Crítica: Un Rato con él

Hoy en El Galpón a las 19.00 se da la última función montevideana de este gran espectáculo argentino

Si hubiera habido un aplausómetro el viernes pasado hacia las 20.00 en la platea de El Galpón, el saludo que recibió Julio Chávez del público creo que sobrepasó un poco al que recibió Adrián Suar. Y eso fue una sorpresa. Se podría haber pensado de antemano que el exitoso productor de televisión y actor cómico iba a recibir una ovación mayor, por ser la primera vez que actuaba en vivo ante el público uruguayo. Pero creo que pesó un poco más la simpatía que ya Chávez se ha ganado en Montevideo, a fuerza de venir repetidas veces, siempre con propuestas de interés.

Más allá de ese comentario lateral, la presencia de Un rato con él (que hoy da la última función, a las 19.00) está siendo totalmente bienvenida por el público, que llenó la sala y que aplaude y ríe, a la vez que presencia una historia emotiva y profunda, pero también fácil de ver, nada pesada. La diferencia mayor entre esta puesta en escena y la que se vio en el Teatro El Nacional de Buenos Aires está en la escenografía, que tuvo que ser reducida. Faltó la gran escalera a la vista del público, y el efecto de la lluvia en el ventanal. Pero estuvo lo más importante: las buenas actuaciones, con los dos protagónicos que ofrecen mucho desde un texto notable.

En la función del debut montevideano hubo problemas técnicos de sonido, y Chávez se puso al público en el bolsillo, al parar la representación a poco rato de comenzada, hablar con la platea, pedir disculpas, y esperar unos minutos hasta que el problema estuviera resuelto. La naturalidad con que volvieron a ingresar en la ficción fue propia de profesionales. Y tanto Suar como Chávez se volvieron a lucir una vez más, en este trabajo que les permite una gran expresividad, física, emocional y gestual, llena de cómicos tics.