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"Dejé de escribir porque dejé de fumar"

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Hernán Casciari presenta "Una obra en construcción" el 27 de enero. Foto: Difusión.

El escritor llega con una obra de teatro.

Hernán Casciari, el escritor argentino que se presenta en La Trastienda con Una obra en construcción el 27 de enero, volvió a nacer. Y lo hizo el 6 de diciembre de 2015. Se jacta de eso, y además agradece que haya sido en Montevideo.

Ese día, Casciari estaba en una casa alquilada con Julieta, su novia, Javier y Alejandra, los dueños de la casa. Ese día, a Casciari le dio un infarto que lo hizo cancelar un recital de cuentos, pero que lo ayudó a cambiar su vida rotundamente.

Hernán Casciari nació en Mercedes, Argentina, pero desde niño tiene una relación "de cariño muy grande con Montevideo, aunque no exista una razón específica y concreta" para ese cariño. "Durante mi adolescencia leí muchísima literatura latinoamericana, entre ellos a muchos uruguayos y además todos los escritores argentinos, cubanos, colombianos, hablaban muy bien de Uruguay".

De ahí, quizás, que los personajes de sus dos primeras novelas (que nunca publicó) hayan sido uruguayos y de ahí, quizás, su amor por Uruguay, y de ahí, quizás, su infarto en Montevideo.

"El infarto fue totalmente necesario", dice Casciari desde el otro lado del teléfono, en Buenos Aires. "Después de que infarté hice algo que quería hacer hacía mucho tiempo: volver a vivir a Argentina después de 15 años de vivir en España".

En ese momento, el escritor cambió su vida "autodestrucción", según sus palabras, por una "mucho más sana, que no hubiera sido posible por propia voluntad". De eso, está seguro.

Empezó a escribir en una revista de su ciudad, Mercedes.

Después escribió en un blog, cuando se fue a Buenos Aires, para que sus familiares y amigos pudieran seguir leyendo sus textos.

Del blog pasó a fundar una revista, Orsai, y de la revista pasó a una editorial con el mismo nombre, y con ella publicó libros y ahora, con sus textos, creó y produjo Una obra en construcción, obra de teatro que traerá a la ciudad en la que, según él, lo salvó.

—¿Qué te da el teatro que no te da la literatura?

— En realidad haciendo teatro estoy supliendo una etapa que es este último año en el que no puedo fumar, tampoco puedo escribir, o no estoy escribiendo en realidad, desde mi infarto no escribo, y me parece que lo que ocurrió en mi cabeza fue suplir todo eso por alguna otra cuestión creativa y por eso estoy haciendo esto: porque no puedo escribir. Cuando vuelva a escribir yo creo que dejaré el teatro de lado, pero es un muy buen parche; me divierte mucho, me divierte tanto como cuando me podía sentar a escribir y a fumar tranquilo. Entonces agradezco mucho que haya como un escalón suplementario que me permita seguir disfrutando con historias.

—¿Cómo surgió la idea de la obra?

—La obra nació a partir de unos recitales de cuentos. Cuando me vine a vivir a Buenos Aires, después de mi infarto, le propuse a mi vieja si quería participar en un recital y cada vez que su personaje aparecía en algún texto, ella dijera el parlamento", dice Casciari. "Después se lo propuse a otros parientes que aparecen en mis cuentos, como mi cuñado o mis primos. La idea era hacerlo dos veces, tres como mucho, pero pasó algo muy raro y fue que se generó un boca a boca muy bestia en la gente en Buenos Aires y empezaron a llenar los teatros, que al principio eran muy chiquitos, con 250 butacas.

Literatura.

Casciari era un asiduo escritor gordo que vivía en Barcelona y escribía en un blog. Era un escritor gordo que no era feliz, porque ansiaba volver a su país de origen, pero tenía una razón por la que quedarse a vivir en España: su hija Nina. "Yo llevaba una vida autodestructiva, estaba deprimido y solo soportaba por Nina", dice el escritor sobre su vida antes del infarto.

Después de ese episodio, Casciari volvió a Argentina, adelgazó, dejó de fumar y no volvió a escribir más que algún texto puntual, en largos períodos de tiempo. Así, lo último que escribió en su blog fue el 19 de octubre de 2016, sobre el movimiento feminista y la marcha de "Ni una menos" en Buenos Aires.

—¿Por qué dejaste de escribir?

—Porque dejé de fumar y no me divierte escribir. En mí estaba muy relacionado una cosa con la otra: yo escribía un párrafo y en la relectura me prendía un cigarro y siempre tenía muy relacionado la relectura al tabaco y la reescritura a la marihuana, pero eso era permanentemente. Me doy cuenta ahora que no estoy escribiendo, que no puedo hacer una cosa si no hago la otra; no es que no pueda escribir literalmente, si vos me pedís que te escriba la historia de la vaca y me das tres horas, te escribo una composición, pero no me divierto haciéndolo, estoy ansioso, me levanto, no sé qué hacer, vuelvo, me siento, me desconcentro. Entonces si no me divierte, no lo hago. Por eso hago teatro.

Fútbol.

Pero los lectores extrañan al Hernán escritor. "Lloro de alegría, gordo, volviste", le escribió alguien cuando Casciari volvió a publicar un texto en su blog.

Y es que sus textos —llenos de la vida misma— eran (y son) seguidos por miles de personas, que encuentran en ellos todo tipo de elementos con los cuales se identifican. O que relacionan con cosas como la amistad, la nostalgia, el amor, los conflictos y todas esas cosas de las que está hecha la existencia.

Sin embargo, uno de sus textos más célebres y conocidos, titulado Messi es un perro parece haber quedado atrás, en Barcelona, con la vida pasada de Casciari.

"Estoy en un momento conflictivo conmigo mismo y el fútbol", cuenta el otrora fanático del deporte rey. "Ya no voy más a la cancha y me enferma que la gente esté todo el día hablando de fútbol. No es que haya dejado de mirar partidos de Racing o de Barcelona, pero miro cosas puntuales. Me estoy replanteando el sentido del fútbol, no sé, capaz sea vejez también".

—¿Quizás el desinterés por el fútbol tenga que ver con haber vuelto a Argentina?

—No sé, puede ser. Acá están muy pendientes del fútbol y me eso enferma. El fútbol como tema permanente del mundo, me parece cada vez más una garcha. Muchas cosas con respecto al folklore del fútbol y de la cancha que alguna vez escribí están perdiendo sentido en mi cabeza.

—¿En España el fútbol no es así? —Es que no sé, porque yo no salía mucho de mi casa, entonces no puedo decirte cómo era.

—¿Por qué no salías? ¿Extrañabas Argentina?

—Nunca dejé de mirar hacia Argentina, nunca miré a España. Por eso nunca sentí, el año pasado, que estaba volviendo. Argentina es la misma de siempre porque yo no siento que me haya ido, es decir, físicamente sí, tenía una residencia fiscal en otro lugar y pagaba impuestos en otro lado y cagaba en un inodoro que giraba de izquierda a derecha y no de derecha a izquierda, pero después no sentí mucho haberme ido.

Más allá del texto en el que Casciari teorizó sobre una analogía entre Messi y su perro Totín, su desinterés por el fútbol no tiene relación con haber dejado de ir al Camp Nou. Y es que el interés por el fútbol surgió en él cuando era niño para tener un tema de conversación con su padre.

Pero desde que falleció, parace haber perdido sentido. "La verdad es que el fútbol nunca me importó, todo fue una excusa para charlar con Roberto Casciari. Nos sentábamos en los sillones del comedor y buscábamos en el televisor alguna señal perdida. Cuando la pantalla se ponía verde, sin que importara la trascendencia del partido, nos quedábamos noventa minutos quietos; y hablábamos", dijo el escritor una vez en uno de sus textos, y sus lectores, todos, saben que es verdad.

Construir una puesta en escena familiar

Después de las primeras funciones de la obra, Casciari empezó a pensar en “cómo carajos se producía” una obra de teatro.

El equipo es de 15 personas, entre actores y técnicos. No hay un director y todos son familiares. Así, cuando una niña que viene de Barcelona se sube al escenario con su padre y el resto de su familia, el público sabe que es Nina, la hija del escritor.

La función que darán en Montevideo será la número 60. Más allá del componente de realidad que se plantea (no hay escenografía ni vestuario, ni demasiada producción técnica de luces y de sonido), con el tiempo, Casciari y sus familiares han aprendido a ser actores: “Veo los videos de las primeras funciones y los comparo con las grabaciones de las últimas y son completamente distintas. Hay una evolución en todo: en la forma de hablar, en la forma de entrar y salir, los parlamentos los han construido ellos mismos también con el correr del tiempo. Y nunca me consultaron si podían hacer o decir tal cosa”.

Y a esa dimensión de realidad es la que Casciari atribuye el éxito: “Creo que a la gente le gusta que haya naturalidad en la obra. Tengo la teoría de que un determinado público está aburrido o harto de las propuestas tradicionales de teatro. Y en esta, en el amateurismo, en la improvisación y en que no somos actores, encuentran cierto componente de verdad que en lo actoral no hubieran encontrado”.

LA RELACIÓN CON EL TEATRO DE UN BLOGUERO

Aunque esta sea su primera obra de teatro como productor, Casciari es uno de los responsables de “Más respeto que soy tu madre”, una obra que Antonio Gasalla adaptó para el teatro basándose en los textos que Casciari publicaba periódicamente en su blog. Esos relatos, centrados en el personaje Mirta Bertotti, fueron también compilados para una novela homónima, que hasta la fecha ha sido traducido al francés, portugués e italiano.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Hernán Casciari presenta "Una obra en construcción" el 27 de enero. Foto: Difusión.

HERNÁN CASCIARISOLEDAD GAGO

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