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Un show para reír entre amigos y con tranquilidad

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Roberto Molvadsky apuesta a un humor calmo  Foto: Difusión

El argentino Roberto Moldavsky hoy en La Trastienda.

Defino el stand up como una mirada un poco irónica de todo lo que me pasa a mí, desde la identidad judía, mis 50 años, el exceso de peso. De la mezcla de todas esas cosas sale el humor que tiene que ver con que la gente se reconozca en situaciones como las que vivo yo", cuenta a El País el humorista argentino Roberto Moldavsky, que esta noche a las 21:00 estará en La Trastienda (Fernández Crespo 1763) con Moldavsky suelto en Montevideo. Las entradas se venden en Red UTS.

"El stand up es fácil hacerlo en tanto que requiere nada más que un micrófono, pero al ser tan pobre lo que disponés alrededor, tiene que ser muy rico lo que vos entregás para compensar. Es más que nada el texto, saber decirlo, saber rematar situaciones. Lo actoral es una ayuda, pero no es indispensable", señala el artista, agregando que pertenece a una generación que se formó escuchando a Juan Verdaguer y a muchos otros grandes humoristas.

—A eso no se lo llamaba stand up...

—No, pero estoy muy influenciado por eso. No hay que ser un enfermo de la carcajada. También la sonrisa sirve. Algunas cosas hacen reír más que otras, pero también es bueno variar, darle a la gente estilos distintos. Yo tengo unas cartas de amor, que sé que gustan mucho, y por ahí no arrancan carcajadas, pero es un momento que el público agradece. Por supuesto que si en general no hay risas me voy a poner mal, pero me banco algunos silencios.

También en eso Moldavsky se siente afín a un estilo de humor más calmo, que sabe aprovechar la pausa para crear expectativa. "Me gusta que el público se sienta como en el living de mi casa. Es algo mucho más relajado que el standapero típico, que es eléctrico. Yo no salto de un tema al otro, yo te mantengo en un lugar. Me gusta un show en el que vos te sientas tranquilo".

La carrera de Moldavsky tampoco es muy común, entre otras cosas porque empezó con el stand up cuando ya era adulto y tenía mucho camino andado. "Me ayuda mucho haber vivido cosas tan distintas. Hace unos seis años que hago stand up: yo hice un cambio de vida muy grande, de ser comerciante en el barrio Once, a dejar todo y dedicarme de lleno al humor a una edad en la que uno quizá no hace estos cambios", cuenta sobre su vida, que en el escenario la convierte en materia de risa.

"Yo me crié en un barrio donde la mayoría de mis amigos no eran de la colectividad judía. Después viví en Israel, después vine al Once. Entonces veo la realidad de lo judío desde muchos aspectos: desde afuera, desde adentro, mezclado. Pero además vivo la realidad de un tipo cualquiera, que vive en Buenos Aires, o donde sea, porque yo viajo mucho por las giras. Y en esa realidad hay muchas formas de reconocerse: vamos todos al mismo supermercado, hacemos todos la misma dieta".

Moldavsky ve también al humor como un atajo para muchas cosas de la vida, desde decir cosas que sonarían terribles, hasta para denunciar situaciones. "Siempre el humor ha servido para comunicar un montón de cosas que dichas con seriedad sería difícil: le sirve a una pareja para decirse algo, o para un chico ante una travesura. El humor simplifica cosas que de otra manera serían complicadas".

—Usted escribe muchos de sus guiones. ¿De dónde saca inspiración?

—Yo le robo a la vida. Con mis amigos me encuentro todos los domingos a comer asado, empiezan a contar cosas, a reírse de otras. Todo eso te nutre. Y yo estoy entrenado para convertir eso en un texto de un show.

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