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Mario Benedetti pese al paso del tiempo

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Querido Mario

Crítica: Querido Mario

Textos de Benedetti son el motor de este montaje que se está dando en Teatro Victoria

Pese a haber sido también un destacado dramaturgo, la obra de Mario Benedetti se suele ver en los escenarios uruguayos más por sus textos en prosa y en verso vertidos al escenario que por su propio teatro. Querido Mario, que se está dando en Teatro Victoria, es un buen ejemplo de cómo la prosa del popular escritor nacional es dúctil para alimentar muchas escenas y darle a los actores personajes y parlamentos llenos de brío.

Claro que ir desde el teatro hacia la obra de Benedetti implica sortear un asunto: en su tiempo, el autor de La tregua fue un notable retratista de la cultura local, sus personajes y sus instituciones. Pero el paso del tiempo ha convertido en buena medida todo eso en historia, y lo que fue agudo costumbrismo hoy se ha vuelto en muchos aspectos una historia social del pasado uruguayo. Lógicamente que no todas las escenas acusan del mismo modo el paso del tiempo. En los pasajes más volcados a los vínculos emocionales y amatorios (para los que Benedetti tuvo mucho talento), el resultado parece tener más vigencia. En los pasajes más políticos, la obra cobra un aire de antigua postal. Y desde la dirección, de María Varela, se busca un equilibrio entre hacer una obra de época, y rescatar lo que Benedetti todavía tiene para decirnos hoy. El espectáculo cuenta también con poemas del autor, que pese a su sencillez siguen siendo de interés.

Es intencional lógicamente de proponer una especie de viaje en el tiempo para ir tras la sensibilidad artística (y política) de Benedetti. La escenografía de Osvaldo Reyno (siempre creativo), está armada eco gigantografías de fotos de época, con el Palacio Salvo en la cúspide. Y hablando del Salvo, también los conceptos estéticos sobre arquitectura del autor de Gracias por el fuego invitan a ser revisados por el espectador.

En las enormes fotos se evoca todo un mundo en blanco y negro, con notables edificios montevideanos, y con personajes reconocibles y escenas políticas que recuerdan momentos crispados de la historia local. El espectáculo subraya ese clima con música de Leo Maslíah y otros creadores fácilmente reconocibles, proponiendo un juego de suma de sentidos. Visualmente el montaje tiene inspiración.

La propuesta escénica comienza alternando la obra de Benedetti con su biografía, enunciada en primera persona. Pero luego los aspectos biográficos se van ausentando, a medida que se sucede una antología de textos, en la que hay pasajes de La tregua, Gracias por el fuego y un nutrido etcétera. Del conjunto destaca sin duda la escenificación de fragmentos de La tregua, que tantas veces han sido llevados a escena. Son en esas escenas de alta emocionalidad en las que el espectáculo cobra su mayor dimensión. Otros pasajes, como El niño que piensa (que también ha tenido numerosas versiones teatrales), el espectador puede encontrar un humor ingenuo que seguramente no haga eco en un público más juvenil. Ese humor de época, tan cándido, ha perdido en buena medida su efecto cómico sobre buena parte de la platea.

En las actuaciones hay tramos de interés e intensidad, muchas veces a cargo de Héctor Spinelli y Sara Bessio. La directora, además, juega con una dinámica escénica de cierta agilidad, que incluye hasta algunos elementos de biomecánica teatral, bien representativos de aquella cultura burocrática y claustrofóbica que Benedetti tan bien describió.

El intenso frío en la sala, y el escaso público (una veintena de espectadores, en general gente bastante mayor), forman también parte de esta experiencia escénica, que busca rescatar los valores del autor. Y lo hace a través de una estética que mezcla el clima de época, con un aire de vanguardia de medio siglo atrás.

ficha

Querido Mario [***]

Dirección: María Varela. Elenco: Héctor Spinelli, Pelusa Vidal, Sara Bessio, Manuel Caraballo, Mariana Senatore. Escenografía: Osvaldo Reyno. Vestuario: Soledad Capurro. Sala: Teatro Victoria. Funciones: viernes y sábados (20.30) y domingos (19.00), $ 350.

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