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El humor pega más junto a un recuerdo

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Gustaf estrenó octavo monólogo de su carrera, Yo soy aquel. Foto: N. Rovira

Hoy y el próximo viernes Gustaf continúa con su nuevo espectáculo, Yo soy aquel, en el que sobre su fórmula ya transitada del unipersonal ante una gran platea, anda por temas nuevos, partiendo de asuntos de tiempo atrás.

En su octavo monólogo, el actor vuelve sobre su esquema de trabajo en solitario: ir contando cosas, episodios y recuerdos de corte autobiográfico, que remiten al Uruguay de décadas atrás. Y en ese viaje en el tiempo, el artista va ofreciendo un humor sostenido, que el público acompaña todo el tiempo con la risa, con exclamaciones de emoción y con gestos de alegría.

La fórmula parece manida, pero en sus manos se vuelve tan fresca como eficaz. Seguramente en el espectador se da un sentimiento de nostalgia que lo deja entregado a lo que ocurre en el escenario, y el humor parece potenciarse por el efecto de los recuerdos compartidos entre el público y el actor. Y curiosamente, hasta los chicos más jóvenes, que no vivieron eso que el actor evoca, festejan los chistes, ya que en ellos seguramente ven reflejados a sus padres o a otra gente de una generación más arriba.

Pocos humoristas pueden ofrecer un show tan eficaz. De hecho, Gustaf llega a un punto de jugar con la risa del público, como hacen los verdaderos capocómicos, como en la misma sala también logra concretar Maxi de la Cruz, cada lunes. Pero Gustaf se echa todo el show sobre sus espaldas, con el escenario desnudo, y consigue una largo espectáculo de comicidad constante.

Para eso se vale de muchos recursos a la vez. Por un lado, un guión muy bien concebido, que demuestra buen conocimiento de qué hace reír. Y como buen actor, lo expresa con soltura, como si fuera la primera vez que dice esas palabras, prácticamente como si no hubiera un guión. Sobre esa matriz, el actor va agregando, va improvisando a veces, va sumando situaciones inesperadas que ocurren en la sala. Actor con experiencia, Gustaf (mientras desarrolla su monólogo, con mil matices) está al tanto de lo que sucede en la enorme platea. Una risa estridente en las últimas filas, y el actor detiene su performance para hacer referencia a ella, y jugar con la situación. Y con gran destreza mental, vuelve sobre el punto en que dejó el relato, y sigue, recuperando el clima que había conseguido.

Su capacidad física, la expresión corporal, es otro de los puntos fuertes de su show. Para cada situación que relata, el cómico tiene una posición para su cuerpo, recorriendo además la sala, micrófono en mano, para darle vitalidad a sus acciones. La comunicación que logra con el público es realmente asombrosa. Claro que no es para todos los públicos, dado que tiene algún segmento un poco subido de tono, que sin duda no va a agradar a algún tipo de espectador, seguramente los menos.

Temáticamente el artista se centra mucho en aquella cultura del subconsumo que marcó tanto a la sociedad uruguaya de unas décadas atrás. Y la pintura que ofrece de aquel Uruguay de su infancia es precisa, al detalle, y desde allí sale mucho humor por lo que era aquel país y por cómo lo recuerda él hoy.

Yo soy aquel [****]

Actor: Gustaf, en un unipersonal que evoca la infancia y el Uruguay de décadas atrás con humor. Sala: Teatro Movie, en Montevideo Shopping Center. Funciones: va hoy y el viernes próximo, a las 22:00. Entradas: desde $ 440, se venden en la propia boletería del teatro. Por más información al tel. 2900 3900, o en el sitio web: movie.com.uy

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Gustaf estrenó octavo monólogo de su carrera, Yo soy aquel. Foto: N. Rovira

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