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Cuando la fantasía es realidad

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Cirque Du Soleil. Foto: Darwin Borrelli

Ayer la gran compañía canadiense estrenó Amaluna en el Faro de Punta Carretas.

Anoche se estrenó junto al faro de Punta Carretas Amaluna, el segundo espectáculo que la prestigiosa compañía Cirque du Soleil presenta al público uruguayo, luego de haber traído en marzo del año pasado Kooza en el Parque Roosevelt. Y esta segunda visita ratifica que la gran empresa del espectáculo canadiense ha incluido a Uruguay en su agenda, hecho que habla de la madurez de la plaza local en relación con los grandes espectáculos internacionales.

El cambio de lugar con respecto al año anterior beneficia sin duda a muchos montevideanos, puesto que para mucha gente el Roosevelt quedaba un poco a trasmano. Y comparando este nuevo show con el anterior, hay algunas diferencias evidentes. Siempre dentro del formato del Cirque du Soleil, en Kooza la trama era apenas un pretexto para la sucesión de los distintos números. El show que anoche estrenó tiene un argumento más compacto, desarrollando una historia de amor entre una chica y un chico, separados por una serie de seres que representan las fuerzas oscuras.

Otra singularidad de Amaluna es su gran concepción escénica y el enorme decorado que ambienta el show, ocupando visualmente desde el fondo del escenario hasta la platea. Luces y decorado arman un ambiente único que se mantiene a lo largo del espectáculo, pese a los muchos cambios de clima y luminosidad.

Una payasa abre el espectáculo y rompe el hielo con el público. Un reptil humanoide asombra a los espectadores y los instala en un mundo de fantasía. A partir de allí los números se suceden, alternando la trama con las acrobacias. Amaluna tiene de todo: hay pasajes cómicos, tipo sketches, y pruebas que transcurren muy lentamente. Entre las más originales está la de la mujer que va armando una gran estructura, paso a paso, en perfecto equilibrio. Aunque ese pasaje, por ejemplo, hace que el espectáculo pueda ser algo difícil para los niños más chicos.

Entre lo más festejado con aplausos hay muchos segmentos, empezando por la tela que se mueve en el aire, con un efecto verdaderamente maravilloso. Las pruebas con dos monociclos trabajando juntos, las destrezas con aros, la acrobacia en el caño, los saltos acrobáticos, son parte de lo más aplaudido. Como también lo son los números acuáticos, los episodios de lucha, las pirámides, los forzudos y las mujeres delgaditas que vuelan por el aire. A su vez, en la zona más alta del escenario hay una salida por la que algún artista hace mutis para asombro de la concurrencia.

El show cuenta con un escenario circular y giratorio que es otro de sus atractivos: al girar, las pruebas cobran otro marco visual y mayor visibilidad. El piso del escenario tiene un color muy sugestivo, que suma belleza al conjunto. Y el efecto se multiplica con la hermosura visual del agua, que siempre aporta un atractivo especial. También hay elementos de utilería de primer nivel, como la embarcación abandonada que aparece sobre el final del espectáculo. Lógicamente, una vez más, el vestuario completa la magnificencia visual. Por otro lado, siempre contrasta un poco en este tipo de espectáculos, el clima cándido que predomina, con momentos de mayor sensualidad y hasta erotismo: en ese aspecto, es sin duda una propuesta para toda la familia. Una música potente y muchos juegos de tramoya mantienen el ritmo de esta travesía, con un intervalo de dos horas. Es una cita ineludible.

Amaluna [****]

Director artístico: James Santos. Va todos los días, menos lunes, hasta el sábado 16 de septiembre. Las entradas van desde $ 2040 a $ 8100, y están en Abitab y en la boletería del Cirque du Soleil, a la entrada de la carpa, junto al Faro de Punta Carretas. La boletería abre los días de función a las 18:00 y cierra 90 minutos después del comienzo de la segunda función.

Cirque Du Soleil. Foto: Darwin Borrelli
Cirque Du Soleil. Foto: Darwin Borrelli
Desde la ingenuidad hasta el erotismo, el megaespectáculo no escatima recursos. Foto: D. Borrelli
Desde la ingenuidad hasta el erotismo, el megaespectáculo no escatima recursos. Foto: D. Borrelli
Desde la ingenuidad hasta el erotismo, el megaespectáculo no escatima recursos. Foto: D. Borrelli
Desde la ingenuidad hasta el erotismo, el megaespectáculo no escatima recursos. Foto: D. Borrelli
Desde la ingenuidad hasta el erotismo, el megaespectáculo no escatima recursos. Foto: D. Borrelli
Desde la ingenuidad hasta el erotismo, el megaespectáculo no escatima recursos. Foto: D. Borrelli
Desde la ingenuidad hasta el erotismo, el megaespectáculo no escatima recursos. Foto: D. Borrelli
Desde la ingenuidad hasta el erotismo, el megaespectáculo no escatima recursos. Foto: D. Borrelli
Desde la ingenuidad hasta el erotismo, el megaespectáculo no escatima recursos. Foto: D. Borrelli
Desde la ingenuidad hasta el erotismo, el megaespectáculo no escatima recursos. Foto: D. Borrelli
Desde la ingenuidad hasta el erotismo, el megaespectáculo no escatima recursos. Foto: D. Borrelli
Desde la ingenuidad hasta el erotismo, el megaespectáculo no escatima recursos. Foto: D. Borrelli
Desde la ingenuidad hasta el erotismo, el megaespectáculo no escatima recursos. Foto: D. Borrelli
Desde la ingenuidad hasta el erotismo, el megaespectáculo no escatima recursos. Foto: D. Borrelli
Desde la ingenuidad hasta el erotismo, el megaespectáculo no escatima recursos. Foto: D. Borrelli
Desde la ingenuidad hasta el erotismo, el megaespectáculo no escatima recursos. Foto: D. Borrelli
Desde la ingenuidad hasta el erotismo, el megaespectáculo no escatima recursos. Foto: D. Borrelli
Desde la ingenuidad hasta el erotismo, el megaespectáculo no escatima recursos. Foto: D. Borrelli
Cirque Du Soleil. Foto: Darwin Borrelli
Cirque Du Soleil. Foto: Darwin Borrelli
Desde la ingenuidad hasta el erotismo, el megaespectáculo no escatima recursos. Foto: D. Borrelli
Desde la ingenuidad hasta el erotismo, el megaespectáculo no escatima recursos. Foto: D. Borrelli

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