los detalles en las actuaciones, algunas muy disfrutables.

Rovella ha aportado a la escena nacional cantidad de montajes de interés, en los que lejos de transitar un único estilo o temática, ofrece siempre un camino nuevo, un asunto de interés, un puñado de inquietudes para compartir con el público, que en este caso necesita tener cierta inquietud estética, o al menos gran amplitud mental, o aunque sea bastante curiosidad.

Entre los últimos trabajos de la directora ha figurado por ejemplo Juan Palmieri, aquella inquieta obra de Taco Larreta que hablaba de los momentos políticos previos a la dictadura. Ahora, en otro registro muy distinto, la directora vuelve con un espectáculo entretenido, que tiene asunto para la reflexión y una mirada crítica sobre los días que corren.

SABER MÁS

Una aldea mirando al sur ***

Adaptación y versión: Mercedes Pallarés, Stella Rovella. Dirección: Stella Rovella. Diseño de escenografía, vestuario e iluminación: Larissa Erganian. Música: Fernando Ulivi. Elenco: Hugo Falero, Elsa Mastrángelo, Jorge Villarmarzo, Néstor Rizzo, Carlos Morán, Federico Garay, Florencia Sacco, Virginia Olveyra, Eugenia Josponis, Stella Rovella, Mercedes Pallarés. Sala: El Tinglado, Colonia 2035, Tel. 2408 5362. Funciones: viernes y sábados a las 21:30 horas, domingos a las 20 horas. Entradas: $ 280.

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Un montaje hecho con poco que dice mucho. Foto: M.Fernández Russomagno.

CRÍTICA - CARLOS REYES

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