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"Ya no es el mundo: vivimos en otro lugar"

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Alberto Restuccia

entrevista con alberto restuccia

El veterano actor alternativo se presenta mañana sábado 16 en Tractatus con un nuevo show

El año pasado, el actor argentino Julio Chávez se presentó en el Solís con Yo soy mi propia mujer. Ahora, Alberto Restuccia tomó aquel título deliberadamente, y lo convirtió en Yo soy la mujer de mi.

Y lo dará a conocer en una única función en Tractatus (Ituzaingó 1583 entre Piedras y la Rambla), mañana sábado 16 de diciembre a las 21:30, en un show de 50 minutos, que cerrará con un foro final para preguntas e intercambios. Entrada, $ 300.

-La obra que presentás mañana trata sobre el artista plástico francés Pierre Molinier.

-Sí, un artista poco conocido en Uruguay, que hizo una gran obra, como pintor erótico y como fotógrafo y fotomontajista. Trabaja mucho con imágenes de genitales, basándose siempre en la mujer, porque él se siente mujer. Esas imágenes, y otras, las voy a proyectar en el show, mientras yo estoy casi en el proscenio.

-Hay una identificación entre Molinier y vos.

-Siento que este Molinier es mi alma gemela. También se proyectan imágenes de la película Tamaño natural, de Luis García Berlanga, cuya protagonista es una muñeca de goma. Y Molinier vio esta película, y dijo que él desearía ser como esa muñeca. Y eso lo vinculo un poco a Las Hortensias, de Felisberto Hernández, donde también hay un juego con los maniquíes. Y Simone de Beauvoir afirmó que el Marqués de Sade deseaba ser una mujer. Y lo sostuvo Roberto Echavarren: que Isidore Ducasse, el Conde de Lautréamont, deseaba ser una mujer. Todos estos antecedentes no son casuales, forman una unidad. Y yo escribí para este espectáculo un guión, que es lo último que escribí, y que pasa por lo trans.

-Tú hiciste un Hamlet revolucionario para la escena local en 1969...

-Sí, en El Galpón de Mercedes y Roxlo, que era un galpón de chapa. En esa versión en aparecía El Bebe Cerminara haciendo de Hamlet, y Susana Groisman de Ofelia, con un diminuto bikini blanco. Y títeres, algunos de tamaño natural, otros chicos. Y el escenario tenía una puerta que daba a la calle, y nosotros la abríamos e incorporábamos el tránsito de gente como parte del espectáculo. Y el crítico Julio Cravea dijo que eran un atrevimiento tocar a Shakespeare.

-Luego vino la dictadura.

-Sí, la viví muy mal, porque yo formé parte del insilio. Elencos como El Galpón, que se fueron, tuvieron una gran suerte porque en México los tenían como reyes. Pero acá fue muy duro. Me prohibieron dar clases, que era mi fuente de ingresos. Por lo tanto, tomaba té sin azúcar y galleta dura. Me acuerdo que Darnauchans y yo estábamos prohibidos en Salto, pero podíamos actuar en Paysandú, que queda al lado.

-Y vos venís de una familia de buen nivel económico.

-Sí, de chico viví en Carrasco, en Pocitos. Siempre agradezco la formación que me dio mi padre. Aprendí idiomas de chico. Era como una especie de dandy. Mi padre fue presidente del Club Nacional de Fútbol, por mucho tiempo. Y en la dictadura fue preso, y estaba con el general Seregni, en Cárcel Central. Y Seregni también era hincha de Nacional, pero no le dejaban tener una radio portátil, y a mi padre sí. Y cuando jugaba Nacional, por señas mi padre le comunicaba cómo iban.

-En los años 80, a veces tenías problemas con los punks cuando presentabas algún espectáculo en lugares alternativos.

-Sí, pero nada de llegar a las manos. Entablábamos un diálogo, aunque fuera por medio de la violencia. Hubo una cuestión con los punks en El Circo, que se hacía en Parque Batlle. Creo que los punks no entendían nada, entonces reaccionaban.

-Vos trabajaste con Marianella Morena, en Los últimos Sánchez.

-Sí, yo hacía de Don Zoilo. Lo que pasa es que yo incorporaba cosas. Ella terminó diciendo que yo eran indirigible. Pero lo dijo con mucho humor.

-Hoy el ambiente teatral es otro. ¿Qué se ganó y qué no?

-Ingresaron las nuevas tecnologías: ya no es el mundo. Vivimos en otro lugar. Y el teatro tiene que adaptarse a eso.

-Y en cuanto a la relación con los fondos público también hubo un cambio muy grande.

-Claro, ahora hay subvención, que antes no había. Antes era todo teatro independiente, en el sentido más independiente de la palabra. Ahora hay intervención del Estado. En algunos casos ayuda. En otros probablemente comprometa la autenticidad del asunto.

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