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Así es "Reality Z", la remake brasileña de un éxito británico que es tendencia en Netflix

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"Reality Z", la serie brasileña de Netflix. Foto: Netflix

LANZAMIENTO

La serie brasileña "Reality Z", sobre una invasión zombie en Río de Janeiro, es una versión de "Dead Set", del creador de "Black Mirror"

Entretenimiento puro y/o televisión chatarra: los reality shows, aunque han sabido ser fenómenos de audiencia, nunca han generado demasiados elogios por parte de la prensa, la crítica y en muchos casos del público, aún de aquellos que los miran. Placer culpable o consumo irónico, es un tipo de producto que nos suele poner entre la espada y la pared. Ahora, ¿y si viene una invasión zombie y la única salvación está en el set de uno de estos programas? Sobre eso va Reality Z, uno de los estrenos del mes en Netflix, ficción brasileña con base en Gran Bretaña que por estos días está entre lo más visto por los uruguayos.

Reality Z es una adaptación de Dead Set, miniserie británica de 2008 del creador de la excelente Black Mirror, Charlie Brooker, en la que en medio de un brote zombie que sacude de forma repentina a todo Reino Unido y causa estragos por doquier, los participantes de Gran Hermano y algunas personas de la producción son los únicos que logran estar a salvo, resguardados en el set del show. Dead Set recibió buenas críticas y una nominación al Bafta a mejor serie de drama; en América Latina se vio por iSat y es considerada serie de culto para fanáticos.

La serie brasileña -una temporada, 10 episodios de media hora cada uno- cuenta lo mismo, pero cambia los elementos. El escenario es Río de Janeiro y el reality en cuestión se llama Olimpo; en vez de tener a un Gran Hermano de voz impostada tiene a un Zeus, y los competidores están vestidos de dioses griegos y viven en una escenografía celestial, literalmente.

Una noche de “sacrificio” (o sea, de eliminación), un muerto vivo llega al lugar y empieza la masacre. Mientras los humanos se deshumanizan, se matan y mastican entre sí, una asistente de producción, Nina (Ana Hartmann; Llámame Bruna), de esas cansadas de llevar café y hacer mandados, intenta mantenerse a salvo corriendo por los pasillos. No tiene otra que mandarse para el set, donde un puñado de participantes ignora completamente lo que sucede fuera de esas paredes. A Nina la toman como una nueva competidora, hasta que un encuentro cara a cara con una de estas criaturas les cambiará el parecer.

Los otros sobrevivientes son Brandao, o sea Zeus (Guilherme Weber; El color del pecado, El negocio), y Jessica, (Hanna Romanazzi) que acaba de ser eliminada de Olimpo. En la vuelta también están Ana (Carla Rivas), que creó esa fortaleza pero desde que fue despedida del reality está deprimida, su hijo Léo (Ravel Andrade), que la quiere llevar para ahí; el diputado Levi y su secretaria, acostumbrados a jugar con las reglas de la política.

Para el productor Claudio Torres, la forma de meterse con Dead Set fue apelar a los conceptos de antropogafia y tropicalismo de la cultura brasileña. “Los primeros cinco episodios son Dead Set vistos a través de un espejo tropical. Y del seis al 10, el material es totalmente nuevo y, espero, honra el alma crítica, el humor y la violencia de la original de Charlie”, le dijo a Variety en una entrevista.

Nina (Anna Hartmann) en "Reality Z", la serie brasileña de Netflix. Foto: Netflix
Nina (Anna Hartmann) en "Reality Z", la serie brasileña de Netflix. Foto: Netflix

Reality Z es así de disparatada como parece. Entre cuerpos mutilados, vísceras, sangre y chillidos, la adaptación suma toda esa exageración, ese drama bochinchero y ese tipo de situaciones bizarras bien propias de las telenovelas brasileñas, que para el caso incluye una sexualización desmedida para el contexto tremendamente apocalíptico.

Con esos condimentos y el doble de episodios de la original, la versión brasileña queda por debajo. Tiene sus momentos de crítica, en los que intenta una lectura más filosa sobre el comportamiento humano, pero salvo algunos diálogos que ponen en juego la avaricia y los límites cuando aflora el instinto de supervivencia, lo que resalta es su narrativa de ciencia ficción y la dosis de entretenimiento (absurdo) que ofrece. También un ritmo acelerado y una buena banda sonora que se reserva para el final “With a Little Help From My Friends”. Imagínense ustedes de qué va el desenlace.

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