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“Para mí la compañía Complot se disolvió”

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Gabriel Calderón

Entrevista con Gabriel Calderón

El reconocido dramaturgo y director uruguayo prepara un espectáculo con la Comedia Nacional

-¿Qué vas a estrenar este año en Montevideo?

-Dos cosas. Festejan la mentira, que va a ir a principios de setiembre en Sala Verdi, un espectáculo coproducido por el Festival de Manizales, de Colombia, donde la vamos a llevar, en el marco de los 50 años de ese festival. La obra juega con varios personajes que sueñan, y que los sueños se les van haciendo realidad. Y cuando eso ocurre, no es lo que ellos querían. Y eso, que parece filosófico, lo estoy tratando de llevar a los asuntos teatrales. Uno no puede controlar lo que sueña, por eso algunos personajes no quieren dormir. Y ahí juego con alguna realidad de Uruguay. Por ejemplo, ¿qué hubiese pasado si Uruguay no hubiese vuelvo a la democracia? Estoy tratando de jugar con los mundos paralelos. Pero todavía la estoy escribiendo.

-Y vas a trabajar con la Comedia Nacional.

-Sí, en octubre voy a hacer con ella La vuelta al desierto, de Bernard-Marie Koltès, que es mi autor favorito. Es una obra impresionante, y también insoportable, porque tiene un clima muy fuerte. Y necesita muy buenos actores, que estén encendidos desde el primer momento. El tema es lejano para nosotros (la guerra de Argelia), pero creo que desentrañando eso, el público uruguayo va a poder acceder al problema teatral de la obra, que es cómo el autor hace que la palabra sea la herramienta de acción. Yo nunca me había animado a hacer Koltès porque le tengo muchísimo respeto. Es un autor que me ha influido mucho.

-¿Te parece que en algún momento vas a dejar de dirigir, y que tus obras las hagan otros directores?

-Lo voy viendo, no tengo muchos planes. Creo que el corazón de que mis obras se hagan en distintos países, es que yo haga teatro. Muchos de los pedidos que me llegan para hacer textos míos, tienen que ver con que han visto mis obras. Poner mis obras en escena sigue siendo una base importante de esa difusión. Tengo que mantenerme haciendo, y a su vez es lo que me apasiona a mí.

-¿Cómo ves hoy los años que trabajaste en el MEC? ¿Es difícil hacer gestión cultural pública en Uruguay?

-Sí, es sumamente difícil. Para mí fue importante hacerlo, y fue importante irme. Me permitió conocer la gestión pública. Y vi muchos funcionarios que están haciendo lo que pueden, pero a veces… Uno se cree que la burocracia es un sistema de perverso de gente que no quiere que salgan las cosas. Pero la burocracia se inventó para que los funcionarios no hagan lo que quieran, ni se le de plata a cualquier, ni se gaste el dinero mal. Entonces esa es la dificultad: por un lado hay gente exigiéndoles a muchos funcionarios que hagan. Y por otro hay todo un sistema que no te permite hacer. Y en el medio de todo eso hay seres humanos, gente que trabaja mejor, y gente que trabaja peor. En una empresa hay gente apasionada por lo que hace, y gente que no labura: y el sistema público no está exento de eso.

-Pero sentiste que tu camino era otro.

-Sí, hacer teatro, no gestionar. Y en un momento en que se me ofrecían más responsabilidades en el MEC, yo me dije que no era lo que quería hacer. Lo hice con compromiso y pasión, pero no le llega a los talones de la fuerza que yo le meto al teatro. Porque también, yo cada vez que le doy un poquito al teatro, el teatro me responde mucho. Fuera y dentro de Uruguay.

-¿La Compañía Complot se disolvió?

-Bueno, en eso tenemos una discusión Sergio Blanco y yo. Yo digo que sí, para mí Complot se disolvió. Por la vía de los hechos, sí. Y Sergio sostiene que no. Lo que pasa es que Complot no fue nada más (ni nada menos), que cinco directores (Ramiro Perdomo, Martín Inthamoussú, Mariana Percovich, Sergio y yo) asociados, pero no teníamos ni una oficina, ni un teatro, ni una computadora. Lo que teníamos era la compañía en el sentido de acompañarnos, de la amistad. Físicamente, nos reuníamos una o dos veces por año. Lo demás eran correos, mensajes. Entonces, disolver eso fue fácil. No había ni que poner un montón de cosas dentro de una caja. Y como cada uno tenía sus planes, me pareció que la compañía se había disuelto. Ya no éramos Complot.

-También les funcionó como un elemento de reconocimiento internacionalmente.

-Es verdad, en el exterior se habla mucho de Complot. En un festival como Manizales, las obras de Mariana Percovich, de Sergio Blanco, las mías, eran recibidas como de Complot, y la compañía tiene un nombre. Pero yo no le pongo mucho dramatismo a eso. Porque la relación entre los integrantes no se disolvió. Todo seguimos creando, y nuestras cosas despiertan interés. Tal vez ahora cada uno pueda asociarse con otros. La verdad es que esa es una pregunta que me complica, porque yo con Sergio hablo todos los días. Y tenemos un proyecto para el año que viene. También voy a seguir trabajando con Martín. Todos son compañeros del alma. Complot fue un mecanismo que buscamos para ayudarnos. Y creo que nos ayudamos, hicimos muchas obras. Ahora todos tenemos suficiente fuerza como para sacarnos las rueditas de Complot y seguir solos. Pero si Sergio no lo quiere yo estoy dispuesto a claudicar: porque siempre que hay una discusión, creo que Sergio Blanco tiene razón.

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