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Unos relatos sobre esas vidas obligadas a mutar

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Una breve charla con uno de los literatos de más renombre.

Editado en Uruguay lo nuevo del chileno Antonio Skármeta.

Libertad de movimiento", el último trabajo del escritor chileno Antonio Skármeta, publicado por Sudamericana, compila 11 cuentos sobre las consecuencias de los traslados de un país a otro, con distintos grados de libertad.

Los tres primeros cuentos —breves y de finales abruptos— tienen niños como protagonistas. Se trata de pequeños atisbos a episodios donde el ingenio y bondad infantil otorgan luz a unas vidas marcadas por el cambio inesperado. "La relación entre padres e hijos me interesa muchísimo. Está en mis últimas novelas, Un padre de película y Los días del arcoíris. Quise explorar lo que pasa cuando los padres viven situaciones complejas, como una separación o el traslado hacia otro país, y los hijos son arrastrados por estas decisiones, dice Skármeta, autor de Ardiente paciencia, trasladada al cine como El cartero por Michael Radford.

Pero si la primera parte está cruzada por el candor de la niñez, los relatos luego toman un giro hacia lo siniestro, con el cinismo de la adultez como tema principal. Vemos desde hombres desorientados en búsqueda de vidas que no sean las suyas, como el fracasado escritor que se va a París sin ningún plan, motivado por su atracción hacia la novia de su amigo, o el atribulado ejecutivo que se hace pasar por el amante de una hermosa mujer para extorsionarla y aprovecharse de ella. "En la segunda parte exploro otras facetas de la naturaleza humana: conductas perversas, que hieren y vulneran la natural bondad de la gente. Personajes que son rencorosos, resentidos y cobardes", dice el escritor.

Libertad de movimiento es su primera publicación tras recibir, en 2015, el Premio Nacional de Literatura chileno. "Yo partí mi vida literaria con un libro de cuentos. Y justo tras el Premio Nacional, ahora vuelvo con otro volumen de cuentos. Es un libro que escribí con gran placer y con el objetivo de establecer un diálogo fluido con los lectores. Me interesa mucho su reacción", dice Skármeta.

—¿Siente que había más expectativas para esta publicación que para otros trabajos suyos, tras recibir el Premio Nacional?

—No creo, porque ya he escrito muchísimos libros. Los lectores ya saben cómo escribo y a qué atenerse. No hay nada nuevo o especial en ese sentido. Es mi mismo mundo: una mirada hacia los seres humanos, y especialmente en este libro, a las relaciones entre los niños y los padres. Estos son cuentos que encuentro plenos, listos para ser servidos al lector para ver si lo mueven, si lo encantan.

—¿Cómo se unen estas dos dimensiones del libro, la bondad y el cinismo?

—Bueno, así es la vida: un conglomerado confuso, las cosas nunca están nítida y claramente separadas. A veces países que son completamente normales y pacíficos se rompen abruptamente por la violencia. Yo quiero referirme a este mundo real, donde si bien hay gente que da amor, gracia y humor; también veo que hay un mundo de tipos torpes, resentidos, que ejercen la violencia de todo tipo, y especialmente la violencia contra las mujeres, a quienes sienten más débiles.

—¿Prepara sus memorias?

—Tengo planes para, en muchos años más, si estoy vivo —condición necesaria para escribir un libro— escribir unos recuerdos. He conocido tanta gente, he estado en tantos países, que pienso en algún momento darle a eso un carácter que no es ficción ni poesía, por eso lo llamo recuerdos.

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