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Dos argentinas que traen un arma muy poderosa: el humor

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Noelia Custodio y Srta. Bimbo

Stand up

Srta. Bimbo y Noelia Custodio, comediantes feministas en La Trastienda

Noelia Custodio y Srta. Bimbo se desparraman sobre una mesa al fondo del Mercado Ferrando, y la canción de Julieta Venegas que suena, lejos de ser un arrullo, interfiere en la siesta express que toman entre la nota anterior y esta con El País. Sus últimas 24 horas han sido de una actividad intensa en Montevideo, que las recibió para promocionar el show que harán en La Trastienda el viernes próximo. Y como la función de las 21.00 está prácticamente agotada, se agregó otra para las 22.45, que también está casi agotada. Las últimas entradas se encuentran en Red UTS desde $ 490.

Están, al momento de la entrevista, tan cansadas como contentas, porque de las cuatro presentaciones que hicieron el año pasado en Bluzz Bar, un lugar con capacidad para cerca de 100 personas, pasarán a dos Trastienda. “El trabajo da frutos”, dice Srta. Bimbo —labios rojos, pestañas recargadas de rímel, falda con championes y campera de cuero con parches—, “aunque no siempre”.

Tal vez en su caso particular, la aparición que hizo en febrero en Intrusos, polémica mediante por la consideración machista que tiene el programa de Jorge Rial, en una serie de emisiones dedicadas a debatir sobre el feminismo, le dio mayor exposición e hizo que su cara se conociera entre otros públicos. Sin embargo es, como Custodio, una trabajadora del humor: tiene años de radio, incursionó en televisión (con Roberto Pettinato, a quien meses atrás acusó de acoso), es actriz y sobre todo, comediante.

Noelia Custodio —pelo atado, lentes, cara lavada, campera deportiva de algún equipo de básquetbol y siempre atenta al celular, aunque sin perderle el hilo a la charla— también tiene un historial de radio y, sobre todo, de comedia: dos lazos fuertes que terminaron hermanándolas en un espectáculo conjunto, en el que cada una presenta lo suyo.

Hoy, sus rutinas implican ir a la radio (están en Futurock), trabajar en una serie de micros feministas que se verá en junio, armar el material para sus unipersonales y hacer, los viernes, las funciones de Violonas. También van al Congreso a “agitar”, “rosquean” mucho sobre cuestiones feministas —lo que acá sería, más o menos, darse manija—, y giran los fines de semana. “Y fumamos mucho entre amigues, eso hacemos”, dice Custodio, porque si hay algo que caracteriza a la dupla es su disfrute de la marihuana.

Por eso se sienten tan cómodas en Uruguay: porque acá no existe la sensación de sentir miedo a fumar en la calle, como sí pasa en su país. Y porque las saluda su público, pero más que desde el lugar de fan, desde el lugar de quien apoya una misma causa. Y eso sólo quiere decir que su discurso se escucha, y que está repercutiendo bien.

—Cada vez llegan más comediantes mujeres de Argentina a Uruguay. ¿Cambió el paradigma del humor en su país?

Noelia Custodio:

Está en proceso. Siempre hay gente riéndose de hombres y mujeres, lo más viejo del stand up, y hay gente que ya está harta de eso y vio que hay nuevas opciones.

Srta. Bimbo: El humor tradicional también dejaba afuera a un montón de gente. Lo clásico es reírse de los gays, las travestis, la suegra, ¿y qué queda? ¿Quién se podía ir a reír y que no se rieran de él en el show?

—En el proceso de deconstrucción hacia el feminismo, ¿por qué es tan difícil que la gente entienda por qué está mal reírse de las minorías?

N. C.:

¡Porque a los gays los matan! Y el humor valida. El humor es poderosísimo.

S. B.: Es un escalón el humor, y eso se reproduce en un montón de áreas. Podemos reírnos de alguien que se golpeó porque se resbaló con un tomate, porque no tenemos como sociedad un problema donde los tomates nos quieran matar. Tenemos un problema que son los crímenes de odio. Empieza con dos que se ríen cuando pasa “el puto del pueblo”, y sigue cuando al puto lo quieren matar. Ese humor es una escalada de reproducción que está ahí, y encima la tenés cerca. Y no podés controlar al macho que quiere matar al puto, pero sí podés controlar eso que vos hacés riéndote y contribuyendo. El humor está a mano, para construir o destruir lo que quieras.

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