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Graciela Borges "Soy una feminista de las que las feministas quisieran ser"

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Graciela Borges

ENTREVISTA

La legendaria artista argentina se prepara para presentarse en El Galpón con Alquimia

Tiene el encanto de una verdadera diva. Habla con cierta parsimonia, con reflexiones llenas de afecto, y cita autores y frases, inteligentes y divertidas. Graciela Borges es sinónimo de encanto, y en breve estará en El Galpón con un trabajo de corte autobiográfico.

Alquimia se presenta el sábado 28 a las 21.00 y domingo 29 a las 20.00, y las entradas se venden en Tickantel, desde $ 880 a $ 1280. En entrevista con El País, la gran actriz argentina recorrió pasado, presente y futuro de su trayectoria.

-¿Cómo es Alquimia?

-Lo ideamos muy simple. Un día nos propusimos hacer un espectáculo que tenga poemas, que a veces a la gente le cuestan un poco, pero no tanto si les contás toda la historia. Por ejemplo, Idea Vilariño, su relación con Onetti. También canciones, con una cantante maravillosa. Y luego hicimos algo que me pareció piola. En vez de contar mis historias ganadas, yo cuento las perdidas. El novio que te dejó, cosas verdaderas que a la gente le encanta. Es un espectáculo difícil de contar: los primeros 15 o 20 minutos tiene una selección de mis películas. Y tiene muchas interacción con el público: la poesía no es para aplaudir mucho. Las canciones sí. Yo digo, por ejemplo, el poema El amigo, de Vinicius de Moraes, y todo el mundo tiene un amigo para recordar.

-Tú trabajaste con los directores históricos del cine argentino (Torre Nilson, Soffici, Ayala, Demare) y con los de hoy, como Trapero y Campanella...

-Bueno, yo tuve una relación muy larga con Raúl de la Torre, pero más allá de eso, sabía que él me filmaba absolutamente bien. Pobre mariposa es una película estupenda. Leonardo Favio era el amor vivo en una cámara. Era un golpe al corazón: tenía piedad hasta de los personajes más sucios. Nilson me enseñó dónde estaba la cámara. Fue un maestro en eso. Y en los últimos tiempos, Campanella, Trapero. Y hay que adaptarse al director, porque es la cabeza de la película. La quietud, una excelente película de Trapero, me costó mucho. Trapero es muy fuerte trabajando. No se mueve de lo que quiere. Te sonríe, pero te propone 28 tomas de la misma escena. Es duro filmar. Duro. Es muy cansador el cine. Pero hay que resistir mucho.

Graciela Borges
Graciela Borges, llega con Alquimia. Foto: Gerardo Pérez

-¿Vos el tema de la popularidad cómo lo manejaste de jovencita?

-Como pude, con bastante culpa, porque mi padre no quería que fuera actriz. Empecé a los 14 años, cuando hice mi primera película, con Hugo del Carril, y por esa culpa judeocristiana no la pasé tan bien.

-Y Carlo Ponti te quiso llevar a trabajar a Europa.

-Sí, él estaba en el Festival de Cannes, y yo era amiga de él, es decir, amigo como se puede ser con la gente que uno se vincula en un festival. ¿Quién fue el que dijo ‘mi único lujo son las relaciones humanas’? En fin, yo era chica y ellos estaban encantados conmigo. Yo ese año había hecho una gran performance en Cannes, y creía que era Ava Gardner. Después, al otro festival, no te mira nadie. Pero en ese, maté. Y Ponti me ofreció para quedarme a trabajar allá. Pero yo soy de este lado de la Tierra. Mirá, yo hice dos películas en inglés, y una vez, haciendo una de ellas, conocí a John Huston. Fuimos a comer con él. Él era fan de una de mis películas, Piel de verano. Él estaba en silla de ruedas, y me preguntó si me gustaría trabajar en Estados Unidos. Yo pensé que si le decía que no, lo insultaba. Y le dije que sí. Y él me dijo que era una equivocación, que el actor tenía que hablar en su idioma. Y es verdad: no hay que hablar en otro idioma.

-¿Cómo ves la política argentina?

-Yo no hablo de política, porque para eso, tendría que haber estudiado ciencias políticas. Yo me desoriento. Igual creo que Argentina es un país milagro: siempre va a salir adelante. Argentina es un país misterioso. Vos estás sentado en tu casa, y escuchás a un político, y luego a otro. ¿A cuál le podés creer si vos no estudiaste ni minería ni de otros temas que ellos exponen. Pero siempre voy a estar a favor del que esté liderando el país. Hay que mandar luz para que esto salga de las sombras.

-¿Cómo te ubicás ante este feminismo tan militante de hoy?

-Yo en realidad soy una feminista de las que las feministas quisieran ser. Porque trabajo desde toda la vida, me pagan, estoy contenta, tengo buenas relaciones con los varones. Ser feminista es que los paguen igual que a los hombres y que nos respeten. Porque en eso hubo muchas irrespetuosidad, pasaron muchas cosas horribles en mi país, femicidios y todas las cosas más terribles. Yo en las redes sociales veo que unos están a favor de una cosa, y otros de otra, y yo lo que siempre estoy pidiendo es que nadie se pelee. Hay que dialogar, entenderse, intercambiar opiniones. Aceptar al otro en el ejercicio más grande de la inteligencia. En vez de combatir, tenemos que respetar al otro cuando hablamos.

Graciela Borges
Graciela Borges, una leyenda viva del cine argentino. Foto: Gerardo Pérez

-¿Cómo te llevás con la tecnología digital?

-Soy bastante buena, sé un poquito de Twitter y un poquito de Instagram, que me gusta porque tiene lindas fotos. Y debo decir que en Twitter, que es un lugar difícil, nunca nadie me insultó. Aunque de verdad, yo tengo un perdón para cada uno de los pecados.

-¿Sos una persona enamoradiza?

-Ya no soy más. Antes podía ser un poco. Pero siempre fui de una relación sola. En eso soy bastante geminiana. Tuve novios, me divertí, estuve 14 años casada con Juan Manuel. Yo soy intensa, y eso no está muy bueno. Las chicas ahora dicen que no hay que enamorarse de esa manera, que es un error. Las jóvenes dicen que no hay que sufrir por amor. Yo soy intensa, entonces me enamoro de alguien y ya está: la cabeza y el corazón están para esa persona. Nunca fui de amor a primera vista, pero también es muy difícil que me guste alguien y demore en darme cuenta. Veo a alguien y sé que me podría gustar.

-¿Cómo te gustaría retirarte?

-Pronto. Me gustaría participar en lo que me hace feliz. Porque la vida no son las películas. Me gusta enormemente leer, ir al teatro, al cine (más al cine que al teatro), comer con amigos. Ir al campo. Hacer servicio: estoy con dos o tres causas muy importantes. Creo que estoy en un momento en el que me va a costar volver a hacer cine.

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