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Un plato fuerte de la escena porteña en la cartelera local

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La gastronomía como reflejo de los vínculos de poder en Cocinando con Elisa. Foto: A. Persichetti
Alejandro Persichetti

Cocinando con Elisa fue un texto que hizo capote a mediados de los años 90, difundiendo el nombre de Lucía Laragione, dramaturga porteña que se aproximaba con sutileza a temas de la llamada historia reciente, a través de mecanismos dramáticos de mucha personalidad.

El título, además, fue protagonizado en su versión argentina por Norma Pons, quien pudo en esta obra dar vida a un personaje lejano a los papeles frívolos o cómicos con los que se asociaba su nombre. La versión argentina se vio en Uruguay, en el Teatro del Notariado, en la VIII Muestra Internacional de Teatro de Montevideo, permitiendo además disfrutar del trabajo actoral de Ana Yovino, y del trabajo de dirección de Villanueva Cosse.

El texto volvió a vivir en escena en la sala más chica de El Galpón, mostrando que no ha perdido fuerza. Fiel heredero de la mejor dramaturgia porteña, este mano a mano entre dos personajes remite a otros trabajos maestros que permiten lucir a un dúo de actores. Como Gorostiza en Aeroplanos, o como Mauricio Kartún en El Partener, acá nos encontramos ante un texto eficaz y sintético, que mide cada palabra, y cuyas escenas avanzan rápidamente, aspecto que siempre es bienvenido en los escenarios locales. Laragione logró también en esta obra trazar dos personajes sólidos, llenos de energía, con perfiles psicológicos de interés, y que además encajan perfectamente, entre ellos y en la trama.

Uno de los méritos de la autora es contar una historia íntima que refleja un panorama mucho mayor. Una cocina de estancia es el reflejo de todo un juego de poderes. Allí solo están estas dos mujeres: la mayor, fiel servidora de sus amos, que se van expresando a través de sus palabras, y la menor, una joven que llega para ponerse al servicio, como ayudante de cocina. El texto y su montaje, transmiten muy bien ese juego de tres niveles, cargado de sentido: los amos, que no aparecen en escena, la cocinera veterana, que internaliza el poder y lo ejerce sobre la advenediza. Esa cascada de poderes se expresa de manera genial a través de la alta gastronomía: los detalles de las recetas remiten a todo ese juego de poderes. Pero hay más, y el director lo aprovecha muy bien: todo el trabajo con las manos, con la carne, con los animales, permite un nexo entre la cocina y el instinto de dominio. Uno de los aspectos disfutables del montaje está en lo bien que utilizan las dos actrices y el director todos los elementos de cocina, especialmente los vinculados con los muchos tipos de carne.

Tanto Gleijer como Vignoli cumplen con sus papeles, logrando un nexo muy fluido entre ambas. El director, propio de su estilo, subraya este texto con muchos elementos musicales y lumínicos, concretando un montaje también dinámico. La escenografía demuestra también todo el empeño que El Galpón puso en este montaje, así como los trabajos de taxidermia y la mucha y buena utilería que la puesta ofrece. Luego de un Rey Lear un poco difícil para el espectador, Cocinando con Elisa refuerza la cartelera de El Galpón, que acaba de festejar su 66° aniversario.

SABER MÁS

Cocinando con Elisa [***]

Autora: Lucía Laragione. Dirección: Gerardo Begérez. Escenografía: Rodolfo Da Costa. Vestuario: Verónica Lagomarsino. Iluminación: Leonardo Hualde. Elenco: Myriam Gleijer, Elizabeth Vignoli. Lugar: Sala Cero, de El Galpón, Av. 18 de Julio 1618, tel. 2408 3366. Funciones: sábados y domingos a las 20:30. Entrada: $ 280, en venta en la propia sala.

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La gastronomía como reflejo de los vínculos de poder en Cocinando con Elisa. Foto: A. Persichetti

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