CRÍTICA

María Noel Riccetto y Ciro Tamayo recibieron calurosos aplausos en el estreno de este nuevo título del BNS

El Ballet Nacional está ofreciendo La Sílfide, título con un aire antiguo, que estimula especialmente la sensibilidad del espectador amante de lo clásico. Un clima de ensoñación propone este ballet romántico, que contó en su estreno el pasado jueves con la dupla favorita del público: María Noel Riccetto y Ciro Tamayo, quienes fueron merecidamente aplaudidos tanto por sus desempeños individuales como en conjunto. Ellos volverán a bailar el miércoles 22, el viernes 24 y el domingo 26.

Este tipo de ballet explota una cosa de época muy emocionante para el que la sabe disfrutar, desde unos personajes marcadamente ingenuos, que tienen hoy enorme gracia, y que esta puesta trabajó muy bien. Hay tramos de una gestualidad desesperada también muy antigua, así como pantomimas que son una exquisitez, y acentos folklóricos que suman variedad coreográfica y visual. La obra fascina por incontable elementos, incluyendo algunos trucos de tramoya a la antigua usanza. Y quien gusta del psicoanálisis, tiene todo un campo para meditar sobre el por qué de esos personajes y situaciones.

Tamayo cautivó como siempre con la plasticidad de sus movimientos de impresionante extensión, pero a la vez parece estar creciendo en expresividad teatral. Y Riccetto volvió a conquistar completamente al público, más ahora que su carrera como bailarina está terminando, y las funciones en las que actúe esta temporada tendrán todas un sabor a despedida. Se la va a extrañar.

Según consignó Miguel Garibaldi, en La danza en Uruguay, La Sílfide se vio por primera vez en este país en 1851 en el Teatro San Felipe (actual Palacio Taranco), cuando el país salía de la Guerra Grande y el Solís estaba en construcción. Y es una maravilla poder ver este título hoy, en 2019, presentado con nuevos ropajes, y con esta excelencia.