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"Hay que apostar a contar el cuento propio"

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Ricky Pashkus (Foto: La Nación)

Los uruguayos conocemos el trabajo de Ricky Pashkus a través de espectáculos que se han visto por acá de Julio Bocca o Enrique Pinti, dos de tantos ejemplos. Ahora el destacado director y coreógrafo argentino llegará a Montevideo para dar una master class en la escuela de Valeria Lynch. Sobre el estado de la comedia musical habló antes con El País.

—¿Cuál es bien el propósito de una master class? ¿Qué es lo que se puede aprender en un par de días?

—Es un entrenamiento en teatro musical para actores, bailarines y cantantes de todos los niveles. El objetivo es acercarse al lenguaje, a la mirada del teatro musical. Pero en dos días, mucho más que aprender (que también se aprende), es ver en qué punto está el instrumento de cada uno. Es como mandar el coche a un taller para que te digan cómo está. Qué falta, qué tiene, qué se puede conseguir.

—¿Cómo ves la preparación que hay en Montevideo en el terreno del musical?

—Yo noté un gran nivel, cada vez hay más gente preparada. Creo que en los países que están empezando a desarrollarse fuertemente en el musical, tienen que apostar al entrenamiento, pero también a una dramaturgia nacional. Nacional no por nacionalista: hay que apostar a contar el cuento propio, y no el que viene con una licencia, que cuesta miles y miles de dólares, y requiere una producción imposible y difícil de recuperar.

—Argentina despegó hace tiempo en ese género.

—En Argentina hay un nivel de talento, que permite que tengamos una Elena Roger en Broadway, un Gerónimo Rauch en Londres. Pero los problemas que tenemos (que también pasan creo en Uruguay), tienen que ver con la producción. La comedia musical es un género muy caro. Para que la gente pague las entradas, tiene que haber una oferta igual que para aquellos que viajan a Broadway.

—Tú ahora estás dirigiendo Yiya, el musical. ¿Te han llegados quejas, sobre que hacés un espectáculo sobre una mujer que envenenaba gente?

—Sí, sí, recibí opiniones contrarias, menos de la gente que me importaba. Por ejemplo, el hijo de Yiya ha apoyado mucho al proyecto. Porque entiende la mirada humorística que tenemos en la obra, casi grotesca. Es el humor aplicado a una tragedia. Hubo que ganarse a la gente, porque había un prejuicio sobre hacer una comedia musical sobre eso. Yiya refleja un sistema político, económico, pero también fue parte del inicio, de una época mediática, de una cultura de aprobación de lo incorrecto, que puede ser útil para el rating. Por supuesto que hubo gente que pensó, ¿cómo me voy a divertir de lo que pasó?. Creo que te reís, hasta que llega la reflexión. Como pasa con Pinti.

—¿Hoy no hay primeras figuras como Pinti o Nacha Guevara, para hacer un buen musical?

—Hoy, para un gran éxito, tenés que tener una figura que sea conocida básicamente por los medios. No digo que haya que hacerlo, digo que es así. Cada vez más, los productores están esperando que te aseguren un éxito, a través de personalidades de extracción televisiva. Hay figuras de la tele, como Griselda Siciliani, tiene muchísimas condiciones. Pero no son tantas las figuras de la tele que reúnen esos requisitos. Y Pinti, Guevara, son personalidades típicamente argentinas, y eso hoy está cada vez más globalizado.

La metáfora del camarín.

"Hubo una etapa gloriosa y ahora estamos en una mala etapa", dice Pashkus al describir el panorama de la producción del musical porteño hoy. "La cantidad de gente que va hoy a los teatros se acerca a la que hubo en 2001, año trágico en Argentina. "Y los teatros, como tienen muchos gastos, ponen las entradas caras, y como no recuperan con un solo espectáculo, una sala se comparte con siete espectáculos más", describe el coreógrafo. "Hoy hay como una metáfora: entrar al camarín y encontrar las cosas de otro actor. Ya no podés hacer del camarín tu casa. Y con eso, el problema de la globalización: que los beneficiados no son ninguno de los que están entrando al camarín".

Perfil

Nombre: Rick Pashkus. Nació:Buenos Aires, 1955. Detalle:: Multipremiado docente, coreógrafo y director.

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Ricky Pashkus (Foto: La Nación)

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