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Una larga discusión llena de verdades

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Darín y Rivas dieron una gran función y cosecharon repetidos aplausos. Foto: Difusión.

Dos días atrás, el miércoles por la noche, el gran escenario del Auditorio Adela Reta recibió a Ricardo Darín y Érica Rivas, quienes dieron la primera de las cinco funciones de Escenas de la vida conyugal, todas con localidades agotadas.

El actor y la actriz salieron a escena, se miraron, y cuando él iba a comenzar el primer parlamento de texto, un largo aplauso los interrumpió. Se volvieron a mirar, con complicidad: estaban en una sala enorme y ante una función especial, sobre la que había una gran expectativa.

Lógicamente la figura de Darín provoca hoy en Montevideo, como en muchas otras ciudades, un entusiasmo equiparable al de los grandes tenores un siglo atrás. Rivas también despierta gran simpatía, y sus trabajos en cine y televisión la han acercado mucho al público local. Pero más allá de ese primer aplauso, conquistado de antemano, todo lo demás que el público de esa función les brindó, lo conquistaron a puro teatro.

Detrás hay un gran texto, condición fundamental para un circuito de sentidos y sensaciones como el que vive el espectador de esta puesta en escena, dirigida además por Norma Aleandro. El conjunto de temas que Bergman pone sobre el escenario es enorme, y el público aplaudió al final de varias escenas, pero también irrumpió en el medio de alguna, para manifestar su aprobación.

Es que difícilmente alguien de mediana edad hacia arriba no haya vivido algo de todo lo que sucede en el escenario: el agotamiento de una pareja, la voluntad de sacarla adelante, la infidelidad, la desgarradora separación, la disolución de una vida en común, la culpa, el reencuentro. En fin, un fuerte vínculo de a dos, juntos primero, separados luego, a lo largo de media vida.

Rivas construye un personaje precioso, querible, que transita por los momentos de desmoronamiento, y también por los de sobreponerse al divorcio, con gran unidad y flexibilidad para los cambios. La gestualidad de la artista es precisa y a la vez visceral, encarnando un papel como hecho para ella. Darín también hace un gran trabajo, con momentos difíciles de interpretar, como cuando borracho y vencido tiene que ir al límite de su personaje. Darín, bastante canoso, de barba, de saco y pantalón, mostró su perfil más próximo, más humano, como solo el teatro permite; el público lo disfrutó con creces.

La obra arrancó muchas risas al público, en medio de situaciones dramáticas, que llenaron de emotividad la platea. La música estuvo presente en los momentos justos, y las luces también jugaron un buen lugar.

Poco hay más teatral que una discusión de pareja: allí pueden aflorar los largos y brillantes parlamentos, o las frases cortas, irónicas y punzantes. Pueden aflorar las acciones físicas intempestivas, los cambios de ánimo, las reacciones más inesperadas. Y Escenas de la vida conyugal es un inteligente, divertido y duro enfrentamiento de dos seres unidos por el amor. Sobre el final Aleandro subió al escenario, recibiendo un aplauso cerrado que dio cuenta de un auditorio conocedor de la carrera de la diva argentina y su larga relación con Uruguay.

Escenas de la vida conyugal [*****]

Autor: Ingmar Bergman. Dirección: Norma Aleandro. Versión: Fernando Masllorens, Federico González del Pino. Elenco: Ricardo Darín, Érica Rivas. Música original: Diego Savoretti. Diseño de escenografía: Juan Lepes. Diseño de vestuario: Renata Schussheim. Diseño de iluminación: Gonzalo Córdova. Sala: Auditorio Nacional Adela Reta. Funciones: sábado 23, domingo 24 y lunes 25. Entradas agotadas.

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Darín y Rivas dieron una gran función y cosecharon repetidos aplausos. Foto: Difusión.

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