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"Soy intuitiva: es algo medio mágico"

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Carlos Casella y Griselda Siciliani. Foto: Difusión

Un musical de inspiración italiana llega el viernes 19 a las 20:30 a El Galpón, y permite al público uruguayo reencontrarse con una gran actriz y bailarina, cuya imagen ha multiplicado la televisión y la farándula.

Acompañada de Carlos Casella (con ella en la foto), Griselda Siciliani viajará por un repertorio potente que promete humor e intensidad, bajo la dirección musical de Pedro Onetto y cuatro músicos en vivo. Protagonista de la telecomedia Educando a Nina, mucha gente la recuerda por Farsantes o Sos mi vida, aunque su carrera como artista de musical la exhibe desde un perfil mucho más personal. Entradas en Red UTS, desde $ 1090 a $ 1790.

Sputza! te exige mucho físicamente.

—Sí, tiene mucha música, en vivo, y Carlitos Casella y yo que cantamos en vivo como 19 temas. Es exigido porque bailamos y porque mi personaje por momentos se enloquece bastante, se pone pasional, y eso demanda algo muy físico, y actoralmente bastante desbordado.

—El show los representa mucho a ustedes, ¿verdad?

—Sí, con Carlitos somos los creadores del show, él además lo dirige: este lenguaje nos representa mucho, mezclar música, danza y actuación. Pero también estar siempre atravesados por algo bastante desbordado en lo pasional y lo físico, de un histrionismo muy al límite. Comulgamos mucho con esto que hacemos. En el espectáculo hacemos lo que quisimos hacer, mostramos lo que somos. En un punto, es como un hijo.

—¿En qué te ves medio tana?

—En todo, soy muy italiana. Con Carlos empezamos a pensar mucho esto de la italianidad, en parte por nuestros apellidos, y también por nuestras personalidades. También pensamos en las divas de la época de oro del cine italiano: nos inspiramos en mucho cine de Sophia Loren, de Anna Magnani. Fueron nuestra referencia en el tipo de expresión, y en el tipo de situaciones.

—¿Cómo describirías la estética de Sputza!?

—Tiene una mirada estética muy particular, que sobre todo es de Carlos. La creación es de los dos, pero él como director puso el último toque, y se encargó de que estuviera todo muy cuidado estéticamente, pero que también fuera un poco roquero el show. Nosotros lo hacíamos en La Trastienda, en Buenos Aires, y tiene algo como roquero en su origen. Parece todo muy cuidado, pero todo se puede ir al demonio rápidamente.

—¿Y cómo describirías a tu partenaire?

—Un artista muy especial, único. Muy particular, con una personalidad muy clara. Y tiene una manera de cantar que es como una droga escucharlo. Tiene un talento enorme para versionar: las canciones que te parecían horribles, si él las canta te parecen lo más bello del mundo.

—Sos actriz, cantante y bailarina. ¿En qué de todo eso te sentís más fuerte?

—Voy cambiando, depende de los años. Cuando empecé a actuar me sentía más bailarina, porque es mi formación. Bailo desde los ocho años, es algo que conozco más que nada en el mundo. Por más que después no baile tan seguido, siempre siento que soy bailarina, o exbailarina. Y me dedico a actuar todo el día, todos los días, entonces ya a esta altura me siento más actriz. Y cuando ensayo un espectáculo de música, me siento más cantante. Así voy oscilando entre los tres lenguajes. Pero la verdad es que lo que más me gusta es combinarlos.

—Tu has tenido química con muchas actrices, como Carla Peterson...

—Sí, me gusta mucho trabajar con mujeres, y con Carla tenemos una química increíble. También tenía mi dúo con Virginia Kaufmann y me pasa ahora en Educando a Nina con Jorgelina Aruzzi. Siempre armo como unas duplas femeninas que las disfruto mucho. Disfruto mucho trabajar con una mujer. Y en Sputza! con Carlos, es mi dupla masculina: con él también funcionamos como un dúo, en todo lo que significa la palabra.

—Quizá mucha gente todavía te recuerda lo que fue tu personaje de Debi Quesada, en la telenovela Sos mi vida...

—Sí, fueron mis primeros escalones, fue divino. Ese personaje era una personalidad, un clima, una manera física, y como una ideología. Era una chica muy buena, muy inocente, casi tonta: de buen corazón, alguien muy querible.

—Y ahora Educando a Nina. ¿Cómo lo llevás?

—Este es de los trabajos más complicados que me han tocado, porque son muchas horas de grabación: siempre estoy yo grabando. Es todo el día, todos los días, todos estos meses, y los fines de semana leyendo los capítulos. Ahora se agregaron capítulos, y voy a estar con esto hasta principios de noviembre. Pero es una satisfacción muy grande.

—¿Sos de pedir muchas opiniones cuando te ofrecen un trabajo? A tu marido, Adrián Suar, ¿le pedís opinión?

—Yo soy muy intuitiva: en general, gracias a Dios, tengo muchas ofertas para elegir, y cuando tengo que decidir por algo, lo tengo que hacer comparándolo con otras cosas. Y al ser intuitiva, es como algo medio mágico que te dice que eso es para ese momento. Pero si dudo, o si tengo dos proyectos que me gustan, pregunto a Adrián, a mis amigos, a mis hermanos. Y voy testeando.

—¿Sentís que el trabajo te quita tiempo para tu familia?

—Bueno, este año me quita tiempo para todo. Para mi familia es para lo que menos me lo quita porque voy del trabajo a mi hija, mi familia. Son las dos cosas de las que más me ocupo. Pero me quita tiempo para todo lo demás: para mis amigos, para el ocio, para viajar, para descansar, para dormir.

—¿La popularidad tiene una contracara un poco pesada?

—No, no creo que tenga una contracara. Soy una privilegiada, que hago un trabajo que me gusta, que sí me cuesta mucho, que es muy exigido, pero después todo el mundo me lo reconoce: los críticos, los periodistas, mis compañeros, la gente en la calle que no me conoce. Es un privilegio. Hay mucha gente que trabaja mucho, y no sale a la calle y la gente no la felicita por su trabajo. En algún caso la popularidad puede ser una carga, pero tenés que ser... no sé, Messi, Maradona.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Carlos Casella y Griselda Siciliani. Foto: Difusión

GRISELDA SICILIANI

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