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Mario Morgan: “Antel Arena es un lujo innecesario”

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Mario Morgan

ENTREVISTA

El reconocido director teatral estrena El método Grönholm, en Teatro del Notarido

Este fin de semana la cartelera de Teatro del Notariado se renueva, con la presencia de un título muy conocido: El método Grönholm, de Jordi Galcerán, la obra más representada de la dramaturgia española actual. El director Mario Morgan está al frente de un elenco integrado por Humberto de Vargas, Gabriela Iribarren, Álvaro Armand Ugon y Nicolás Pereyra. La pieza tuvo una versión en Teatro Movie, en 2006, y ahora se podrá ver los sábados a las 21.00 y los domingos a las 20.00. Tickantel, $ 550.

-¿Sentís que “El método Grönholm” conserva vigencia, pese a que hoy se busca un mundo más humanizado?

-El mundo no se ha humanizado. Lo ves en las redes sociales: mí me subleva, que algo que podría ser tan bueno para el mundo, se convierta en una basura, en un medio de ataque, a veces sin fundamento. Ahora estaba viendo en las redes sociales una campaña sobre por qué se daba todo ese dinero a Notre-Dame para restituirla, y no se destinaba a los niños pobres. Y yo me pregunto, a nosotros se nos quemó el Cilindro, que no era Notre-Dame, y ¿por qué hemos construido Antel Arena, que no nos ha servido de mucho?

-Vos que tenés toda una carrera de décadas como productor de espectáculos, ¿te parece que hay en Montevideo una actividad como para alimentar la agenda del Antel Arena?

-No, de ninguna manera. Creo realmente que el Antel Arena es un lujo innecesario para este país. No es ni un aporte a la vida cultural, ni un aporte tan fundamental a la vida deportiva. No es un aporte a nada. Es decir, es un gasto de dinero en vista a una campaña política. Además, no hay tantos espectáculos extranjeros que lleguen acá como para justificar esa inversión.

-Hay una distancia muy grande de “Dos hombres desnudos”, la obra anterior que hiciste en el Notariado, y “El método Grönholm”.

-Sí, no tienen nada que ver, y justamente ahora traté de buscar una obra lineal, directa, porque con Dos hombres desnudos entendí que la gente está cada vez más reacia a pensar. Cuando una obra tiene una interpretación abierta, y el espectador tiene que buscar la interpretación, el público la rechaza. El público se desacostumbró a pensar. No quiere pensar. Quiere que el teatro sea un entretenimiento. Va a divertirse y no quiere que le compliquen la vida, pensando cómo resolver lo que le plantea la obra.

-Pensás que el tema de la homosexualidad tuvo que ver con que Dos hombres desnudos no fuera un éxito de taquilla?

-La gente acepta La jaula de las locas, porque no le inspira temor. Pero la gente no acepta cuando ese tema está tratado de un modo en que le hace pensar a la señora que el gay puede ser también su propio marido. Eso es lo que provocó el mayor rechazo de la obra: plantear que el marido, o la mujer, pueden llevar una doble vida. Hubo frente a esa obra un temor a reconocer que mucha gente lleva una doble vida: más de la que pensamos.

El método Gronholm
El médoto Gronholm, en nueva versión. Foto: Alejandro Cámara

-A veces en sitios como cartelera.com.uy se ven críticas despiadadas.

-Sí, allí la gente a veces se despacha contra lo que no entiende, o contra lo que no es suyo. Como todas las páginas de internet, abren la opción al anónimo. No me refiero al público, sino al anónimo, que es otra especie de individuo. Y ese anónimo, a veces es un propio colega, un actor o un director. Esos comentarios no son crítica teatral. Y esos comentarios que escriben los usuarios, muchas veces desvirtúan todo. Lo mismo pasa en cine: si leés lo que escriben sobre Roma, podés llegar a creer que la película es horrible.

-¿Qué te pareció la película sobre El método Grönholm?

-La película amplía a ocho los protagonistas, porque es cine y necesita mover la cámara. Creo que es una obra escrita para el teatro, y muy teatral, y el cine tiene otro lenguaje, y es muy difícil de adaptar a esta obra. Creo que en cine la obra perdió: no queda tal cual. 

-¿En qué género ubicás “El método Grönholm”?

-Es una obra a puerta cerrada. El desafío que presenta al director es encontrar una fórmula de hacer todo eso creíble, y que se transforme en un juego. Cada prueba a la que se someten los aspirantes, es un juego. Es una especie de Gran Hermano: detrás del público estaría lo que están evaluando la prueba.

-¿Cómo ves la llegada de dramaturgos internacionales de peso a la cartelera montevideana?

-Creo que llegan bastante. Por supuesto que hay una limitación, porque vos no podés hacer el último éxito mundial, porque tiene un costo muy caro, que no se solventa haciendo teatro a dos funciones semanales, sábados y domingos.

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