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"The End of the F***ing World": la temporada 2 está muy bien, aunque no tiene razón de ser

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La segunda temporada de la serie The End of the F***ing World. Foto: Netflix

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La buena comedia negra británica que protagonizan Alex Lawther y Jessica Barden como James y Alyssa, estrenó segunda temporada en Netflix

Entre el fervor electoral y algún otra novedad que llamó la atención de los seriéfilos, el estreno de la segunda temporada de The End of the F***ing World pasó un tanto desapercibido por aquí, y no lo merece. Esta comedia negra de sello británico, que cuando irrumpió en Netflix en el verano pasado, causó amor a primera vista en unos cuantos miles de espectadores, lanzó hace dos semanas su segunda temporada y no está nada mal.

Antes de seguir leyendo, va el aviso de que esta nota contiene spoilers sobre la serie. Está a tiempo de cortar su lectura.

Dicho esto, The End of the F***ing World es la historia de un par de adolescentes problemáticos: James (Alex Lawther), que se cree psicópata, y Alyssa (Jessica Barden), rebelde que no conoce el peligro. Él quiere matar a una presa grande para ver si así logra sentir algo, y ella se le presenta como la víctima perfecta. Deciden fugarse para escapar de sus vidas y terminan de road trip fatal por Inglaterra, lo que servirá para que desarrollen algún tipo de amor mutuo.

Pero en esa aventura que abarca la primera temporada, tomarán algunas malas decisiones, cometerán un crimen y terminarán siendo perseguidos a los tiros por la policía. El final de aquella tanda de episodios era bien abierto: a Alyssa la habían capturado y mientras James corría, un último disparo dejaba la pantalla en negro.

La segunda temporada (también de ocho capítulos de menos de media hora cada uno) arranca dos años después de aquel final, con la aparición de un nuevo personaje: Bonnie (Naomi Ackie) de la que lo primero que sabemos es que estuvo en prisión. Parece, a primera vista, compartir algunas características de la dupla protagónica: es poco expresiva, tiene problemas para vincularse y una relación disfuncional con sus padres, lo que ha dejado secuelas evidentes en su personalidad.

¿Pero qué juego vino a jugar? Bueno, por aquello de que toda acción genera reacción en alguien más, es la vengadora de Clive Koch, el violador serial que James asesinó en la primera temporada pero que, para Bonnie, era un amor o, más bien, la ilusión de un futuro.

La segunda temporada de la serie The End of the F***ing World. Foto: Netflix
Bonnie, una cara nueva en "The End of the F***ing World". Foto: Netflix

Será la aparición de Bonnie la que lleve al espectador a ver que ahora Alyssa, que cumplió servicio comunitario y se mudó de casa, entre otros entreveros, está a punto de casarse con un nuevo muchacho que, a decir de ella, “es como un perro. En el buen sentido”. Dice tener superado lo de James, quien desapareció pero en verdad estaba internado, recuperándose de las secuelas de la herida de bala. Y al final no fue preso, y mejoró la relación con su padre, hasta que todo se desmadró de vuelta. Se reencuentra con su excompañera cuando recibe la primera amenaza de Bonnie, y ahí arranca la nueva aventura.

Los elementos que hicieron tan buena a la primera temporada, están acá y están mejores. La banda sonora es fabulosa: las composiciones originales de Graham Coxon (están en Spotify) completan a la perfección una musicalización más bien sesentera, que incluye a Nancy Wilson, The Dubs, The Kinks y hasta Dylan y Fleetwood Mac.

El sonoro es un elemento clave para acentuar el humor de esta serie que no deja de ser comedia, aunque se ve dramática por todos lados -tan así que estuvo nominada a los British Academy Television Awards a mejor drama-. Hay momentos sumamente graciosos, pero siempre oscuros e incómodos, de esos no aptos para cualquier sensibilidad, gentileza o mérito del guionista Charlie Covell, sus secuaces y de Charles S. Forsman, creador de la novela gráfica en que está basada esta ficción. Y también hay de los otros, de esos momentos que dejan la garganta atravesada de un nudo amargo.

Además están las actuaciones, las de Lawther y Barden, bajo la dirección de Destiny Ekaragha y más poderosas que en la primera temporada.

Los actores han crecido, obvio, y los personajes también. La temporada permite profundizar en sus oscuridades y emociones a partir de gestos mínimos, sonrisas que parecen no saber salir a la luz, diálogos concretos, tonos monocordes y muchos monólogos interiores. La única verdad de The End of the F***ing World viene de reflexiones personales, momentos en soledad y alguna descarga irónica; y casi nunca de los diálogos y el encuentro.

La segunda temporada de la serie The End of the F***ing World. Foto: Netflix
Alyssa y James en la segunda temporada de "The End of the F***ing World". Foto: Netflix

La temporada es rica en todos esos aspectos y en la inteligencia con la que avanza, y completamente disfrutable para quien ya disfrutó la primera. Pero también, y eso era de esperar, carece de razón de ser más allá de estirar un éxito, lo cual es básicamente la pandemia actual de las series. “Fue un final apropiado. Una historia de amor fallida. Una tragedia perfecta”, dice James, “y luego, no morí”, y esa línea que habla de su personaje bien le cabe a toda la serie o temporada.

El asunto es que cuando todo funciona bien en todos los rubros, es inevitable no dejarse llevar por un encanto que evidentemente está. Porque sobre todo, The End of the F***ing World es una serie sobre el sentirse solo en el mundo, y la necesidad de sentirse querido, esa necesidad que a veces no distingue de héroes y villanos. Cómo no empatizar con eso.

futuro

Los proyectos de los actores

Si le entusiasma el trabajo de los protagonistas de The End of the F***ing World, acá va una guía para seguirles los pasos. El nuevo fichaje, Naomi Ackie, aparecerá en Star Wars: el ascenso de Skywalker, que se estrena el 19 de diciembre. Alex Lawther será parte de lo nuevo de Wes Anderson, The French Dispatch, y del thriller francés Les traducteurs, de Régis Roinsard. Y antes estuvo en la serie Black Mirror (Netflix) y en los films Historias de ultratumba y El código enigma. Jessica Barden, en tanto, fue parte de La langosta, la de Yorgos Lanthimos con Colin Farrell y Rachel Weisz; y tiene tres películas por delante, todas óperas primas de distintos directores.

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