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"Jamás nos propusimos un gran futuro"

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Les Luthiers se presentará en al Auditorio del Sodre desde el 20 al 23.
Marcos Mundstock, integrante y miembro fundador de Les Luthiers que creó a Mastropiero D:\Users\dborrelli\Desktop\562930.JPG

El año pasado, se presentaron en el Auditorio del Sodre y agotaron localidades, sin tener el cuenta el tamaño de la sala. Marcaron cuatro fechas más para este año (que van desde el próximo sábado 20 al martes 23), y volvieron a agotarlas.

Por eso ya fijaron dos fechas más, para enero próximo. Así va creciendo, temporada a temporada, la convocatoria de Les Luthiers, que dentro de un par de años festejará medio siglo de vida. Sobre eso y todo lo que El País le preguntó, Marcos Mundstock habló con franqueza, en esta entrevista que tiene algo de balance, mucho del presente y hasta los planes para el festejo de las bodas de oro.

—¿Cómo afecta el peso de los años al grupo?

—Está el natural envejecimiento, los cansancios, las enfermedades: es así, ya nos cansamos más. Pero hemos ido aprendiendo, y lo que no ha envejecido nosotros, sino al contrario, se ha rejuvenecido, es el placer por hacer lo que hacemos, y el agradecimiento por esa bendición que nos ha tocado en la vida de poder trabajar de esto y que la gente nos siga y nos quiera.

—Por otro lado, tienen los suplentes, nuevos miembros. ¿Supongo que todo eso fue cambiando la dinámica del grupo original?

—Sí, cambió para bien, eso nos ayuda mucho. A todos nos ha tocado en algún momento no poder actuar, y que el trabajo se siga haciendo tiene fines prácticos pero también anímicos. Cuando te toca faltar y que vaya un reemplazante, para uno es muy triste, y para el grupo también. Pero en esos casos, el comentario general es que la función sale bien, igual de brillante.

—¿Cómo funciona eso de los suplentes?

—Los reemplazantes no son artistas que llamamos de urgencia: conviven con nosotros, practican, saben los números mejor que nosotros. Cuando les toca salir están muy preparados. Por otra parte, nuestros espectáculos se ensayan, y luego, como la risa del público es nuestra referencia, tenemos una constante prueba, y vamos viendo lo que anda mejor. Con los años se va puliendo: cada uno, en el papel que le toca, le encuentra una vueltita más. O sea que el reemplazante ya tiene todo eso hecho. Lo que tiene que hacer es copiarlo. Copia el fruto de la maduración.

—Con eso voz, ¿nunca el tentó el canto lírico?

—Sí, no me lo hagas acordar. De más joven soñaba con algún día poder cantar, pero por distintas razones no lo hice, no pude, no tuve la constancia. Tengo y tenía una linda voz. Tomé clases de canto, pero la cruda realidad es que ahí faltaban cosas.

—¿También podría haber hecho una carrera de actor?

—Sí, podría haber hecho una carrera de actor, pero bueno, ese era otro camino. A mí no me da el cuerpo para haber hecho las dos cosas, hubiera exigido una energía terrible, que no tengo.

—¿Nunca se le ha mezclado en la vida real el personaje que la gente ve desde la platea?

—No creo. Lo que sí es que el personaje, más que estar escrito previamente por un autor, tiene que ver con lo que nosotros somos cuando salimos a escena. Nuestro código es que cada cual es un poco lo que decimos y un poco lo que somos, sobre todo el personaje mío del presentador: yo ya era locutor de radio municipal, una radio estatal de música clásica, o sea que lo construí en gran parte con mi experiencia de eso, buscándole la parte humorística.

—¿Hay algún hecho de su infancia que tenga que ver con eso?

—Tal vez que en mi casa mi papá tenía el hábito de contar chistes, y escuchábamos radio del Estado, que era de música clásica, lo cual me ayudó a crear cierto gusto por ciertas cosas, y conocer un poco ese lenguaje.

—¿Cómo vive la política argentina, dramáticamente, con distancia?

—No, con distancia no, tampoco es que esté muy metido, pero no me gusta nada de lo que estamos teniendo en estos últimos 10 años, lo que el gobierno llama la década ganada. Me parece muy mal: me siento estafado. Pero no participo directamente: es una opinión.

—¿Les Luthiers no ha hecho mucho humor político?

—Nosotros lo tenemos pero de una manera muy particular, sin dar nombres, sin ser de actualidad. Pero no es el centro de nuestro objetivo, no salimos a opinar, aunque el que conoce nuestras obras si imagina más o menos cómo pensamos, como grupo: porque además, individualmente, tenemos matices, aunque nos parecemos bastante. Por ejemplo, en Viejos hazmerreíres hay un escándalo por la extradición de un narcotraficante, y ahí se reflejan algunas cosas de la política, a partir de chistes sobre la corrupción.

—Ustedes hicieron como una terapia colectiva para sobrellevar las diferencias...

—Sí, durante varios años. Yo creo que sirvió, nos dio un arsenal de recursos para capear las pequeñas crisis. Fue lo que se llama terapia institucional: los pacientes no son los integrantes sino la institución. Pero se parece mucho a una sesión de grupo, aunque se privilegia la tarea en común.

—Los argentinos son muy proclives al psicoanálisis…

—Estadísticamente en Argentina hay una alta proporción de terapeutas y de pacientes. Debe tener que ver con la composición inmigratoria, aunque es muy parecida a la del Uruguay. También es que muchos profesionales tuvieron que escapar, generalmente por ser judíos perseguidos por nazismo. Y también españoles durante la guerra civil, como Ángel Garma, uno de los fundadores del psicoanálisis en Argentina. Ellos crearon una base profesional, y la población se sumó a eso.

—¿Cuándo notaron que Les Luthiers era para toda la vida?

—Gradualmente. Jamás nos propusimos un gran futuro. Fue el dosis paulatinas. Y eso tuvo la ventaja de que nunca nos angustiamos mucho: nos fuimos encontrando con las cosas. Y en un momento, después de unos diez años de carrera, nos decíamos que no nos veíamos a nosotros haciendo esto con 40 años. Y ya estamos en los 70. En ningún momento soñamos con que esto iba a ser nuestra vida, y el descubrimiento es al revés: nos damos vuelta, miramos, mirá, esto fue nuestra vida.

—¿Ya saben cómo van a celebrar los 50 años, en 2017?

—El que está maquinando, como de costumbre en estos casos, es Lino Patalano, nuestro representante, que le encanta inventar eventos y cosas, como se le ocurrió la Expo de los 40 años. Algunas nos las cuenta a nosotros y lo sacamos corriendo, porque son muy delirantes. Personalmente no se me ocurre mucho cómo festejar ese cumpleaños. Igual faltan dos años: habría que planearlo.

—¿Cómo nació Mastropiero?

—En 1961 yo hice un sketch donde contaba la vida de un compositor, Freddy Matropiero. Y cuando hubo que hacer un show más estructurado, con el Conjunto de Instrumentos Informales, se nos ocurrió que el hilo conductor podría ser la biografía de este compositor. Y así empezó. Para nuestra sorpresa, la gente empezó a reconocerlo más de lo que nos habíamos propuesto. Tanto que Mastropiero no tiene edad, ni país, ni época. Y curiosamente parece que eso ayudó a que sea un personaje reconocible.

—¿Mastropiero es un obsesivo?

—Entre muchas otras cosas: es muy obsesivo pero a la vez muy indolente, también muy tramposo. Es muy lo que vos quieras.

Uruguay: un amor que duplicó el aforo.

"Decir el público uruguayo es como decir el público argentino: no hacemos tanta diferencia. O mejor todavía: porque cuando nos presentamos en Montevideo, por una semana, o algo así, es como que se concentrar más todo el público más adicto, más entusiasta: para nosotros las giras a Uruguay son una fiesta", dice Mundstock con su voz grave.

Y agrega: "Nuestra primera gira a Montevideo ya no me acuerdo el año que fue: fue bien en los comienzos. Recuerdo de haber estado en el Teatro Nuevo Stella, y después el desembarco en el Solís, que para nosotros era una gloria estar en ese teatro tan maravilloso. Y ahora hemos duplicado el aforo, con el Auditorio del Sodre".

"Hemos ido mejorando, madurando: cuando por alguna razón veo alguna grabación de antes, nos damos cuenta de todo lo que aprendimos. Lo que en aquel momento nos parecía fantástico, y la verdad es que nos salía bien, porque el público nos quería y nos aceptaba, comparándolo con lo de ahora nos parece realmente lo que eran: palotes de principiantes".

SABER MÁS

Dos funciones más en enero.

Les Luthiers se presentará con "Viejos hazmerreíres" desde el sábado 20 al martes 23 de junio, con localidades agotadas. Para los que quedaron afuera (o los quieren volver a ver), ya hay dos funciones más programadas para el miércoles 27 y jueves 28 de enero. Las entradas valen $ 2150, $ 1850, $ 1500 y $ 1000, y están a la venta en TickAntel. El show tiene por hilo conductor un programa de radio, hecho que permite ir desarrollando sketches de distinto porte, desde los más rápidos y simples hasta los de gran despliegue.

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Les Luthiers se presentará en al Auditorio del Sodre desde el 20 al 23.

Marcos MundstockCARLOS REYES

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