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Los detalles de "La Tregua" que estrena este jueves el Ballet Nacional del Sodre

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Marina Sánchez

ADELANTO

La coreógrafa Marina Sánchez cuenta cómo fue hacer el ballet sobre la novela de Benedetti, creado en conjunto con destacados artistas uruguayos

Marina Sánchez
Marina Sánchez, coreógrafa residente del BNS. Foto: Francisco Flores

Mientras el mundo del espectáculo se encuentra paralizado a nivel global, con shows suspendidos o cancelados, el Ballet Nacional del Sodre realizará un estreno mundial.

Este jueves se estrena La Tregua en el Auditorio Nacional del Sodre, y más vale apurarse porque quedan menos de 500 localidades a la venta para todas las funciones. Basado en la novela de Mario Benedetti, este ballet tiene a importantes artistas uruguayos entre los responsables: Gabriel Calderón en dramaturgia, Luciano Supervielle en música, Hugo Millán en vestuario y escenografía, y Marina Sánchez en la coreografía. Durante un descanso de los ensayos, Sánchez habló con El País.

El Ballet Nacional del Sodre ensayando "La tregua". Foto: Leonardo Mainé
El Ballet Nacional del Sodre ensayando "La tregua". Foto: Leonardo Mainé

—¿Cómo será esta Tregua?

—No es una copia del libro, sino que es la historia de La Tregua en ballet. Es cómo vimos nosotros la historia de amor entre Martín, su problemática de lo que siente, la rutina que tiene tan marcada y su vida tan azarosa con momentos difíciles para luego enamorarse de una chica más joven. Esa historia, la que está en el libro, se va a contar, de eso nos agarramos. Ahora, el cómo la contamos es lo diferente. Es una versión de ballet que es corporal, no tenemos la palabra ni los detalles de la escritura, así que tenemos que contar eso con el cuerpo, el movimiento, las luces, el vestuario, y una escenografía con tres niveles.

—¿Cómo se transmitirá el tedio que vive Martín?

-Ese fue uno de los desafíos más grandes, porque en el libro es tan detallado lo que cuenta Benedetti, tan maravilloso y se me representó un personaje. Me dije: tiene que haber alguien, un personaje nuevo que se llame “el tedio” o “la rutina” para que esté todo el tiempo encima de él. Cuando leí de vuelta el libro, en seguida se me vino la imagen de Martín con una persona en sus hombros. Entonces me dije: esta es la foto que tengo que trabajar a lo largo de todo el ballet, para que cuando llegue Laura, todo ese agobio que él siente de esa persona arriba de él empiece a desdibujarse y a alejarse. Y ahí se me aclaró La Tregua y su significado.

El Ballet Nacional del Sodre ensayando "La tregua". Foto: Leonardo Mainé
El Ballet Nacional del Sodre ensayando "La tregua". Foto: Leonardo Mainé

—¿“El tedio” es el único personaje simbólico en el ballet?

—Hay otro que al principio lo pensamos como “la muerte”, pero hablando en el equipo con Gabriel (Calderón), entendimos que es “el azar”. Porque es lo que tiene el azar, a veces trae cosas buenas y otras malas. El azar hace que saques el Cinco de Oro y que te pase un auto por arriba, es quien maneja los hilos de todos. Y pasó que a este personaje no le encontraba quién lo hiciera. Al “tedio” lo vi como un hombre, alguien como Martín pero más estructurado. Y “el azar” no sé si es un hombre o mujer, entonces será interpretado en unas funciones por bailarinas y en otros por un bailarín que va a bailar en puntas, a sugerencia de él. Fue un trabajo increíble, Damián Torío es un gran bailarín que le dio su aporte y se agarró de ese personaje para darle esto que es distinto a otros ballets clásicos. Ver a un hombre en puntas es algo único. “El azar” y “el tedio” fueron los aportes para esta historia.

Marina Sánchez
Marina Sánchez, prepara el gran texto de Benedetti en clave de ballet. Foto: Francisco Flores

—¿Por qué la escenografía tiene tres niveles?

—Porque tenía que estar el apartamento, también quería que en algunos momentos estuviera la rutina agazapada por encima de todos; también Isabel, la esposa difunta de Martín sigue la trama de una forma más elevada, entonces tenía que haber un nivel superior en las estructuras, para ver ese efecto. Y el escenario va a ser muy limpio porque no hay más que esos elementos, pero con eso hace que te cuente toda la historia y te arme los ambientes. Fue el desafío más grande.

—¿Por qué?

-No quería como pasa en los ballets clásicos, que se levanta el telón y se ve todo divino, después se baja el telón, hacen los cambios y cambia todo. No quería eso; este ballet tiene nueve escenas y no se baja el telón. Por eso le dije a Hugo (Millán): necesito un elemento en escena que los bailarines muevan como una coreografía y que sean parte de la danza. Me dijo que le gustaba la idea e inventó unos módulos de tres pisos y en el verano me hizo una maqueta chiquita que tengo en casa. Me pasé las vacaciones moviendo los módulos chiquitos y decía: esto en tal escena, esto en tal otra. Sus ideas sobrepasaron las expectativas que tenía.

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