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Psicodelia pop con olor a frambuesa

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Paul Higgs

Paul Higgs y su banda, Algodón, tocan este sábado a las 23 horas en Bluzz Live. Además de repasar el primer material del grupo, adelantarán temas de "Eucalipto", un “disco hermano” que será lanzado el 1° de setiembre mediante el sello virtual que dirige Higgs, La órbita irresistible. En diciembre, Algodón formará parte del festival de música indie "Peach and Convention".

Higgs integra otras cinco bandas: Amigos inflables, Oso polar, La medio siglo, Los cables y Mapache. En Algodón, su proyecto más personal, “lleva la antorcha de las nubes”, dice Higgs, de 22 años. Formó la banda junto a miembros de cada una de las otras, y es la que hasta ahora les dio más cobertura mediática. Su primer disco, Algodón, se editó en 2014 y lentamente fue recorriendo redacciones. Varios críticos lo reconocen como una de las propuestas más interesantes para ver evolucionar. Higgs, que habla en sus canciones de Punta Gorda, la arquitectura que lo rodea, frutas y mujeres, dijo en alguna ocasión que lo que necesita para componer es soledad, mañanas y silencio. A la lista habría que sumar que suele salir a correr para pensar en música.

—Algodón tiene 17 temas.
—Soy 100% híper fértil. Desde hace tres años, es imparable la composición en mi vida.

—¿Cómo se dio ese estado?
—Me inspiro mucho, con lo que sea. También soy fanático del ejercicio de la composición, llegué a escribir un pequeño manual donde ponía cosas universales, desde mi punto de vista, para que la composición fuera mejor y más fácil. Aplicando esas máximas es que hoy compongo canciones todos los días.

—Dijiste que estás muy seguro de lo que dicen tus canciones y de cómo suenan, ¿de dónde sale tanta seguridad?
—De la sinceridad. Mis canciones son puramente verdad, el sentimiento lo transformo 100% en música y letra. Fue un proceso aceptar eso de que cuando lo hacés de forma sincera es necesariamente bueno, incluso por fuera del resultado estético.

—Tus letras hablan de gorilas, chupetines, sandías y frambuesas, ¿por qué ese universo?
—Puede ser visto como jocoso, pero no sé si lo es. Creo que las imágenes permiten transmitir el sentimiento de forma correcta. Yo no craneo eso: me gusta hacerlo. Saqué de los Beatles eso de volver a nombrar cosas de canciones pasadas, esa autoreferencia. Además me gusta sacarle solemnidad a las canciones.

—Tu primer ídolo musical fue Bob Marley.
—Sí, en quinto de escuela. Dejé de seguir a Chilavert y lo remplacé por Marley. Me encantó todo lo rasta. Ahora soy de escuchar cada vez más música y de a discos enteros, de darle su tiempo, de respetar el orden. Ahora estoy escuchando a Bob Dylan y a Elliot Smith.

—¿Lo que más te interesa son los arreglos?
—Sí, vistos desde el lado musical y de la forma escrita. Todo eso de las frambuesas al fin y al cabo son arreglos que vinculo entre canciones para generar ese universo. Me gusta llevar la canción a la forma más pura, a veces arreglarla es dejarla como está. Otra veces prefiero quedarme callado, puedo llegar a ser insoportable y me digo “Paul, cállate.”

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