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"En el fondo yo soy muy tímido"

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Diego Ramos. Foto: Ariel Colmegna
Ariel Colmegna

El actor argentino llega a Montevideo con la comedia que da que hablar: Casa Valentina

La gira comenzó el 6 de abril por Gran Buenos Aires, y Semana Santa los encontrará nuevamente en Mar del Plata, donde ya cosechó el premio Estrella de Mar a mejor Comedia dramática, entre otros galardones. Y el viernes 21 llegarán al Teatro Metro, donde desplegarán todo su brillo y su numeroso elenco. La obra llega precedida de mucho comentario, entre otras cosas por su tema. Son hombres que juegan, de a ratos, a ser mujeres, y el hecho promete mucho humor.

"El espectáculo llama la atención, y la obra es medio compleja, porque es una obra bastante surreal. Casa Valentina existió, se llamaba Casa Susanna, en las afueras de Nueva York, y llama la atención porque son hombres heterosexuales, que por algún motivo gustan de vestirse de mujer. Andá a saber a cada uno por dónde le pega", contó a El País Diego Ramos, el popular y gran actor de teatro y televisión.

"Y lo complejo es eso: que nosotros como actores (y como sociedad), no sabemos bien cómo ubicar. Porque componer una mujer, o una travesti, o una transexual, es como más fácil: sabés de donde hacerlo. Pero un hombre que practica el cross-dressing, es como raro. Porque la mayoría siguen manteniendo rasgos muy masculinos, son muy hombres con sus mujeres, pero se visten de mujer. Y eso también genera comedia en la obra", promete el intérprete, cara cocida de los televidentes, por Ricos y famosos, Muñeca brava, Patito feo, Los exitosos Pells, Educando a Nina y una lista enorme de éxitos en la pantalla chica.

Acompañado por José María Muscari, Pepe Novoa, Boy Olmi, Mario Pasik, Roly Serrano, Fabián Vena y Cristina Alberó, dará tres funciones, viernes 21 y sábado 22 a las 20.30 y domingo 23 a las 19.30. Abitab, de $ 1390 a $ 890.

—¿Cómo es tu personaje?

—Mi personaje se llama Gloria en su faceta de mujer. Para mí, era muy importante decidir qué tipo de mujer iba a ser y porqué. Yo soy como la más combativa, la más glamorosa, con un aire Grace Kelly, muy en pose. Y en los momentos más aguerridos corta toda esa femineidad con una energía muy masculina. Es divertido pero complicado, por todo lo que conlleva ser mujer, desde los tacos hasta los aros. Ahora entiendo más a las mujeres, todo lo que tardan en arreglarse.

—Al público femenino también le entusiasman esos personajes travestidos...

—Sí, se da algo muy particular. A algunas mujeres hasta las erotiza un hombre vestido de mujer, con algo más femenino. Es muy rara esa situación que se genera. Las mujeres hasta nos ven así y quieren los vestidos de algunos, o te alaban las piernas. Les mujeres se fijan mucho en nuestros detalles, y les da mucha ternura la situación. Somos como sus muñecas. Y los hombres directamente se matan de risa.

—Tú saltaste a la popularidad muy joven. ¿Cómo viviste eso?

—Cuando tenía 20 años y empecé en Montaña rusa, como un adolescente de la tele, ya cuando salía a la calle, estaban las adolescentes a los gritos. En el fondo yo soy muy tímido, y me daba como taquicardia. Fue un gran éxito, incluso vinimos a Montevideo con eso. Y luego fui trabajando en cosas de mucho éxito, aunque también trabajé en otras que no las vio nadie. Pero la popularidad vino de un día para el otro, pero hasta de una manera natural.

—¿Cómo cambió ser popular, desde los tiempos de Montaña rusa a hoy?

—Y, ahora además de la tele se hace Instagram, está Youtube, toda una cantidad de cosas: antes si lo veías en la tele, no lo veías. Y entonces ahora la gente te quiere ver actuando, pero también cuando vas por la calle, o cuando estás en la cama, o paseando a tu mascota, y hasta juntando la caca del perro. Se corrieron las barreras entre el famoso y la persona normal, digamos. Que por un lado está bien. Pero también ahora algunos famosos arman una vida medio mentirosa: editan una foto y van armando una vida que no es.

—¿Vos participaste de una cámara oculta en Videomatch. ¿lo volverías a hacer?

—Bueno, fue para hacerle a Natalia Oreiro algo supuestamente divertido. Yo creo que Natalia se debe de haber dado cuenta, porque era todo muy grueso. Es un estilo de humor muy subrayado: nadie puede no darse cuenta de lo que está sucediendo. Pero a mí, burlarme del otro no me va mucho. Fue hace como 20 años, casi no me acuerdo. Sí me acuerdo que la producción le regaló una computadora a Natalia, y Tinelli vino en un momento y me dijo, "para vos no hay". Y yo dije que no había pedido nada. Me llamó mucho la atención. Nunca me voy a olvidar.

—Y con Susana hiciste varios sketches...

—Sí, y el año pasado hicimos el primer programa. Susana lo que me pida lo hago, porque me causa mucha gracia. Así como ustedes tienen a Natalia Oreiro, que la quiere todo el mundo, Susana es así también. Y además es muy buena comediante. Yo no tengo prejuicio con nada. Lo que no me gusta no lo hago, pero tampoco lo juzgo. Creo mucho en el poder de no hacer, o de no ir, o de cambiar de canal. Si tenés el control remoto en la mano, no tenés por qué indignarte. Aunque a veces hay cosas que veo para indignarme, para que me dé mal humor, y putear. Pero si quiero cambio y ya está. Existirá para la gente que le guste.

—Y fuiste panelista de Gran Hermano, ¿qué te dejó de positivo?

—En realidad, yo no lo veía mucho, y era un gran detractor. Más que detractor, no me interesaba. Y un día fui a Intrusos, y no sé qué habré dicho, que me ofrecieron eso. Al principio me divirtió, y después me di cuenta que se me transformó en un trabajo, porque yo tenía que saber bien de qué estaba hablando. Entonces me encontré viendo a los chicos en la casa 24 horas. Pero no me dejó nada: muy contento con la gente que trabajé ahí, y no mucho más. Y liberé un poco de prejuicios. Y reforcé otros, y empezar a juzgar con razón, con conocimiento. Porque hay muchos que entran con una visión un poco más allá de solo ser famosos. Y hay otros que entran solo para eso.

—¿El ambiente artístico porteño es muy competitivo?

—No sé, debe ser. Me parece que no hay tanto trabajo, y somos muchos actores. Yo, con la gente que me ha tocado trabajar, y compitió un poco conmigo, miro para otro lado. La verdad que yo el ambiente artístico lo vivo más como espectador que como parte. No me siento parte. Mi trabajo termina cuando se apagó la cámara. Y me voy a mi casa, con mi perro. O me voy al cine o al teatro, con amigos. No estoy las 24 horas pensando en que soy actor, en que soy famoso. Incluso no voy a eventos. Me da vergüenza. Me ha pasado de llegar a la puerta de un evento, darme vuelta e irme. Porque me daba vergüenza entrar solo: y era una tapa de Gente de los artistas jóvenes. Y me fui al gimnasio.

—¿Tu peor momento en escena?

—Me ha pasado de olvidarme la letra, incluso cantando, que es peor, porque no lo podés disfrazar. Pero en realidad, para mí no hay peores momentos en escena. No me pone muy nervioso eso. ¿Qué es lo peor que te puede pasar? Que se caiga algo, que no entre alguien. Lo vamos a solucionar. Es un hecho vivo: cualquier cosa puede pasar. Y el espectador y el actor, en determinado momento, son un mismo equipo. Puede pasar cualquier cosa: se soluciona.

Hombres que se visten de mujeres y un debut como director de comedia musical

A Diego Ramos, el público uruguayo lo ha visto en mil roles. Ha sido Patricio Arenas Telechea en Educando a Nina, y Germán Castillo en Violetta. Y Segundo Benson, en Solamente vos. Y muchos papeles desopilantes de personajes televisivos, entre ellos el de Tomás Andrada, en Los exitosos Pells. Pero desde el viernes 21 Ramos subirá al escenario del Metro para dar vida a Gloria, un ser aguerrido, lleno de carácter.

Y luego de esta gira, el actor se prepara para dar un gran salto artístico. "Estoy por dirigir una comedia musical. Es la primera cosa que voy a hacer netamente como director. Será una obra muy potente, con mucho humor, toda cantada: estoy muy involucrado en eso. Recién estamos en la etapa de audiciones, y es muy complicada de traducir. Para mí es un sueño cumplido, si se me permite la cursilería", comenta el divertido intérprete.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Diego Ramos. Foto: Ariel Colmegna

DIEGO RAMOSCARLOS REYES

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