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¿Cómo es "Dead to Me", la joya escondida de Netflix que estrenó segunda temporada?

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Christina Applegate y Linda Cardellini en "Dead to Me". Foto. Netflix

RESEÑA SIN SPOILERS

Christina Applegate y Linda Cardellini protagonizan una comedia negra llena de giros inesperados, que ayer estrenó segunda temporada

La superpoblación de contenidos en Netflix y el hiperconsumismo al que nos vemos inducidos por el streaming son factores que, combinados, hacen que se conviertan en tendencia contenidos de calidad media tirando a baja, y se pierdan en el aire algunas joyitas. Entre este último bloque está Dead to Me, serie original del servicio de streaming, estrenada el año pasado y con flamante segunda temporada en la plataforma (llegó ayer). Como el anterior, el nuevo ciclo consta de 10 capítulos de media hora cada uno, y un giro tras otro que rozan lo absurdo y por eso nos gustan tanto.

Dead to Me es una buena comedia negra impulsada por dos actuaciones notables, y un guion disparatado que entretiene con su humor incómodo, a la vez que rompe lentamente unas cuantas fibras íntimas. La creo la comediante y productora Liz Feldman en un momento oscuro de su vida, y tiene de productores ejecutivos a Will Ferrell y Adam McKay (La gran apuesta, El vicepresidente). Y es dolorosamente feminista.

Jen (Christina Applegate) y Judy (Linda Cardellini) se conocen en un grupo de duelo y se ponen a charlar del mal café, los problemas para dormir, la vida misma, y de repente se hacen amigas. Son dos mujeres a la mitad de la vida, solísimas, cada una con sus rollos sobre la maternidad y la pareja, cada una con secretos que cargar y apariencias que guardar.

Jen acaba de enviudar —un conductor imprudente atropelló a su marido y se dio a la fuga— y quedó sola con dos hijos varones, en una casa que le queda enorme y le representa todo lo que está mal en su vida. Judy está recién separada, perdió otro embarazo y ya van un montón, y duerme en el hogar residencial en el que le enseña arte a unos ancianos que son lo más cercano a una familia. Ah, oculta algo gravísimo.

No les cuesta mucho hacerse amigas, porque en tiempos así de oscuros todos necesitamos un poco de amor. Pero resulta que atrás de esa amistad casual y necesaria, hay una explicación bastante siniestra y un montón de embrollos que el espectador va a tener que enfrentar episodio tras episodio. Dead to Me encadena una revelación tras otra sin preocuparse por el ridículo. Sí, mucho de lo que pasa es improbable e imposible, empezando por eso de invitar a una desconocida a vivir a una casa con dos menores en duelo y una adulta responsable que se refugia en el alcohol mientras hace malabares para sostener la economía.

Pero no importa. Applegate y Cardellini son una dupla muy sólida en lo actoral y eso sostiene la tensión y el entretenimiento sin que los absurdos hagan mayor mella en la trama. Los personajes de Feldman se complementan muy bien: Jen está siempre a punto de explotar; Judy está siempre tan exigida por mejorarlo todo.

Pero a veces las cosas no tienen arreglo, e intentarlo y seguir intentándolo solo lo empeora. A veces la única alternativa es aceptar y soltar, o será que la vida es una repetición cíclica de las fases del duelo.

Christina Applegate y Linda Cardellini en "Dead to Me". Foto. Netflix
Christina Applegate y Linda Cardellini en "Dead to Me". Foto. Netflix

La primera temporada tiene a Jen en la búsqueda a ciegas del asesino de su marido, mientras intenta manejar la ira y atraviesa broncas: la bronca de una infidelidad escondida, la de una sexualidad interrumpida desde que tuvo que someterse a una operación, la bronca de saber que todo su entorno la consideraba mala madre y la bronca de haber sido exitosa en lo profesional y no poder sostenerlo. Judy intenta taparle todos esos agujeros porque tiene una culpa tremenda y un montón de traumas personales que hacen que todo sea complicado. Eso involucra a un ex (James Marsden) ególatra, machista y manipulador.

Por todo eso, Dead to Me es dolorosamente feminista: porque muestra, un poco como Big Little Lies aunque con intención de comedia, que una mujer incluso cuando no puede más, tiene que encerrarse en un auto, darle play a algún metal insoportable hasta hacer catarsis, recuperar la sonrisa y volver a casa como si nada. “Jamás le digas a una mujer que exagera, porque la mayoría de las veces, las mujeres estamos reaccionando poco”, le dice en la segunda temporada Jen a su hijo adolescente, y eso resume bien esta idea.

Y además, la serie pone a prueba de fuego la sororidad. ¿Se puede ser compañeras a pesar de todo? ¿Podemos reconocernos en la otra aún en el medio de nuestras peores miserias? Más allá del corte feminista, Dead to Me nos interpela en el contexto de una situación extrema que se pone peor. Porque para esta segunda temporada, el molesto ex de Judy desapareció, pero detrás de sí dejó sangre, una investigación abierta a cargo del mismísimo FBI (y el FBI sabe atar cabos, bien advierte Jen) y un hermano gemelo que viene a averiguar dónde diablos se metió Steve. Acá las preguntas sobran y las respuestas las tienen estas amigas, ¿pero por cuánto tiempo más?

Saber hasta cuándo aguanta la piola es de lo más entretenido de Dead to Me, una serie sin desperdicio.

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