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"Lo cómodo le ganó a lo elegante"

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Pablo Ramírez. Foto: Marcelo Bonjour

Luego de más de una década,Tosca volverá al escenario del Solís por tres funciones, el 16, 18 y 20 de agosto, y lo hará con un marco visual prometedor, con escenografía de Nicolás Boni y el vestuario del diseñador argentino Pablo Ramírez.

Referente en materia de moda del otro lado del Plata, Ramírez es también un gran creador escénico, y su participación en esta temporada lírica montevideana augura más que un toque de glamour a la misma.

—¿Cómo va a ser el vestuario de esta Tosca?

—No vamos a hacer exactamente una recreación de época, sino que tiene más que ver con una mirada que tengo yo, una especie de estilización, tomando elementos del pasado, pero llevados a una línea elegante, haciendo como una síntesis.

—¿Qué diferencia tiene el vestuario teatral en relación con la ropa corriente?

—En una ópera, y más en un escenario como el Solís, lo que cambia es la escala. Dada la distancia a la que se ve, todo tiene que ser más dramático, tiene que tener más impacto. Inclusive como más síntesis. En el primer acto, en el Te Deum, hay más de 120 personas en escena, que es una imagen muy impresionante de crear.

¿Se han borrado las fronteras entre el vestuario teatral y el de fuera de escena?

—Pienso que muchas veces me gustaría ver más teatralidad en los vestuarios de teatro. Y no ver tanto en el teatro artistas vestidos como el público. Por lo menos yo siento la necesidad de que haya más teatralidad en el escenario.

—Y lo contrario también pasa, que la gente se viste en la calle con más teatralidad...

—Lo que veo que viene pasando en los últimos años es que lo cómodo le ganó a lo elegante. Basado en la excusa del confort, se pierde como algo de toda esa teatralidad. Y yo es algo que con mi trabajo, de manera casi quijotesca, me he propuesto rescatar.

¿No se corre el riesgo de frivolizar la estética del escenario a través de un vestuario centrado solo en el diseño?

—No, a mí no me interesa la moda como fenómeno. Me gusta citar eso que decía Oscar Wilde, que la moda es algo tan feo que hay que cambiarlo cada seis meses. Lo que yo me propuse hacer, desde que empecé con mi marca en el año 2000, fue no hacer moda, sino construir una identidad, trabajar hacia un estilo que tiene que ver con piezas de diseño que perduren en el tiempo, que no tengan fecha de vencimiento. Tiene más que ver con una mirada, con una visión. Y con respecto a la inclusión de un diseñador de moda en un espectáculo artístico, hay de todo desde los maravillosos trabajos del diseñador Christian Lacroix. Para mí es muy enriquecedor que se den estos diálogos.

—¿Cómo definirías la teatralidad?

—La teatralidad es algo que uno puede encontrar en lo cotidiano. La forma en la que uno hace las cosas, es una forma de representación. Es lo mismo que pienso con lo del vestir. Todo es una construcción. Cada persona, cuando se levanta, se construye a sí misma desde la manera en la que se vista, al modo en que se mueve, o se peina. Y la teatralidad en la suma de todas estas formas representa eso. Hace poco un sobrino tomó la comunión, y me encontré volviendo a la iglesia. Y me hizo pensar en la teatralidad que tienen los ritos religiosos: el manejo del tiempo, el silencio, la música. Son escenas. Lo mismo en la escuela y los actos escolares. Todo eso es teatralidad.

—¿Cuál fue el trabajo que más recordás?

—Fue haber tenido la posibilidad de vestir a Gustavo Cerati cuando hizo los Once episodios sinfónicos. Nos conocíamos, él había ido a ver un desfile mío de una colección que se llamó Patria, y me vino a ver porque él iba a estar con una orquesta sinfónica y me explicó que como cantante pop, y no lírico, tenía que tener un vestuario que fuera como una protección. Y le hice un tapado sanmartiniano, pero en jean, que era como un toque pop a algo solemne. Gustavo era un artista con una elegancia natural, para llevarlo como si hubiera nacido con el traje puesto. Me acuerdo cuando fui a verlo al Teatro Colón, fue muy impactante. Ver ese vestuario, que había nacido como un dibujo, verlo allí a Gustavo con él. Creo que esa imagen quedó como un símbolo de él.

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Pablo Ramírez. Foto: Marcelo Bonjour

PABLO RAMÍREZ

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