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El desafío de revivir al personaje histórico

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Ahunchain, desde la dirección, aporta novedades en escena.  Foto: M. Fernández.

El teatro nacional ha surtido a los escenarios de una galería de personajes históricos, desde Alberto Candeau en la piel de José Artigas hasta Walter Reyno haciendo de Fructuoso Rivera.

Ahora los fines de semana en la Alianza Uruguay-Estados Unidos se recorren aspectos de las vidas de José Batlle y Ordóñez y Aparicio Saravia, enfrentándolos en un duelo ficcional y verbal que tiene su cuota de interés.

El atractivo primero, el más superficial, puede ser ese gusto por ver de carne y hueso, desde esa oportunidad que da el escenario, a dos seres históricos fundamentales, que hoy son leyenda. En ese sentido, y más allá de las complexiones físicas en sí, los actores Ricardo Couto y Gustavo Saffores logran dar convincentemente con los difíciles papeles. Quizá el de más dificultad sea el Aparicio de Saffores, dado que es muy complejo imprimir al personaje su impronta.

Otro mérito, anterior, parte del texto. Hugo Burel eludió los largos debates y las escenas prolongadas, fragmentando el conjunto en ágiles cuadros, que de alguna manera el espectador tiene que ensamblar. Lógicamente en esos segmentos de discurso van aflorando ideas políticas y modelos de sociedad, y también episodios históricos concretos, que ilustran del Uruguay de fines del siglo XIX y principios del XX, momento de cambios que aporta un pintoresco telón de fondo. Más aún, la obra entra en pormenores de la vida cotidiana y social, con jugosos datos y anécdotas sobre los dos personajes y sus entornos.

Desde la dirección, Álvaro Ahunchain también aporta al resultado. La dinámica escénica hace un buen uso del espacio, desde una escenografía simple y con fuerza expresiva. El uso de las sombras es uno de los más personales aciertos, aspecto que subraya el carácter onírico del montaje.

La ambientación sonora es otro aspecto bien integrado a la puesta en escena, ayudando a recrear la vida rural y la urbana, las duras jornadas de la guerra en el campo y las veladas calmas en la casa quinta suburbana. Otro acierto de autor y director es el final: la obra lo tiene (y eso no es poco), y está fuera del horizonte de expectativa del desprevenido espectador.

Los valores del elenco están no solamente en las figuras principales, sino en los otros cuatro actores, al servicio de una puesta nada sencilla.

El espectador, sin embargo, no transita, creo, por momentos de gran emoción, viendo todo como una serie de situaciones difíciles, que ocurren bastante alejadas de él. La fragmentación de la trama, si bien ayuda a agilizar el espectáculo, deja también un collage que puede que no se arme fácilmente en el público. La obra transcurre sin pérdidas de tiempo, a buen ritmo, y ofrece sorpresas y buenas actuaciones. Intelectualmente también nutre al público y lo mantiene entretenido a través de una propuesta audaz, tanto en los propósitos como en los resultados.

Los inmortales [***]

Texto: Hugo Burel. Dirección: Álvaro Ahunchain. Actores: Ricardo Couto, Gustavo Saffores, Paula Echeverría, Germán Weinberg, Joaco Dian y Federico Maggioli. Sala: Teatro Alianza Uruguay-Estados Unidos, Sala China Zorrilla, Paraguay 1217. Funciones: sábados a las 21:00 y domingos a las 19:30. Entradas: $ 390 en Abitab y en la boletería de la sala.

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Ahunchain, desde la dirección, aporta novedades en escena. Foto: M. Fernández.

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