Crítica: Ejecución pública

Hasta el domingo sigue en Tractatus la última creación de la talentosa Lucía Trentini

Afortunadamente el teatro uruguayo se multiplica en rarezas. Este pasado miércoles se estrenó Ejecución pública, con texto y dirección de Lucía Trentini. Y el montaje realmente es poco común, y conviene ir a verlo, si se quiere estar al tanto de los nuevos caminos de la escena local. Además la obra es corta (dura unos 50 minutos), y corre a buen ritmo, sin cansar al espectador.

Y el público tampoco se agota porque el espectáculo es muy sencillo de seguir, a fuerza de un texto bien simple, esquemático, que juega con lo maniqueo. Se trata de una antiutopía, en la que una serie de seres condenados, aprisionados, están obligados a obedecer a un líder. Y estéticamente la obra luce muy bien, en un entorno oscuro, con muy buena iluminación. Allí se ven escenas truculentas, como la del hombre que es obligado a comer sus propios excrementos.

El cuidado marco visual se completa con un juego de sonidos, muy rico, que los intérpretes desarrollan en vivo, en general a partir de objetos, que son usados como instrumentos. Con frases cortas y música contundente, las acciones van comunicando al espectador todo un mundo de opresión, de despotismo, de sumisión. Con algunos juegos interesantes, como ciertos contrastes entre algunas delicadezas y la brutalidad reinante.

Trentini ha ofrecido trabajos escénicos de mucha más profundidad de contenido. Pero en este caso optó por un montaje visual y sonoro, que es interesante por lo que ofrece, pero quizás más por lo que promete de esta gran artista.