CRÍTICA

Sorprendido. Esa es la palabra que mejor define la experiencia de haber asistido el pasado sábado a Bakunin sauna. Quizá porque en parte mis expectativas eran otras, y la obra, en su transcurso, las fue alentando, hasta el final desconcertante.

Hay que empezar por decir que originalidad no le falta, ni temáticamente ni a nivel de puesta. El montaje presenta una escenografía inusual, una gran sala de sauna que abarca el mayor escenario galponero.

En el orden temático, también hay un planteo inusual. En el lugar se va dando cita como un grupo de viejos militantes, que aprovechan la ocasión de haber sido convocados para planificar un delirante plan. Eso toma ribetes surrealistas cuando aparece en escena un androide que ha sido programado con los datos del anarquista ruso Mijaíl Bakunin.

Y allí se da todo un cruce de ideologías y acciones, que en líneas generales parodian las ideas del anarquismo aplicadas al presente. La acción que plantea el autor y director Santiago Sanguinetties novedosa, en tema y en ambientación. Y produce risa, especialmente en un tipo de público. Y está muy bien actuada.

Pero lo que comienza siendo como una comedia ideológica, luego va dirigiéndose hacia un mero juego, para culminar prácticamente en el vacío. Asombra ver a los actores más veteranos de El Galpón en un planteo que parece tomar a las ideologías de izquierda para la parodia, para ponerse al servicio de un divertimento que quizá exija bastante al espectador, para conducirlo finalmente a una mera humorada.