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Teatro sobre el país que fue fundado por una bala

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Couto encarna a Batlle, en diálogo con Saffores, a cargo de Saravia. Foto: M. Fernández

Batlle y Ordóñez y Aparicio Saravia reunidos en el escenario.

Seguramente muchos uruguayos con algo de curiosidad por la historia nacional habrán imaginado alguna vez un encuentro entre José Batlle y Ordóñez y Aparicio Saravia. Hugo Burel no solamente lo imaginó: también lo escribió, y el resultado fue su novela Los inmortales, que recibió en 2004 el Premio Bartolomé Hidalgo. Hoy ese trabajo, adaptado a las tablas, se estrena en el escenario mayor de la Alianza Uruguay—Estados Unidos, con dirección de Álvaro Ahunchain y las actuaciones de Ricardo Couto en el papel de Batlle y Ordóñez y Gustavo Saffores como Saravia.

"El planteo de Burel, si bien tiene un componente político indudable, es principalmente humano. Esos dos personajes debaten, en un encuentro imaginario, sin apuntar tanto a la discusión política. Lo hacen más bien sobre la visión que tienen sobre el país, y del destino del Uruguay. Tanto la novela como esta versión teatral, trasciende lo político, para hablar también de la muerte, del deterioro personal, y la vigencia o no de las ideas", adelantó a El País Ahunchain, quien completó el elenco con los actores Paula Echeverría, Germán Weinberg, Joaco Dian y Federico Maggioli.

La trama impone al espectador un juego entre la realidad y el delirio de los dos antagonistas, para plantear cuestiones que en vida nunca pudieron debatir, y que ahora cobran vida en un duelo actoral. "La adaptación que hizo el propio Burel conservó la riqueza de lo literario, y al mismo tiempo arriesga a generar situaciones de valor dramático, que a su vez nosotros lo llevamos a escena con mucha metáfora visual. Desde el elenco hay mucho trabajo corporal, gestual, mucha intención, en el marco de una escenografía muy funcional, que da marco a las actuaciones", indica el director.

Burel imagina el encuentro en el momento de agonía de Aparicio Saravia, en el que Batlle se le aparece como un espectro. Y eso luego se repite con el momento de agonía de Batlle, y se continúa la discusión con el espectro de Saravia. "La obra es muy poética, salta en el tiempo, no aspira a un orden cronológico, ni a informar sobre Historia", afirma el director, señalando que si bien el comportamiento del público siempre es un misterio, muchos espectadores uruguayos se sienten convocados cuando una obra sobre la historia nacional cobra vida en escena. "Como director hago autores nacionales, y en este caso ese sentido identitario se potencia, por tratar de estas dos figuras fundamentales.

Autor y director se dividieron los rubros técnicos: la escenografía, el vestuario y la selección musical están a cargo del Burel, mientras que la iluminación quedó en manos de Ahunchain. "La música no reproduce los estilos musicales de la época, no pretende tener un valor arqueológico, sino que va por otro lado, subrayando climas, reforzando la intensidad emotiva de las acciones. Más que una puesta en escena marcadamente de época, nos interesó exponer dos almas, que son intemporales".

"Hay un tema que aparece mucho en la obra, que es el lugar que tiene la violencia en la construcción de los países. El Uruguay batllista, con todas sus características, que han devenido hoy en el Uruguay de la izquierda con tendencia estatista, es el Uruguay construido por una bala, por un enfrentamiento", remata el director.

La obra va sábados a las 21.00 y domingos a las 19.30. Entradas en Abitab a $ 390.

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Couto encarna a Batlle, en diálogo con Saffores, a cargo de Saravia. Foto: M. Fernández

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