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Otra mirada a un clásico uruguayo

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L'arcaza. Foto: difusión

Estreno

L’arcaza estrena Barranca Abajo hoy en el Teatro Solís

L'arcaza. Foto: difusión
Trío. Pablo Albertoni, Richard Riveiro y Fabiana García llevan más de 25 años haciendo teatro juntos.

Esta vez no serán una hormiga en busca de una pindó ni un bicho de luz sin luz. L’arcaza se sale de los cuentos de Susana Olaondo -que ya se volvieron un clásico para el público infantil y sus acompañantes- y no habrá animales. “Hacemos de humanos”, dice riendo Pablo Albertoni, uno de los integrantes de ese trío que tiene 27 años de historia y que hoy estrena Barranca Abajo de Florencio Sánchez en la sala Delmira Agustini del Teatro Solís, donde irá sábados y domingos de abril.

Saben que por ser un clásico de la dramaturgia uruguaya la gente ya lo conoce, o porque lo vio en alguna de las tantas puestas en escena que se han hecho o porque lo leyó, pero les atrae el texto y el desafío que significaba amoldarlo a lo que son: tres actores. Después de todo, son 11 los personajes que tienen que llevar a escena, y lo resolvieron.

Un poco jugando con su esencia de tres y otro poco para encarar el suicidio, una de las tantas temáticas delicadas que trata Sánchez en la obra, su versión será la de un grupo de autoayuda que interpreta Barranca Abajo como terapia, gran parte de los miembros “se va de gira” y solo quedan tres para hacer todos los papeles, explica Albertoni a El País.

Como les sucedió cuando hicieron El Capote de Nicolái Gógol hace unos años, otra de sus obras para adultos, en lugar de sumar gente al equipo, prefirieron “profundizar hasta el hueso” en lo que son y en su forma de actuar.

L’arcaza, que empezó como un grupo de jóvenes idealistas que soñaban con vivir del teatro y fueron por ello apropiándose de plazas y parques, llevando su trabajo a escuelas y liceos, sigue manteniendo parte de la esencia que los reunió en 1995. Todo es cuestión del trabajo colectivo, por eso, aunque en este caso Richard Riveiro es el director, “tiene que luchar” contra el hábito de que tanto Albertoni como Fabiana García opinen en todo.

Otra parte de su esencia es adaptar las obras para que puedan presentarse en espacios diversos. Si bien desde hace un tiempo -dicen que por estar más viejos- disfrutan mucho de la comodidad de una sala de teatro, con sus luces y el sonido adecuado, a donde los llaman, ellos van. Para García, tener que resolverlo todo desde lo actoral genera un “vértigo que está bueno”.

“También nosotros trabajamos con producciones más bien pequeñas, para poder manejarlo”, agrega Riveiro.

Es esa versatilidad la que L’arcaza pone en su mochila para usar las ropas de gauchos y paisanas -figuras que los seducen- en la Delmira, y mostrar otra visión de un texto que para ellos sigue tan vigente como hace un siglo.

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