crítica. Azul Resplandor

En Teatro Alianza, Marcelino Duffau dirige una obra sobre dos veteranos actores

Una obra de teatro medio a la antigua, bastante tradicional, que cuenta una historia sobre actores, con momentos entrañables y otros más de comedia. En general las obras de teatro que tiene como tema al actor veterano al final de su carrera, o ya retirado, suelen tener un encanto especial, dado que se prestan al juego del viejo actor hablando de su propio oficio, y la relación de éste con el paso del tiempo y de las épocas y modas. De esa hebra fue tirando el autor peruano, Eduardo Adrianzén, para componer la historia de dos actores entrados en años, que de algún modo se chocan con un presente muy distinto a la sensibilidad de ellos.

Ante el espectador aparece Blanca Estela, a cargo de Nelly Antúnez, quien fue una gloria del teatro, cuando el teatro no era lo que es hoy. Y a su casa llega un viejo compañero de carrera, Tito Tapia (Hugo Blandamuro), invitándola a poner mucho dinero de él en juego, para revivir la pasada gloria de ella. De la relación entre estos dos personajes surgen los momentos más lindos de la obra, que concretan un clima entrañable.

Pero la trama también se desplaza hacia otros personajes secundarios, que van cobrando cierto peso en la obra, y que abren la temática hacia el teatro de hoy, la relación entre el autor y el director, el afán de visibilidad de las figuras mediáticas, y toda una pila de temas relacionados, que el autor toca livianamente, desde una mirada crítica. El argumento de Azul resplandor se va abriendo en acciones y temas, y la obra cae en cierta ligereza, logrando algunos momentos de risas, aunque sin convertirse en comedia.

Actoralmente la obra está apoyada en Antúnez y Blandamuro, ambos muy solventes. La actriz, de larguísima carrera en la escena local, es capaz de hacer con precisión cualquier papel, y éste lo resuelve con eficacia, y con gran verosimilitud. Blandamuro, desde un personaje algo más expansivo, complementa bien el trabajo de la actriz. El resto de elenco cumplen sus roles correctamente.

Duffau, desde la dirección, escenifica la obra con una producción de bajo costo, y con economía también de recursos escénicos. En suma, la obra permite tomar contacto con el trabajo de este autor peruano, y a nivel de espectáculo funciona casi como un divertimento, dejando al espectador algunos mensajes simples, y algunos ratos de sencilla comicidad.